Durante las últimas semanas, la violencia contra las mujeres se volvió preocupación masiva. Mientras continuaban las noticias sobre femicidios y las declaraciones de víctimas de violencia machista, se consolidó una convocatoria que terminó por interpelar a sectores sociales y políticos tan diversos –y hasta opuestos– que no dejó resquicio. El próximo miércoles al final de la tarde, ante el Congreso, con la consigna Ni Una Menos, podría haber una multitud. Puede ser tan diversa como la que son capaces de interpelar, en una articulación inédita, el movimiento de mujeres, las celebridades cuyas fotos circularon a modo de adhesión, las y los periodistas no necesariamente especializados en género, el mundo político, el mundo sindical, las escuelas, las universidades. Hasta hace unas horas, en todo el país había al menos 70 convocatorias paralelas en distintos puntos del país. En la televisión, en los diarios, en las radios, no pasa un día sin referencia al tema. Hasta ministros de Educación y de Salud de todo el país, en reuniones de sus respectivos Consejos Federales, se manifestaron al respecto hace sólo unos días.

¿Qué sucedió en la Argentina durante el último mes para que la reacción ante la violencia contra las mujeres ocupara el centro de la escena? “Está en la agenda noticiosa, y hoy está claro que no es un tema de mujeres. En algunos casos, seguramente se trata de niveles de concientización que se han precipitado; en otros, quizá tenga que ver con hastío. Y en otros, tal vez sea prenderse en algo que va a ser masivo y con que es políticamente incorrecto no interesarse. En estos días, lugar al que vas, lugar donde se habla del tema”, señala Myriam Pelazas, docente en la Especialización de Género y Comunicación de la UBA y, además, Coordinadora del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión (que conforman la Afsca, el Inadi y el Consejo Nacional de la Mujer).

–¿Cree que la consigna “Ni una menos” terminó por lograr masividad por instalarse en cierto sentido como moda?

–Es comparable a lo que se puede pensar en relación con ciertas efemérides. Por ejemplo: el 8 de marzo es una fecha banalizada, aprovechada por lo comercial. Pero si de todos modos permite colar en la agenda algunos temas, hay que aprovecharla. Y también hay otra cosa en relación al 3 de junio. Es algo que a veces sucede con el 17 de octubre de 1945 y con diciembre de 2001, y tiene que ver con la espontaneidad. Muchos van a decir “fue algo espontáneo”, pero gran parte tiene que ver con cierta organización. El 17 de octubre marcó algo, pero si no hubiera habido una base con idea de cómo organizarse, no hubiera sucedido. El 19 y el 20, podríamos pensar que pasaba algo parecido: previamente había habido asambleas, y esos días, aunque no había redes sociales que permitieran coordinar acciones, sí había mensaje de texto entre celulares. En ambos casos, el germen ya estaba. Con respecto a la violencia contra las mujeres, previamente hay gente que vino militando leyes. En soledad, seguramente, pero eso con los años se hizo carne en el Estado. Si bien la Justicia es el lugar al que más hay que reclamarle deudas, también es cierto que ahí hay un cuerpo de profesionales que trabaja sobre esto.

–Algo diferente en el modo en que fue planteado tiene que haber habido para que operara un click y el reclamo, esta vez sí, lograra masividad.

–Es verdad que hubo corrimientos en cómo se hizo. Es importante que estas noticias aparezcan en las tapas de los diarios, en las páginas centrales. No es lo mismo esa centralidad que un breve que, como siempre contaban ellas mismas, las integrantes de (la asociación) La Casa del Encuentro, tenían que rastrear con cinco lupas para encontrar. En un viejo estudio de ELA (Equipo Latinoamericano Justicia y Género), recuerdo que señalaban que estos temas sólo eran cubiertos regularmente por dos medios: Página/12 y Crónica, por motivos diferentes.

–¿Cómo podría pensarse la articulación de noticias, medios, trabajo de organizaciones e impulso en redes sociales?

–Una compañera del Observatorio, que estuvo siguiendo de cerca el desarrollo hasta ahora, contaba que para la vidriera y la adhesión masiva quedan los actores, digamos, pero que el ímpetu salió de periodistas y organizaciones. Que es el ímpetu central. Desde allí, se generó uma sinergia. Hace unos años, Andrea del Boca habló sobre violencia de género y la ley en el programa que entonces tenía Alejandro Fantino. En ese momento, se la criticó. Se dijo “¿Qué hace hablando de eso en ese programa tan banal?”. Pero, más allá de que se criticaran aspectos de ese programa, como la cosificación que hacía de las mujeres, era interesante que el público de ese programa se acercara a ese otro tema, algo que sucedió porque le dieron ese espacio y esa atención. Ese tipo de grietas hay que aprovecharlas.

–¿Cree que esta sensibilización y la movilización puedan después fructificar en acciones y políticas concretas?

–Creo que sí. Habrá sectores que especulen políticamente, pero de todos modos, si eso hace que se tomen compromisos más fuertes, ya en sí mismo va a ser algo importante. También hay que reconocer el magro presupuesto que todavía hay para estas cuestiones. Puede haber cambios. No digo de un día para el otro, pero hay casos parteaguas, que hay marchas parteaguas, que las cosas cambian. Esos dos casos que mencionaba antes, el 17 de octubre de 1945 o diciembre de 2001, cambiaron realmente un estado de cosas. Creo que con un nudo gordiano para la sociedad, como es la violencia contra las mujeres, nadie se va a poder hacer el distraído. Por eso es importante que sea multitudinario. El otro día alguien me decía “Ay, no sé, si va Fulano o Mengano no voy, porque se banalizó”. Pero eso no tiene nada que ver, al contrario. Por eso estuvo bien cómo se construyó la convocatoria, quienes organizaron tienen un mérito importante en relación con eso. Soy optimista.