Dom 26.07.2015

SOCIEDAD  › CIENTOS DE INVESTIGADORES EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL, EN BUENOS AIRES

Los nuevos cerebros

Argentina es sede de Ijcai, el encuentro científico de inteligencia artificial más importante del mundo, que llega por primera vez a Sudamérica. Uno de sus organizadores repasa desarrollos recientes y cuenta por qué es importante para la comunidad local.

› Por Soledad Vallejos

En estos días, Buenos Aires tendrá una concentración inusualmente elevada de científicos convencidos de que la inteligencia no es solamente Patrimonio de la Humanidad. Desde ayer, y hasta el próximo viernes, la ciudad es sede del encuentro especializado en inteligencia artificial International Joint Conference on Artificial Intelligence (Ijcai), que desde 1969 y cada dos años reúne referentes de la investigación en IA para que compartan experiencias de trabajo, líneas de proyectos, recursos, contactos. Y eso, señala uno de los organizadores del encuentro que por primera vez se realizará en Latinoamérica, que todavía nadie tiene muy en claro la definición fría, formal, técnica de la inteligencia.

“No se sabe qué es. Desde el punto de vista epistemológico, filosóficamente no hay una definición de inteligencia. Eso genera un problema: uno va a estudiar un concepto que no está perfectamente definido. Uno dice que trabaja en programas que se comportan en forma inteligente, pero ¿qué quiere decir eso? Uno supera esa barrera filosófica e igualmente hace sistemas, pero entonces lo que uno termina diciendo es ‘este comportamiento es inteligente y yo hago programas que hagan esto’”, reflexiona Ricardo Rodríguez, profesor e investigador de la UBA, cuando todavía faltan algunas horas para el comienzo del encuentro y a las tareas usuales de la investigación se sumaban cosas terrenales y dependientes de la inteligencia humana. La organización recae en un equipo de científicos que se preparó durante largo tiempo para la ocasión: además de Rodríguez, su colega de la Universidad Nacional del Sur (UNS), Guillermo Simari, y con apoyo de otros pares de la Asociación Argentina de Inteligencia Artificial –de la Sociedad Argentina de Informática–, el ministerio de Ciencia –de hecho, el ministro Lino Barañao asistirá a la organización formal, programada para mañana–, y los departamentos de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), y de Ciencias e Ingeniería de la Computación de la UNS. Pero no se recibe así nomás a expositores y participantes de más de 20 países, que en el entusiasmo de la previa mandaron alrededor de 2000 papers con propuestas para compartir con colegas (un número excepcionalmente elevado del cual fue aceptado el –habitual– 30 por ciento). La inteligencia artificial, que en Argentina agrupa a una comunidad pequeña pero activísima, no sólo es parte ya mismo de la vida cotidiana y dejó hace rato de ser solo futuro. Alrededor, dice el investigador Rodríguez, hay montones de “cosas que son aplicaciones industriales y que hasta hace veinte años eran solamente de laboratorio”.

La mística del robot cotidiano

Las empresas de tarjetas de crédito detectan al instante cuando un usuario ingresa consumos que no coinciden con sus registros habituales; los buscadores de Internet pueden razonar de acuerdo a búsquedas anteriores y desarrollan criterios para priorizar determinados resultados y no otros; el servicio de correo electrónico pauta una columna de publicidades acorde a los contenidos que se intercambian en la cuenta; en el campo se recurre a la agricultura de precisión –en la cual hay robots capaces de analizar suelo, momento ideal de sembrado, tiempo recomendado para cosecha, necesidad de fertilizantes–; la geolocalización y las aplicaciones que la aprovechan sirviéndose apenas de un teléfono celular son tecnologías fácilmente accesibles en el mercado. Y la lista podría seguir, también, con casos a medio camino entre la cotidianidad y el laboratorio, como sucede con el automóvil que puede desplazarse sin necesidad de chofer, pero cuya fabricación todavía está lejos de ser masiva porque algunas preguntas, primero, necesitan respuesta (si ese coche choca, ¿de quién es la responsabilidad?). Los problemas de la IA, como los resultados, son contemporáneos y circulan entre la comunidad de investigadores.

De eso hablarán los científicos que ya están en la ciudad, de hecho. Y aunque la mayoría de las actividades no son aptas para público no especializado porque no se trata de un evento de divulgación, hoy y mañana sí hay algunas actividades accesibles a cualquiera un poco iniciado en informática, como los tutoriales sobre el estado del arte de investigaciones del campo (el programa puede consultarse en ijcai-15.org). A eso se suma, además, una serie de charlas de divulgación –aunque más bien para iniciados– de las que participarán representantes de empresas chinas como Baidu –que como motor de búsqueda compite directamente con Google y recientemente presentó un algoritmo de reconocimiento de rostros más veloz que el de la empresa norteamericana– y Alibaba;la Exposición de Inteligencia Artificial “Arte en nuevos medios”, en el Centro Cultural Borges (ver aparte), y hasta una competencia en la cual los participantes deben desarrollar el programa que mejor juegue a Angry Birds.

En el listado de científicos llegados para el congreso hay nombres que, en el campo, tienen la chispa de los rockstars: Christof Koch, quien trabajó con Francis Crick –uno de los descubridores de la estructura del ADN–, aúna reflexión científica con formación religiosa y elige colores excéntricos para su pelo; Barbara Grosz, que investiga reconocimiento del lenguaje natural (y recibirá aquí el premio a la Investigación de Excelencia); Sebastian Thrun, del laboratorio de robótica de Stanford y también desarrollador de Google (trabaja en el proyecto de automóviles sin conductor), entre muchos otros. El investigador Rodríguez se emociona y explica: “en todas las actividades hay gente muy importante, gente que tal vez no pase nunca más por Argentina. Eso genera mucha expectativa, no sólo entre colegas argentinos, sino que también hemos incentivado mucho para que vinieran investigadores latinoamericanos, en particular los brasileños”.

–¿Por qué es importante que el congreso sea acá?

–Porque un congreso como este, y al que viene esta gente importante, genera cierta magia. Es la posibilidad de charlar un poco con esas personas, algo que a uno le puede cambiar la vida. Porque uno vio, tocó, estuvo cerca de alguien así, y descubrió que finalmente no era tan lejano. Que uno también puede ser ese señor, por ejemplo. Eso es muy importante: ¡que mucha gente local se anime a venir y tocarlos! En los ’60, cuando recién aparecían las primera computadoras, que pudiera llegar una a Argentina o que pudiéramos construir una era poder adquirir el know how. En este momento todo lo que son las técnicas de IA están teniendo una aplicación concreta muy importante.

–¿Acá y afuera?

–Acá no tanto, porque hay empresas de software que crecen mucho y pueden aplicar valor agregado con AI, pero la verdad es que se aplica poco todavía. La industria del software ha crecido increíblemente en los últimos diez años, tiene un poder de exportación muy importante, tanto que en cualquier momento alcanza y supera al turismo. Es mucho el dinero que involucra. La IA se vuelve un valor estratégico muy importante en ese sentido.

El futuro en presente

Dos décadas atrás, el peligro era la biología molecular, lo que pudiera suceder tras las investigaciones sobre ADN, la posibilidad de la clonación. Los debates, urgentes, ocupaban el tiempo de científicos, filósofos, periodistas, públicos legos pero interesados. “Y nada de todo eso que se pronosticó pasó. De hecho, con el tiempo, la investigación en biología molecular creció, lo mismo pasó con la manipulación de ADN. Las cuestiones éticas se fueron resolviendo. Con la inteligencia artificial (AI) pasa lo mismo: hay gente pronosticando lo peor, pero en la práctica todo es muy diferente”, cuenta Rodríguez.

–¿Qué es exactamente la AI?

–Es hacer que las computadoras se comporten como un humano. Son capacidades que, si uno las ve en un humano, diría que despliega inteligencia: aprender, razonar, reconocer una cara, tomar decisiones, detectar si un operación determinada es un fraude. Es tan parecida a la inteligencia humana que también puede haber decisiones que se pierden, como le pasa a uno. Una vez que la computadora ejecutó una acción, ya está, no puede volver atrás. Como le pasa a uno. Bueno, con los programas pasa lo mismo.

–Tiene que ver con relacionar información.

–Sí, pero con patrones desconocidos. Muchos programas relacionan información pero uno les tiene que decir cómo hacerlo. Los sistemas de IA no tienen “preconceptos”: tienen que aprender, hacer deducciones, tomar decisiones que no estaban previamente definidas.

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