SOCIEDAD › UN ULTRAORTODOXO HIRIO A SEIS PERSONAS EN LA MARCHA DEL ORGULLO GAY
Yishai Shlisel atacó a cuchillazos a los manifestantes en el centro de Jerusalén. Hirió a seis, y tres de ellos fueron internados en grave estado. Lo hizo tres semanas después de salir de prisión tras cumplir diez años por un hecho similar.
La Marcha del Orgullo Gay en Jerusalén perdió abruptamente su calidad de festejo, ayer, cuando un religioso ultraortodoxo apareció abruptamente desde detrás del muro de un supermercado y se abalanzó sobre los manifestantes para acuchillar al menos a seis, y provocar una sorpresiva corrida por el espanto. El agresor había salido de prisión hace tres semanas, después de cumplir 10 años por haber cometido un atentado similar en la Marcha del Orgullo Gay de 2005, cuando hirió a tres manifestantes.
El ataque ocurrió a mitad del recorrido de apenas 1200 metros que une los parques de la Independencia y de la Campana, en el centro de Jerusalén, y único tramo autorizado por la policía porque ya son conocidas las reacciones de la población religiosa.
“De pronto vimos correr a una o dos personas desde un lateral de la calle y empezó a apuñalar a la gente, una tras otra. Fue todo tan rápido, cuestión de segundos, que no pudimos distinguir de quién se trataba –dijo Idi Mozes, miembro de la comunidad y defensora de derechos sociales en el Parlamento israelí–. Fue como un atentado, todo estaba lleno de sangre. Es una situación insoportable. Nadie es consciente de la homofobia que hay en nuestras calles, y no sólo de los ortodoxos, también de los laicos”, agregó.
La policía confirmó poco después que se trataba de un único autor, al que identificó como Yishai Shlisel, un ultraortodoxo liberado hace sólo tres semanas de prisión tras cumplir una condena de 10 años por un ataque idéntico en el que consiguió apuñalar a tres personas antes de que lo detuvieran.
La marcha de Jerusalén estaba custodiada por cientos de agentes de varios cuerpos de la policía y por un helicóptero que sobrevolaba la zona. Pero el vasto despliegue policial no fue suficiente para impedir la rápida carrera del atacante, que se había ocultado tras el muro de un pequeño supermercado desde el que asaltó a sus víctimas en medio de la confusión. El ataque interrumpió el ambiente de júbilo en el que transcurría la marcha y una docena de ambulancias, patrulleros y servicios de emergencia –entre ellos varias unidades móviles de la ONG ultraortodoxa Zaka– irrumpieron a gran velocidad entre los miles de participantes para asistir a los heridos.
Según fuentes médicas, una adolescente ingresó en el hospital Shaarei Tzedek en estado crítico pero los médicos consiguieron salvarla, mientras que otras dos personas sufrieron lesiones severas y tres de carácter leve.
“Esto es muy grave. Es un nuevo caso de intolerancia que no podemos permitir”, se quejó Samuel Angel, un neoyorquino de 19 años que vive desde hace tres en Israel y que marchaba unos pasos por detrás de donde se produjo el ataque.
Entre los participantes se propagó inmediatamente el silencio y se desató una cadena de quejas contra el gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, por no tomar medidas para impedir la homofobia. “Este ataque nos recuerda lo que todos quieren olvidar: que los homófobos hacen lo que quieren”, se lamentó Yuri Shmilovich, de 32 años, y que sostuvo que “los gays y lesbianas y transexuales deben esconderse todo el tiempo”.
En una enérgica condena del ataque, varios miembros del Ejecutivo, entre ellos el primer ministro, aseguraron que el agresor será llevado ante la Justicia. El titular de Seguridad Interior, Guilad Erdán, convocó a altos mandos de la Policía y anoche analizaba cómo Shlizel consiguió burlar el exhaustivo operativo de seguridad.
El vocero policial Luba Samri indicó que no existía ninguna orden de alejamiento de la marcha para el atacante, que en 2006 dijo al confesar su ataque el año anterior, que “había actuado en nombre de dios” porque “no podía permitirse semejante abominación” en la ciudad santa.
Ante las quejas de la comunidad y de numerosos políticos, Erdán nombró anoche una comisión para estudiar por qué el Departamento de Inteligencia de la Policía no tenía constancia del atacante, y cómo se las arregló para burlar semejante dispositivo policial.
A pesar del ataque, los cerca de cinco mil participantes siguieron la marcha hasta llegar al parque de la Campana, lentamente y en silencio. Atrás habían quedado los ritmos musicales latinoamericanos, los golpes de tambor que animaron la caminata, las banderas y pancartas a favor del “amor”, la “igualdad de derechos” y la “tolerancia”.
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