SOCIEDAD
› LAS PRUEBAS CONTRA EL ACUSADO POR EL ACUCHILLADO
Un Correntino acorralado
A las amigas del acusado por la muerte del joven periodista
en Palermo les secuestraron ropa que le habrían mandado a lavar para borrar huellas. Anoche llegó a Buenos Aires y hoy declara.
Rafael Luna, “el Correntino”, acusado por el asesinato del periodista deportivo Martín Esper, está desde anoche en Buenos Aires y declarará hoy ante el fiscal Juan Giúdice Bravo. Luna, detenido apenas cruzó la frontera brasileña hacia Paso de los Libres, está en la mira de los pesquisas desde el comienzo de la investigación y los indicios hallados en los últimos días han complicado todavía más su situación. Fuentes judiciales y policiales indicaron ayer a Página/12 que son varios los movimientos sospechosos que hizo el hombre con dos amigas mientras estuvo prófugo. Aunque ambas mantuvieron comunicaciones a su celular, intervenido, ninguna de los dos aportó elementos que complicaran aún más a Luna, según las fuentes. Aunque lo secuestrado a una de ellas es comprometedor: la ropa de Luna, lavada en un lavadero de Palermo y dos cuchillos, uno envuelto en nylon para alimentos y otro de cocina, además de dos pistolas, una calibre 40, otra 45.
Karina, 23, estudiante universitaria, es la más comprometida de las dos mujeres imputadas de encubrir el crimen. Tenía una relación de sexo y amistad, esporádica en ambos casos, con el Correntino. El confió a ella el automóvil que usaba en Buenos Aires: un Palio blanco ostentoso, con vidrios polarizados y una enorme calcomanía que fue quitada apenas él se fue a su zona. Luna es del pueblo de Sauce, en Corrientes, que está a unos 200 kilómetros de donde lo detuvieron, en Paso de los Libres. Para allá salió apenas se cometió el crimen en un Peugeot 206 que tendría un pedido de captura por robo desde el año pasado. Una de las versiones que ayer no fue confirmada por la fiscalía es que Luna pertenecía o se juntaba a una banda dedicada al robo y compra venta de autos robados. Lo cierto es que los testigos que solían verlos en el boliche Apocalypsis han dicho en la causa que son gitanos. Una fuente habla de la existencia de un grupo conocido como “La banda de los gordos”. Otra habla de un grupo en el que había uno o dos gordos, pero no de una banda.
Ayer a la noche, pasadas las diez, tres policías de la 23ª que habían viajado el viernes a Corrientes lo trajeron hasta la comisaría de Palermo. Bajó con unos jeans, zapatillas negras sin cordones y la cabeza tapada. Venían en un 206 que las fuentes no confirmaron si se trataba del mismo auto en el que lo pescaron en Paso de los Libres. Su detención fue un trabajo que culminó el fin de semana después de que en el allanamiento al departamento de Karina, en la calle Gurruchaga, se encontró un papel en el que había un teléfono de un hotel en Uruguayana. Avisada Interpol, lo mantuvieron en la mira, hasta que decidió regresar a la Argentina, tomando un taxi que lo llevara a Paso de los Libres, acompañado de un amigo de la infancia. Cuando paró en una estación de servicio, lo estaban esperando.
En Buenos Aires lo esperaban, aunque sin esperanzas, no sólo Karina sino también una chica de 27, Analía, que habría sido su novia. Sin embargo, no la depositaria de su confianza, su auto, sus cuchillos, sus armas y su ropa. Karina, en sus vueltas con el Palio blanco liberado de la calcomanía que lo hacía un coche “jetón”, había pasado a visitar al hermano del Correntino. Y luego, en un acto que hace sospechar a los investigadores, le había mandado la ropa al lavadero. De hecho fue encontrada en las bolsas del lugar en que fueron lavadas. Analía vivía en el mismo edificio del hermano de Luna. Lo que no está probado, y ella lo negó ayer, es que ni ella ni su amiga lo hubieran acompañado.