SOCIEDAD › EN EL DOBLE CRIMEN DE PILAR APUNTAN A LA INIMPUTABILIDAD
La abogada del principal sospechoso por el doble crimen de la calle Sarratea, en Pilar, sostiene que su cliente es inimputable. Lo dijo a partir de una conversación que mantuvo con él: le reveló que se había sentido aliviado y que comió carne humana.
La abogada del principal sospechoso del doble crimen de Pilar apunta a la inimputabilidad de su cliente. Y se sostiene en datos que también ella proporcionó: que su cliente dijo haberse sentido “aliviado” tras cometer el doble crimen (está acusado de matar a su madre, Miryam Esther Kowalczuk, y a la pareja, Ricardo Ignacio Klein; descuartizarlos, incinerar sus restos y tratar de dispersarlos en bolsas en un campo) y agregó que “probó un pedacito”. Asimismo, la otra acusada, hija de Klein, declaró que su hermanastro y pareja era el autor del hecho y que sólo había colaborado en la limpieza de la escena del crimen bajo amenaza de aquél. También aseguró que, tras el homicidio, el joven padecía alucinaciones. Por otra parte, médicos y antropólogos forenses analizan el contenido de las bolsas encontradas en un baldío a ocho cuadras de la vivienda donde se cometieron los homicidios.
“No lo veo bien. Yo creo que si se prueba la autoría, este muchacho quizá no pudo comprender la criminalidad de sus actos. Es inimputable. Fue tan distendido el diálogo que tuve con él que hasta confesó que se comió un ‘pedacito’ de carne humana”, contó Mónica Chirivin, abogada de Leandro Yamil Acosta (25), principal detenido. “Le seguí la conversación. Le pregunté qué gusto tenía y me dijo: ‘Es más rica que la carne de cerdo’, afirmando que el ‘pedacito’ que probó era del torso, por debajo del pecho. No siente culpa sino que más bien se siente aliviado por una carga que tenía desde niño. Su psiquis está alterada y eso lo veremos en las pericias”, señaló la defensora, quien remarcó que Acosta “es un joven que sufrió mucho en su vida, ya que además de tener que usar de por vida una bolsa de colostomía, padeció todo tipo de abusos por parte de sus padrastros cuando era chico”.
El crimen ocurrió cerca de las 8.30 del 2 de septiembre, cuando los mellizos de 11 años –hijos de las víctimas y hermanastros de los acusados– no estaban en la casa porque su madre los había llevado al colegio. Según la versión que la otra imputada de la causa, Karen Daniela Klein (22), mencionó ante el fiscal general adjunto de San Isidro, Marcelo Vaiani, el autor del doble homicidio fue su hermanastro y pareja, en tanto que ella colaboró con la limpieza y no lo denunció porque estaba amenazada. La joven declaró a Vaiani que se despertó con un estruendo y que luego se dio cuenta de que eso fue el balazo con el que Acosta mató a Klein mientras dormía. Cuando se acercó a ver lo que sucedía vio que su madrastra llegaba a la casa y que su pareja le disparaba en la cabeza, para luego rematarla con otros dos tiros en el piso.
La chica declaró que sólo vio los cuerpos el día del crimen, que en los días sucesivos Acosta hizo varias fogatas y que a ella le dijo que si contaba algo, también la iba a asesinar. Asimismo relató que, por orden de su pareja, a sus hermanos les dijeron que sus padres se habían a jugar al bingo a Uruguay y que los abandonaron. Por último contó que, después del crimen, Leandro le decía que “veía gente muerta”, que tenía alucinaciones.
En tanto, un grupo interdisciplinario forense analiza el contenido de las 16 bolsas con restos calcinados –que podrían ser fragmentos óseos– para determinar científicamente si son humanos y si hay forma de lograr su identificación con un examen de ADN u odontológico, en caso de encontrarse alguna pieza dental. Además hay una pelvis y un trozo de lo que sería una columna vertebral aparentemente femenina que fueron encontrados parcialmente incinerados en un tacho de pintura en la terraza de la casa y que los investigadores estudian para ver si son de Kowalczuk, como se presume.
El doble crimen se descubrió el 13 de este mes por la madrugada cuando luego de una denuncia por búsqueda de paradero de uno de los hermanos de Klein –que se dedicaba a la recolección de cartones y residuos–, la policía allanó la casa de la calle Sarratea 2726 y encontró en la terraza restos calcinados en un balde. Vaiani, a cargo de la causa, ya tiene acreditado por el trabajo de la Policía Científica que hay rastros de sangre y evidencias balísticas en la vivienda de Manuel Alberti, de donde también se secuestraron 8 mil dólares –que se cree pertenecían a las víctimas–, una pistola calibre 9 milímetros, una escopeta, un machete, tres hachas, dos palas y una horquilla. La principal hipótesis del fiscal es que se trató de un crimen motivado por el odio que los imputados tenían a sus padres, y que lo hicieron para quedarse con las propiedades.
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