SOCIEDAD
› PELIGRA EL CAMBIO DE PARTIDAS DE DEFUNCION
Las truchas tienen chance
› Por Horacio Cecchi
El promocionado cambio de la partida de defunción, que cerrará las puertas al negocio de las falsas, a la firma masiva de certificados en blanco y al truchado de las causas de muerte (como el aún no resuelto caso de María Marta García Belsunce y sus cinco pitutos), en realidad podría quedar en la nada. Las nuevas partidas de defunción, con códigos de barras, numeración de seguridad y otras modificaciones, que serán acompañadas por una base de datos con las firmas digitalizadas de los médicos autorizados, deberían ponerse en vigor a partir del primer día del año próximo. Todo indica que cambios habrá, pero marcha atrás: el actual director del Registro Civil, Félix Pelliza, responsable de combatir la mafia de los funebreros y los negociados de las partidas de defunción, será reemplazado por Ivana Centanaro, hija del anterior director del Registro, el delarruista Esteban Centanaro. Actual camarista porteño, Centanaro padre tocó el cielo al votar en contra de una madre que pedía ser intervenida para evitar tener un hijo anencefálico. En septiembre de 2000, el represor Jorge Olivera, acusado formalmente por la desaparición de Marie Erize, fue liberado tras la presentación de una partida de defunción trucha. ¿Adivine Ud. quién estaba a cargo del Registro Civil por entonces?
La partida de defunción trucha de María Marta desató un escándalo paralelo al caso: el director del Registro Civil, Félix Pelliza, presentó una denuncia ante la Justicia contra el médico que firmó el certificado, Juan March. El mismo funcionario aportó al expediente 1500 casos de partidas de defunción firmadas por el mismo March. Pelliza investigó la trama del negocio y descubrió que era histórico y consentido por las autoridades, en el que algunas funebreras y algunos médicos cobraban por expedir certificados truchando las causas de muerte. Fueron clausuradas varias empresas, surgieron nombre de médicos y se resolvió modificar el sistema. Las nuevas, que deberían entrar en vigencia en enero, cuentan con un código de barras en el que figurarán los datos del médico (conectados a una base de datos con su firma digitalizada), la cantidad de certificados que firme, las causas de muerte alegadas y una serie de elementos que tienden a impedir la expedición de certificados como chorizos.
Para lograrlo, Pelliza debió intervenir la Central de Defunciones, madre del borrego. Colocó a Alejandro Lanús, el mismo funcionario incorruptible que durante la gestión de Centanaro había investigado los negocios en la Central de Defunciones y fue despedido por poner el dedo en la llaga. Centanaro había colocado a Abel Cardeliquio, el apoderado del PJ porteño que presentó un amparo para postergar los comicios porteños. Como interventor, terminó investigado por la Justicia.