SOCIEDAD › POR TERCERA VEZ, CON PRUEBAS NUEVAS, APRESARON EN LANúS A DANIEL LAGOSTENA
Soriano desapareció en 2010. La familia sospecha que su pareja, vinculada con funebreros, la mató y cremó su cuerpo. Los investigadores obtuvieron pruebas que lo incriminan. La Cámara lo liberó dos veces porque no aparece el cuerpo.
› Por Horacio Cecchi
Por tercera vez, Daniel Lagostena resultó detenido acusado del femicidio y aborto de su pareja, Erica Soriano, que se encuentra desaparecida desde el 20 de agosto de 2010. La ausencia del cuerpo de la mujer fue precisamente la coartada de la defensa y en dos oportunidades, los jueces Tomás Bravo y Jorge Rodríguez, de la sala III de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora, ordenaron la libertad de Lagostena apelando al criterio utilizado durante los años de plomo y que, por lo visto, sigue por costumbre o comodidad: sin cuerpo es imposible demostrar violencia y mucho menos un crimen. Aplicando el criterio opuesto que dice que la venda de la Justicia no obliga a la ceguera, el fiscal Gerardo Loureyro y el juez de Garantías 8, Gabriel Vitale, decidieron no archivar el caso y cambiaron el equipo de investigadores policiales. El nuevo grupo selecto reunió pruebas desde cero, comprobó la realización de llamadas desde el celular de la mujer cuando ya estaba desaparecida; confirmó la vinculación de Lagostena con empresas de servicios fúnebres; demostró la violencia ejercida por el acusado con tres parejas anteriores; y llevó a la conclusión de que todo, menos el cuerpo (sospechan que fue cremado), apunta sobre Lagostena. A partir de estas nuevas pruebas Loureyro pidió la detención de Lagostena y Vitale la ordenó. En su fallo subrayó que los casos de violencia de género deben ser entendidos en su contexto y “no como si fueran delitos comunes y sin características específicas.”
Ayer un equipo del Grupo Halcón allanó la casa de Pje. Coronel Santiago 1433, en Lanús, donde vivía la pareja y detuvo a Lagostena.
El 28 de diciembre de 2012, la Sala III ordenó la libertad de Lagostena por segunda vez. A partir de allí, los pasos dados por el fiscal y el juez podrían utilizarse en un manual para tratar casos de violencia de género. El primero consistió en sacar a los polis que investigaban y estrechar el círculo de la causa sólo al juez, el fiscal, un grupo selecto de instructores y los equipos de causas complejas de la Bonaerense. A partir de allí se terminaron las filtraciones.
Ese equipo logró reunir pruebas desde cero y dar una nueva lectura a las ya existentes.
Así, se determinó que Erica Soriano y Daniel Lagostena concurrieron el 20 de agosto de 2010 al ginecólogo, porque llevaba un embarazo de pocos meses. Al terminar la consulta, Erica envió un sms a una amiga contándole los resultados. A las 22.13 recibió un llamado de otra amiga a la que también relató la consulta y le habló sobre “el hartazgo de la relación”, aunque Lagostena está a su lado. La pareja se dirigió a la vivienda de Coronel Santiago. Allí, según un nuevo dato que detectaron los investigadores, había otra persona no identificada, quien realizó una llamada por el teléfono de línea a las 22.01.
Mientras, Erica mantuvo con su amiga una conversación de 4 minutos y 31 segundos. Fue el último contacto de Erica con el mundo. Una hora y media después, a las 23.45, Lagostena desde su domicilio comenzó a intercambiar mensajes de texto con un sobrino, B.P., hasta las 23.53. Según los investigadores, “el patrón existente de comunicación entre ambos había sido alterado”. En pocas palabras, no acostumbraban intercambiar mensajes a esa hora. En la madrugada del 21 de agosto de 2010, ambos se comunicaron en seis oportunidades desde las 5.05 hasta las 5.53, volviendo a alterar sus patrones de conducta tanto en cantidad como en horario.
Los investigadores además comprobaron que la familia de Erica intentó comunicarse con ella a las 9 tanto a la casa como al celular de ella y de Lagostena. No obtuvo respuesta. La madre de Erica declaró además que Lagostena “jamás dejaba su celular”.
Lo que sorprendió a los investigadores es que desde las 9.13 se realizaron cinco llamadas desde el celular de la joven para levantar los mensajes de voz, y también desde el teléfono de línea de la casa.
La acusación sostuvo que “desde el último contacto de Erica con su entorno hasta el primer contacto de Daniel Lagostena con la familia Soriano transcurrieron casi 17 horas en las cuales se alteraron todos los patrones usuales de conducta”.
A las 15 finalmente Lagostena atendió a la madre de Erica, le dijo que no había atendido porque estuvo trabajando en el techo, que habían discutido con Erica y que ella se había ido cerca del mediodía. La mujer subrayó que eran las 15 y no había llegado, y él le respondió “bueno, se habrá perdido”, en un tono que la mujer describió como de “total despreocupación”.
Ese mismo día, a las 23, la familia Soriano acompañó a un equipo policial y allí encontraron la cartera, la billetera, el DNI, las tarjetas de crédito y débito, y la totalidad de la ropa que según Lagostena vestía cuando supuestamente se había ido, al mediodía. El celular de Erica no apareció, pero sí se logró determinar que los mensajes de voz fueron levantados desde el celular dentro de la casa. Además, con el reactor Luminol detectaron rastros de sangre de mujer debajo de la mesa ratona. Según una testigo de identidad reservada, ambos discutieron y él “le pegó un sopapo” y “... Erica cayó y se golpeó la cabeza contra una mesada...”.
Los investigadores aportaron pruebas de que Lagostena tiene fluido contacto con el ambiente de pompas fúnebres y pruebas sobre la cremación de personas de identidad desconocida.
También, determinaron la modificación de otro patrón de conducta: según los investigadores, Lagostena manifestaba un carácter “controlador y obsesivo” pero a partir de la “desaparición” de Erica no intentó volver a comunicarse, ya que “el tráfico de llamadas es cero”. Detectaron además que Lagostena tenía cuatro celulares y no uno como se había declarado. Uno de ellos, que no era utilizado, recibió seis llamadas de una mujer mientras Lagostena estaba con Erica en el ginecólogo, y después de la desaparición de Erica le cambió tres veces el chip y/o la carcaza.
El juez Vitale sostuvo que el de Erica Soriano debe analizarse dentro del contexto de casos de violencia de género y no como un caso común. Así, demostró que la pareja pasaba por una pésima relación; que Lagostena había sido violento con sus parejas anteriores (una de ellas fue amenazada para que no declare en esta causa); que no es posible suponer que Erica Soriano se haya sustraído durante seis años a todos sus contactos y actividades, al uso de sus cuentas y tarjetas, y de su intención de mudarse cerca de su familia en Villa Adelina. Y que, al contrario, no se haya demostrado que Soriano haya salido con vida de su casa.
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