La justicia bonaerense dispuso ayer la detención del suboficial Clemente Cabral, con lo cual ya son dos los policías que están tras las rejas, investigados por el crimen de un joven de 21 años al que habrían confundido con un ladrón, en un nuevo caso de gatillo fácil. El hecho ocurrió el sábado en Ramos Mejía y los dos policías están acusados de homicidio simple. La conducta de los efectivos fue definida como “aberrante” por el jefe de la Bonaerense, comisario general Amadeo D’Angelo, que se despachó así después de haber conocido el caso. La investigación se aceleró especialmente después de la intervención de un grupo de vecinos, que reclamó de inmediato el esclarecimiento del caso.
Rubén, el chico de 21 años que fue asesinado, trabajaba en un solarium de Avenida de Mayo al 200, en Ramos Mejía. El sábado a la tarde, alrededor de las 6.30, su jefe lo mandó a buscar una llave inglesa que había olvidado en su auto, un Renault 21 estacionado a unos metros de ahí. Cuando el chico se acercó tuvo problemas para abrir el auto y eso terminó disparando la tragedia. El cabo Jorge Nogueira pasaba por ahí justo en ese momento. Estaba de franco y vestido de civil y, según fuentes judiciales, cuando vio la maniobra de Rubén, pensó que se trataba de un robo.
Aún no se conoce la versión de Nogueira, que está detenido y recién hoy prestará declaración ante la fiscalía de Guillermo Rafañelo. De todos modos, de acuerdo a la versión de los testigos, Nogueira se acercó y después de presentarse como policía terminó forcejando con el muchacho dentro del auto. En ese momento, una de las vecinas escuchó dos disparos y fue quien le avisó a Clemente Cabral, el suboficial que estaba de servicio en la zona y ahora también está detenido. Cuando Cabral reconoció a su compañero dentro del auto, disparó dos veces porque “sospechó que la vida de su compañero estaba en peligro”, aseguraron fuentes policiales.
En las próximas horas, la Justicia deberá definir cuál de los dos policías fue responsable de la muerte. Por el momento, secuestraron las dos armas reglamentarias de 9 milímetros y detuvieron a los dos. Para los investigadores hay varios puntos oscuros. Intentan descubrir cómo fue la sucesión de hechos alrededor del auto. Para algunos, es posible que Rubén haya desconfiado de las credenciales presentadas por el policía de civil. De acuerdo a esa hipótesis, mientras Nogueira se acercaba, el joven se habría asustado pensando que intentaban asaltarlo.
Pocos minutos después de los disparos, los vecinos de Ramos Mejía concentraron su bronca y la furia alrededor del auto donde había quedado el muchacho. Sobre el frente de uno de los patrulleros de la policía hicieron una pintada exigiendo el nombre y apellido de los culpables. La gente denunció que policías de la comisaría de la zona intentaron “tapar” el caso para beneficiar a los involucrados.
La reacción de los vecinos tuvo cierto impacto en la cúpula del gobierno de Felipe Solá. El propio jefe político de la fuerza no demoró en salir a pedir la detención de los dos policías. “El accionar del policía uniformado fue aberrante: estoy consternado y deploro lo que hizo”, dijo aludiendo al policía responsable.