Sáb 17.01.2004

SOCIEDAD  › LOS DETALLES DEL PARRICIDIO DE LOMAS DE ZAMORA

Entre incesto y homofobia

› Por Mariana Carbajal

No era la primera vez que su padre lo acosaba sexualmente. Desde hacía un año, cuando el hijo le dijo que era homosexual, lo mortificaba con actitudes entre morbosas y lascivas. Pero la noche del miércoles, cruzó un límite que a Alfredo Granés, de 40 años, empleado de la sucursal Barracas de Easy, lo sacó fuera de sí y lo llevó a ahorcarlo con un repasador. Esa noche, su padre, de 72, le empezó a acariciar los pechos, a pesar de sus gritos para pedirle que lo dejara tranquilo, según relató ante la Justicia. “Dale, que a vos te gusta”, lo provocó su padre, hasta que cayó muerto en el piso de la cocina familiar. Fue uno de los dos parricidios –y un tercero presunto, el triple crimen de San Vicente– que esta semana trascendieron a la prensa. Página/12 accedió a los detalles de la confesión de Granés, que revela un caso en el que se entremezclan el incesto y el parricidio, los dos grandes tabúes de la humanidad, con un condimento adicional: el homicida se había enterado seis meses atrás de que no era hijo biológico de su padre sino adoptado.
El hijo quedó detenido en la Comisaría 1ª de Lomas de Zamora. El fiscal de Lomas de Zamora, Andrés Devoto, pedirá una pericia psiquiátrica que podría exculparlo si se comprueba que actuó bajo emoción violenta. “Fue una situación más que estresante la que desencadenó el crimen”, evaluó una fuente cercana a la investigación. Seguramente jugará a su favor el hecho de que no tiene antecedentes violentos.
Pelo engominado hacia atrás, prolijo y ordenado al extremo de la obsesión, gesticulador. Así vio la policía a Granés cuando llegó, a la una de la madrugada del jueves, a la casa en la que el hombre vivía con su padre, también Alfredo, a unas quince cuadras del centro de Lomas. La madre está internada en una clínica con Mal de Alzheimer.
Durante casi seis horas, Granés insistió en vincular la muerte de su padre con un robo. Se quebró, cerca de las 7 de la mañana. En la indagatoria relató que es un homosexual asumido, pero nunca tuvo parejas estables, siempre ocasionales. Dijo que nunca había hablado del tema con su padre, pero un año atrás el hombre lo interrogó al respecto y ante su respuesta afirmativa, comenzó a acosarlo sexualmente: “Se bañaba con la puerta abierta. ‘Mirame, si a vos te gusta’, me decía. Muchas veces me despertaba y estaba masturbándose al lado de mi cama y me decía que lo tocara”, contó Granés, todavía muy shockeado por el episodio. Pero el padre, dijo, nunca antes se había atrevido a acariciarlo, como en la medianoche del miércoles. “¿Qué te pasa?”, le preguntó a los gritos Granés. “Me pasa que tengo un hijo puto”, le contestó el padre, mientras lo seguía acariciando. Cuando un policía le preguntó si estaba arrepentido o se sentía liberado, Granés respondió: “No te sé decir”. Lo que sí precisó fue que en el momento de ahorcarlo sintió que estaba “en una nebulosa”.
La policía llegó alertada por Granés. Desde un principio relató que al volver de trabajar, cerca de la medianoche, había encontrado a su padre muerto, la casa revuelta y el faltante de un dinero que tenían escondido en una caja y en un sobre en una biblioteca. Pero su historia nunca le cerró al fiscal: la vivienda no estaba tan desordenada como cuando entran ladrones. Por ejemplo, el cajón donde guardaba los calzoncillos Granés estaba dado vuelta pero las prendas permanecían ordenadas. Tampoco estaba tan revuelta la biblioteca. Pero “se defendió con uñas y dientes”, contó un investigador. Hasta que después de pisarse varias veces en su relato, confesó el homicidio y la truculenta relación con su padre. “Nos dijo que no sabía si lo acosaba para mortificarlo o porque era homosexual”, agregó la fuente.

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