Jue 22.01.2004

SOCIEDAD

Un nuevo método para regenerar la piel en casos de quemados graves

El sistema permite crear hasta dos metros cuadrados de piel a partir de un pequeño trozo que haya quedado sano del paciente.

Por Emilio de Benito*
Desde Madrid

Un método desarrollado por científicos españoles permite regenerar la piel en quemados muy graves. Cuarenta pacientes se han beneficiado ya de la técnica, que utiliza sólo materiales biológicos obtenidos del propio paciente. El sistema parte de una biopsia de piel de unos dos centímetros cuadrados (parecido a un sello) y obtiene hasta dos metros cuadrados de piel en tres semanas. Esa superficie basta para cubrir a un quemado grave (con más del 60 por ciento de su cuerpo afectado). Además, el método recupera la capa más profunda (la dermis), con lo que la curación es mejor.
El ser humano tiene unos dos metros cuadrados de piel. Este complejo tejido sirve como contenedor, protección y comunicación entre el cuerpo y el exterior. Cuando se quema, el organismo queda expuesto a deshidratación e infecciones. Si la superficie destruida es de más del 60 por ciento, las lesiones son, a medio plazo, mortales, explica José Luis Jorcano, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medio Ambientales y Tecnológicas (Ciemat).
“Los ensayos comenzaron hace tres años, pero hasta ahora los resultados no estaban listos para publicar”, indica Jorcano. El trabajo aparecerá en el próximo número de la revista Transplantation. Además de los científicos del departamento de Ingeniería de Tejidos del Ciemat, lo firman Alvaro Meana, del centro de transfusiones de la Cruz Roja del Principado de Asturias, y Purificación Holguín, de la Unidad de Quemados del Hospital de Getafe (Madrid).
Hasta la fecha, el tratamiento de quemados se hace con trasplantes de trozos de su propia piel. Pero este sistema no funciona cuando se trata de personas con gran parte de su cuerpo destruido por el fuego, porque no hay piel sana que utilizar. “La novedad del método consiste en que toda la piel se puede regenerar a partir de una biopsia muy pequeña del propio paciente”, explica Jorcano.
El método se basa en crear piel artificial por un sistema que “mimetiza lo que ocurre cuando una persona se quema”, añade la farmacéutica del Ciemat Marcela del Río. Entonces, el organismo produce en la zona la fibrina, una zona colagenosa a partir de la cual las células madre de la piel reconstruyen la parte dañada.
Con el nuevo método se toma una biopsia de piel de unos dos centímetros cuadrados. Este trozo es suficiente para extraer de ella dos tipos de células: los queratinocitos, que producen la parte más superficial y dura de la piel (la epidermis), y los fibroblastos, que sirven para regenerar la capa inferior, la dermis.
La matriz en la que se hace crecer la piel también proviene del propio paciente. En este caso se usa plasma de su sangre, que se obtiene mediante coagulación. Esta parte de la sangre (sin glóbulos rojos, leucocitos o plaquetas) se utiliza como matriz para hacer crecer en ella los fibroblastos y lograr la fibrina (la estructura que empieza la cicatrización).
Con este método se adelanta el proceso de reparación y, en los mejores casos, se multiplica por 10.000 la superficie de piel regenerada en unos 25 días, según los resultados que el equipo ha presentado a la revista. Ello permite acelerar el autotrasplante, que es el único método para que el quemado pueda volver a la vida normal.
“Como todos los compuestos que se utilizan provienen del paciente, se evita el riesgo de rechazo y de introducir factores extraños, como el colágeno de vacuno que se emplea ahora”, aclara Del Río.
El método es sólo un primer paso, según Jorcano. “Se puede complicar más introduciendo manipulaciones genéticas en el cultivo de las células de la piel”, explica. “Por ejemplo, estamos estudiando la introducción de factores que favorezcan el riego de la dermis”, añade.
Para ello habría que introducir genes de la angiogénesis (creación de vasos sanguíneos) en las células del cultivo. Como se parte de un número muy reducido de células, estos genes se reproducirían en cada división, lo que facilitaría el flujo de nutrientes a las capas profundas de la nueva piel.
Esta posibilidad es muy importante ya que ayudaría a regenerar la dermis, uno de los grandes obstáculos con que se enfrentan los especialistas cuando intentan recuperar a quemados graves, porque es la parte más complicada de la piel. Más adelante la piel cultivada podrá manipularse genéticamente para que produzca otras sustancias, como antibióticos, afirma Jorcano, con lo que podría llegar a ser un nuevo método de dispensación de medicamentos parecido a los parches cutáneos.
Por último, la nueva técnica también tiene ventajas estéticas. Actualmente, para recuperar la piel de un quemado se utiliza un sistema llamado de mallado que estira la piel a partir de una cuadrícula. El efecto es que la nueva piel, además de más fina y más frágil, parece un mosaico. Con la nueva técnica no hace falta recurrir a la malla, por lo que el tejido que se regenera es más uniforme.
Cuando la superficie quemada alcanza el 60 por ciento del cuerpo, el estado del paciente es “crítico”, indica el investigador del Ciemat José Luis Jorcano. Por eso hace falta crear piel artificial: ésa es la utilidad del nuevo método que el científico y su equipo de colaboradores han descubierto. Los primeros beneficiarios del sistema fueron dos hombres que estaban en el hospital de Getafe de Madrid. Uno de ellos tenía 28 años y un 50 por ciento de la superficie corporal quemada. Peor aún: la zona en la que las lesiones eran profundas llegaba al 35 por ciento.
El segundo paciente tenía un pronóstico todavía peor. Era un joven de 17 años, con un 85 por ciento de la superficie de su cuerpo quemada, y con lesiones profundas que afectaban al 60 por ciento de los aproximadamente dos metros cuadrados que mide la piel de un ser humano.
Para su tratamiento, el equipo dispuso de dos cantidades mínimas de piel (2 y 2,5 centímetros cuadrados, respectivamente).
Mientras su nueva piel artificial crecía, los médicos taparon sus heridas con tejido proveniente de cadáver. Esta fue la etapa más crítica, según explican los autores del trabajo en la revista Transplantation.
El implante de la nueva piel se hizo con la mano, pero no acabó ahí el trabajo del equipo médico. Mientras la nueva piel agarraba, estuvo tapada por gasas que se cambiaban cada 48 horas.
El control de infecciones fue determinante. A falta de la barrera que supone la piel natural, hubo que tener la zona cubierta todo el tiempo. También se realizaron análisis periódicos para asegurar que no había contaminación por ningún microorganismo, y se usaron antibióticos para evitar complicaciones.
Los dos pacientes ya están de alta. Otros 42 de Getafe, Valencia, Bilbao y Sevilla han seguido el mismo tratamiento. Jorcano está tramitando ahora la patente del sistema para extenderlo.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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