SOCIEDAD
Las sombras de duda en torno a un hampón que protegió la Bonaerense
Un fiscal investiga si el Negro Sombra está implicado en el secuestro de Rodríguez. Por ahora, está imputado en los casos de Belluscio y Andrada. También hay pocas pruebas sobre Tita.
› Por Horacio Cecchi
Como era de esperar de un mito, la detención de Sergio Leiva, el Negro Sombra, deja más sombras de duda que certezas. Un cúmulo de versiones y acusaciones da vuelta alrededor de su legendaria carrera delictiva. Detenido por la investigación del secuestro de Pablo Belluscio y el de Leopoldo Andrada, también era buscado puntualmente por un par de homicidios. El propio fiscal federal de San Martín Jorge Sica solicitó el expediente a su colega de San Isidro, Rita Molina, para tratar de unir puntas y confirmar sospechas sobre el secuestro del padre del Corcho Rodríguez. Respecto del otro legendario detenido, el Tita Desideri, hay tanta sombra como la que envuelve a su colega. Rita Molina lo imputó formalmente por el secuestro de Belluscio y de Andrada. Pero, según fuentes de la causa, toda la prueba en su contra está soportada en un dudoso informe policial obtenido de testigos anónimos. Es más probable que Tita quede pegado al asesinato de un amigo. Tanto en el caso del Negro Sombra como ahora también en el de Tita, lo más llamativo es que fueron encontrados en sus lugares habituales, donde eran vistos por los vecinos desde hace meses. Y si los vieron los vecinos...
Con fuertes vínculos policiales, cada uno en su zona de acción, resulta difícil de digerir que el Negro y Tita hayan figurado como prófugos durante meses, a la vista de todo el mundo y sin que la Bonaerense lograra dar con ellos. Hay más que evidencias de que la Bonaerense estaba al tanto de ambas presencias. Por otro lado, el 27 de noviembre pasado Página/12 informó en detalle sobre la declaración de un preso del penal de Magdalena. El preso denunció que había orden de asesinarlo para que no ventilara la vinculación policial con el secuestro de Andrada. El preso en cuestión es amigo del hijo del ex secuestrado Andrada y fue interceptado por hombres de la DDI de San Isidro pocos días antes del secuestro. Lo curioso es lo que le preguntaron: querían datos sobre los movimientos de don Leopoldo.
Pero la hipótesis de la participación policial no es la más tenida en cuenta en la investigación de los secuestros de Belluscio y Andrada. En realidad, todos los datos fueron aportados por el ex sargento de la Federal, Juan Carlos Gómez –detenido por el secuestro de Mirta Fernández–, y por un oficial de la DDI, Pablo Ignacio Machicote.
Gómez señaló cuatro nombres en relación con el caso Mirta Fernández: Lala, el Chileno Manolo o Hernán Chara o Angel Martínez, un tal Negro y un tal Guillermo. El Negro dicen que es Mario Ibarra o Leopoldo Antúnez. Gómez definió al tal Guillermo como un “gordito morocho de rasgos abolivianados”. A Tita lo detienen como el tal Guillermo. Tita es robusto, mide alrededor de 1,90 metro y tiene el pelo teñido de amarillo. De ser Guillermo, después de la rueda de presos deberá pasar por una rueda de antropólogos dispuestos a estudiar un caso fenomenal del lago Titicaca.
Por el caso Belluscio están detenidos el Chileno, el Negro Ibarra, el Guillermo Tita boliviano y el Cani Alejandro Oscar Villagra. Sólo falta Lala. Pero sobre ese caso, el ex sargento Gómez sólo dijo que tras el secuestro de Fernández, él se había abierto de la banda y había escuchado que iban a dar un golpe el 21 de septiembre. A Belluscio lo secuestraron el 22.
Más información jugosa la aportó el oficial Pablo Machicote. Presentó un informe a la fiscal Molina con una detallada investigación en la que acusaba a los mismos que señalaba Gómez. Tan detallada la acusación que sus testigos son más etéreos que el propio Sombra: son “vecinos honestos de la villa San Cayetano que prefirieron mantenerse en el anonimato”.
Nada de esto exculpa a Tita ni a sus coacusados de ninguno de los secuestros. Simplemente no los acusa. Es una vieja estratagema para detener socios para calmar las aguas y obligar a liberarlos por la falta de pruebas. A Tita es más probable que le caiga el sayo por el homicidio de Maximiliano Lenarduzzi, de 22 años, en la San Cayetano. Tita declaró ante el fiscal Mario Kohan. Según una fuente del caso, aseguró que estaba sentado, que se le había escapado el disparo, tiró el arma y salió corriendo. “El disparo fue de arriba hacia abajo –reveló la fuente–, o sea que no estaba sentado. El arma no apareció, pero quedó la bala en el cuerpo. Es 9 milímetros.” Kohan pidió las armas 9 mm del caso Belluscio para pericias balísticas. Si una de ellas coincide con el plomo, se habrá probado que fue él quien disparó y que, además, participó en el secuestro de Belluscio.
En cuanto al Negro Sombra, desde el inicio era una de las líneas de investigación de Rita Molina en la causa Belluscio. Según fuentes de la investigación, no hay más pruebas que las existentes en el caso Andrada. Sin embargo, está imputado de ambos secuestros.
Ahora lo investigan por el secuestro del padre del Corcho Rodríguez. Lo difícil del mito es desembarazarse de las historias que le adjudican.