Dom 11.09.2016

SOCIEDAD  › MARCHA POR LA PAZ Y LA SEGURIDAD EN EL BARRIO LIBERTADOR

Para empezar a cerrar la herida

El franciscano de la iglesia local la convocó a dos semanas de que el médico Lino Villar Cataldo matara de cuatro balazos a Ricardo Krabler, al que acusa de querer robarle. El debate sobre la justicia por mano propia y la defensa.

› Por Carlos Rodríguez

“A mí esto me da confianza, me da esperanza, porque hay gente comprometida con la paz, a pesar del temor y del riesgo”. Es el deseo que expresa, en diálogo con Página/12, el sacerdote franciscano Alberto Benegas, párroco de la zona de Loma Hermosa, en San Martín, la figura convocante de un acto que se hizo ayer en el barrio Libertador. En la plaza de Márquez y Libertador, centenares de vecinos se juntaron para pedir “paz, respeto, seguridad y solidaridad”, en un intento por empezar a cerrar la herida abierta el viernes 26 de agosto, cuando el médico Lino Villar Cataldo, de 61 años, mató de cuatro balazos a Ricardo Krabler, de 26, alegando “legítima defensa” porque el joven intentó robarle el auto. El intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, presente en el lugar, le dijo a este diario que tuvo contactos “con las familias involucradas” y llamó a “esperar que la Justicia esclarezca los hechos y mientras tanto, participar en este acto por la paz, junto a los vecinos”.

El sacerdote Alberto Benegas, quien desde hace ocho años cumple su misión eclesiástica en la zona, considera que “lamentablemente la violencia está instalada en nuestras familias y para terminar con esa violencia se necesita un trabajo desde que somos niños”. Sostiene que la contribución que hacen, desde la parroquia, es “tener a más de 600 niños que concurren a la catequesis, a los que le hablamos de paz, de respeto, de todo aquello que sirve para vivir con dignidad”. Benegas tenía que viajar al exterior en marzo, pero se quedó para seguir en el barrio, aunque el miércoles viajará a Mendoza, su provincia natal, para festejar sus sesenta años junto a su hermano mellizo.

Una de las tantas pancartas levantadas por los vecinos de distintos barrios de Loma Hermosa, dice: “Queremos vivir en paz. ¿Es mucho pedir?” A Luis, un ferroviario nacido en la localidad santafecina de Pérez, se le cierra la voz cuando recuerda que su pueblo “desapareció junto con el tren y hoy parece un jardín japonés”. Desde hace cuarenta años vive en José León Suárez y levanta una bandera que dice que en esa localidad hay “sesenta manzanas olvidadas”. Luis, a los 69 años, sigue esperando “un trabajo social a fondo que termine las desigualdades, porque es la forma de terminar con la violencia”.

En el encuentro se difundió por los altavoces una frase del Papa Francisco que, según Benegas, “es como si hubiera sido dicha para esta reunión”. La palabra del Pontífice define que lo que ocurre hoy en el mundo “no es sólo una crisis económica y financiera, es una crisis ecológica, educativa, moral (...) cuando hablamos de crisis hablamos de peligros, pero también de oportunidades. ¿Cuándo está la oportunidad? Cuando somos solidarios (...) para que cada uno contribuya al bien común de una sociedad que ponga el centro en la persona humana”.

En ese marco, el intendente Gabriel Katopodis, instó a que “se tome con ejemplo esta marcha por la paz, por la unidad del barrio, convocada por el padre Alberto, a la que nosotros venimos a apoyar y a cuyos objetivos tratamos de contribuir todos los días llevando el asfalto, los jardines maternales, los centros de salud, aunque sabemos que hace falta mucho más y que los gobiernos nacional y provinciales contribuyan para garantizar la seguridad y el bienestar de nuestras familias”.

En el encuentro se escucharon canciones religiosas orientadas a promover las acciones solidarias, la convivencia y paz, junto con ese “himno” de León Gieco que parece adecuado para interpretar en todo momento y lugar: “Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferentes, es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente”. De todos modos, en medio de tantos mensajes en favor de la paz y la convivencia, se escucharon también las quejas de vecinos, en su mayoría comerciantes o ex comerciantes que competían en relatar los “ocho, nueve o quince asaltos” sufridos en los últimos tiempos, con fuertes condimentos de violencia.

Aunque fueron pocos, en esos relatos se escucharon algunos discursos que estaban “más cerca de (Juan Carlos) Blumberg que de Gandhi”, como resumió un señor muy serio, de lentes, que reflexionaba en voz alta sobre la necesidad de “buscar formas de sacar de la marginalidad a muchos jóvenes que no tienen futuro y que terminan matando o muriendo por dos centavos”.

Entre los vecinos, la mayoría defendía la actitud del médico Villar Cataldo por entender que “mató porque su vida corría peligro”. A nivel judicial, sin embargo, todavía se discuten aspectos relacionados con su versión de los hechos, cuestionados por la fiscal del caso, Diana Mayko. En el hecho no hubo testigos presenciales y todo se sabe a partir de los dichos del cirujano.

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