Jue 15.09.2016

SOCIEDAD  › EN ZáRATE, UN CARNICERO APLASTó CON EL AUTO A UN ASALTANTE QUE TAMBIéN FUE GOLPEADO POR LOS VECINOS Y FINALMENTE MURIó

Un muerto a manos de la justicia por mano propia

El episodio motivó un reclamo de vecinos por la libertad del comerciante. El intendente denunció que Nación retiró a la Prefectura.

› Por Horacio Cecchi

Un carnicero aplastó con su auto contra un semáforo a un hombre que hacía unos instantes había robado en su comercio junto a un cómplice que logró huir. El comerciante persiguió esquivando tiros a lo largo de cuatro cuadras al dúo que escapaba en moto. Después de aplastarlo con el auto, vecinos y vecinas insultaron y golpearon al asaltante, que murió en el hospital. En una confusa idea de la legítima defensa, ayer también, un remisero en José León Suárez desarmó a un hombre que le apuntó con un revólver y lo mató de tres tiros por la espalda. Los dos casos de reacción posdatada se suman al del médico Lino Villar Cataldo, que hace quince días mató de cuatro tiros a un joven que intentaba robarle el auto, y argumentó legítima defensa aunque el relato del médico no termina de cuajar en la fiscalía. Ayer, por la tarde, vecinos de Zárate entraban a la intendencia para reclamar la liberación del carnicero. El jefe comunal denunció que el Gobierno nacional sacó 150 prefectos de la ciudad (ver aparte).

La noticia era impactante: un carnicero persiguió con su auto, y atropelló a uno de los dos delincuentes que instantes antes habían entrado a robar a su comercio de la ciudad bonaerense de Zárate. Vecinos enardecidos lo golpearon mientras estaba vivo y aplastado por el auto. Más tarde, el hombre murió en el hospital. La imagen sobredimensionada del ladrón que finalmente murió, atrapado entre el caño del semáforo y el auto del carnicero, y el video tomado desde un celular en el que el ladrón es insultado y golpeado mientras está atrapado por el auto, armaron el raid periodístico que insufla ánimos en defensa del exceso como legítima defensa.

El episodio ocurrió el martes poco antes de la una del mediodía, en una carnicería situada en Echeverría y Suipacha, cuando dos hombres que iban en una moto entraron a robar, se apoderaron del dinero de la caja y escaparon. El carnicero, Daniel Oyarzun, primero golpeó con un cuchillo contra una sierra sinfín para asustar al dúo. Y logró su cometido. Los asaltantes tomaron algo de dinero de la caja, dispararon una vez y huyeron. Oyarzun salió a la calle y, según el relato de los testigos, el dúo empezó a tirarle mientras escapaba en la moto. El carnicero optó por subir a su Peugeot 306 y perseguirlos.

Pero la escena no quedó ahí. Cuando llevaban recorridos 400 metros, Oyarzun logró empujar la moto con su auto y voltearla. Uno de los dos hombres logró escapar a pie, pero el otro, Brian González, quedó atrapado entre el paragolpes del Peugeot y un semáforo, gravemente herido. La escena desató la furia de algunos vecinos que se acercaron al atrapado al que le era imposible defenderse ni escapar. Primero empezaron a insultarlo y enseguida comenzaron a golpearlo. Una manera bestial de acompañar la idea de la legítima defensa. Los golpes terminaron, recordando la ley cuando llegó la policía. González, gravemente herido, fue retirado de debajo del auto y trasladado al hospital Virgen del Carmen donde murió el martes a la noche.

Habrá que esperar qué determina la justicia respecto a la persecución de Oyarzun, si su abogado logra encuadrarlo dentro de la legítima defensa. Difícilmente se pueda sostener que la reacción vecinal se encuadre en el marco de la justicia por mano propia que, como su propia definición lo señala, no es justicia. Tampoco linchamiento, que le daría cierto sentido de reacción justificada.

Los peritos policiales no encontraron armas, pero sí detectaron al menos seis impactos de bala a lo largo del recorrido de la persecución.

Oyarzun quedó detenido en una seccional de la zona. Ayer por la tarde fue indagado por el fiscal Martín Zocca. La causa quedó caratulada como homicidio.

El carnicero declaró al fiscal que quiso recuperar el dinero y que sólo intentó tirar de la moto a los delincuentes pero los frenos del auto no respondieron. “No quise matarlo, nada más quería recuperar la plata que me robaron”, dijo el hombre, quien estuvo representado por el defensor oficial Flavio Águila.

La jueza de Garantías Graciela Cione resolverá en las próximas horas si avala el pedido del fiscal Zocca para que siga detenido a la espera del resto de los peritajes.

Un hermano del carnicero, que se identificó como Gabriel, relató su escena: “Él se defiende, sale con el auto y ellos empezaron a efectuar disparos para atrás, a tirar y a tirar, gracias a Dios que no hubo victimas secundarias, todo el tiempo tiraban y él se los llevó con el auto”, describió sin aclarar a qué víctima se refería, si a su hermano o al muerto.

Por su parte, la cajera del local, cuñada del carnicero, dijo que uno de los asaltantes disparó dentro del comercio cuando Oyarzun golpeó con una cuchilla la sierra. “Mi cuñado los quiso tirar de la moto, no matarlos, quería tirarlos para que los agarráramos y se los llevaran, pero pasó lo que pasó”, dijo la mujer.

Otra cara del caso la dio el intendente de Zárate, el vecinalista Osvaldo Cáffaro. Cargó contra la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich a quien le pidió una audiencia. “De 340 efectivos de Prefectura que había, se retiraron 150 de un día para el otro, esto descompensa cualquier planificación de seguridad urbana”, denunció.

A media tarde, el salón principal de la intendencia fue tomado por vecinos que reclamaban con carteles la liberación del carnicero. La lectura de los carteles no dejaba dudas: la víctima era el carnicero; los que habían golpeado al atrapado bajo el auto eran vecinos indignados; el único muerto no era víctima sino culpable. La pregunta ausente en los carteles fue ¿en qué momento defenderse deja de serlo para transformarse en agresión?

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