SOCIEDAD › IMPULSAN EN MENDOZA QUE ORGANISMOS DE DD.HH. Y DE MUJERES PUEDAN SER QUERELLANTES
A partir de la desaparición de dos chicas de condición humilde en el departamento de Lavalle, la directora de la escuela a la que concurrían moviliza el recuerdo de las jóvenes y promueve un proyecto de ley que ya tiene media sanción.
› Por Mariana Carbajal
Johana Chacón fue vista por última vez el 4 de septiembre de 2012, en la localidad mendocina de Tres de Mayo, departamento Lavalle. Tenía 13 años y cursaba 7º grado en la escuela pública Virgen del Rosario. La directora del colegio, Silvia Minoli, fue desde entonces el motor para que nadie olvide en la provincia el nombre de la niña, y el de otra joven, de 28 años, Soledad Olivera, cuyos hijos concurrían a la misma escuela, que había desaparecido nueve meses antes que Johana y tampoco se sabía nada de ella. Las dos eran muy pobres. A lo largo de estos cuatro años, Silvia organizó marchas, pintó murales, y encabezó el reclamo de justicia en ambos casos. Incluso, presentó un proyecto ante la Legislatura, que se aprobó el año pasado y se empezó a implementar ahora, por el cual cada 4 de setiembre, en conmemoración con la desaparición de Johana, se trabaje en todas las aulas mendocinas, en una jornada de reflexión, sobre violencia de género, trata y protección integral a la niñez. Silvia quiso ser querellante en los juicios, pero la rechazaron por no tener un vínculo familiar con las víctimas. Su historia inspiró un proyecto de ley, que ya tiene media sanción, para permitir a asociaciones de defensa de los derechos de la mujer y organismos de DDHH ser querellantes en casos de femicidio.
La desaparición de Soledad Olivera y Johana Chacón en Lavalle es una herida abierta en Mendoza. Como los casos de María Soledad Morales, en Catamarca, y de Marita Verón, en Tucumán, la ausencia de la joven y la niña de Lavalle marcaron un antes y un después en la provincia, cuenta Silvia, en diálogo con Página/12. Esta docente, de 57 años, que está a punto de jubilarse, se puso al hombro el reclamo de Justicia. Silvia señala con tristeza el apoyo diferencial que ofreció el gobierno provincial para esclarecer estos casos, en los cuales las chicas son pobres, en relación a los femicidios de Marina Menegazzo, de 21 años, y María José Coni, de 22, las dos turistas mendocinas, asesinadas en febrero en la localidad balnearia de Montanita, Ecuador. “Cuando son chicas de clase media la provincia pone todos los recursos, pero se invisibiliza el tema si son pobres”, dice la docente.
–Que desaparezca una alumna es un hecho muy doloroso en cualquier institución. La escuela tiene una función social. Al no haber una familia que luche por la verdad, como docente, sentí que tenía que ocupar ese lugar. La visibilización del caso en estos cuatro años ha servido para que toda la provincia tome conciencia del problema de la violencia de género.
Johana era la cuarta de cinco hermanos. “Estaban a cargo de un matrimonio. El papa lo había arreglado así. La mamá cada tanto aparece”, contó Silvia. La escuela Virgen del Rosario está en la localidad de Tres de Mayo, departamento de Lavalle. A partir de la iniciativa de la directora, se pintó un mural, a media cuadra de la plaza. “Es la pared trasera de una escuela. Pintamos los nombres de las dos chicas y un signo de interrogación. Cada 4 y cada 18 de mes, agregábamos un nuevo signo. Así en estos cuatro años, se llenó de signos de pregunta. Entonces, decidimos blanquearlo nuevamente y poner un signo cada año”, contó Silvia. Este 4 de setiembre, se cumplió en escuelas de la provincia con la jornada de reflexión, aprobada por ley en 2015. La Dirección General de Escuelas envió materiales y un protocolo de cómo actuar frente a casos de cualquier tipo de violencias que involucren al alumnado. “Hay alumnos de secundario que han hecho videos a partir de estos casos, chicas que han contado situaciones de abuso sexual, se empezó desnaturalizar la violencia de género”, destacó la docente.
En las causas judiciales que investigan ambas desapariciones hay un único imputado: Mariano Luque, de 34 años, quien vivía con la hermana mayor de Johana, Beatriz, entonces de 17 años, cuando la niña fue vista por última vez, bajando del micro escolar, en la finca rural en la que vivía esa pareja junto a un matrimonio, que tenía a su cargo la crianza de Johana. Después se supo que Soledad había ido a ver a Luque el último día que fue vista con vida, el 18 de noviembre de 2011, y tenía en su teléfono un centenar de mensajes y llamadas de él. Luque fue absuelto por el beneficio de la duda en setiembre de 2015 por el caso de Soledad. Dos meses después, Beatriz, la hermana de Johana y quien era pareja de Luque, declaró que ella había visto cómo el hombre mataba a la niña y quemaba su cuerpo. Luque volvió a ser detenido pero un juzgado de Garantías lo liberó, con el argumento de que el testimonio de Beatriz no era creíble. En abril de este año, la Suprema Corte mendocina anuló el fallo absolutorio, dictado por la Cámara del Crimen, y pidió que se realice otro juicio. Además, solicitó la calificación de los hechos como homicidio: la imputación original era privación ilegítima de la libertad.
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