SOCIEDAD
› DE VÍCTIMAS, ARREPENTIDOS Y SOPLONES
De víctimas, arrepentidos y soplones
El fiscal Sica tomó declaración indagatoria a los seis detenidos. Un constructor de lanchas estaba en la mira de los secuestradores.
› Por Horacio Cecchi
Los seis detenidos por el secuestro de Ernesto Rodríguez ayer desfilaron por la fiscalía de Jorge Sica para prestar declaración indagatoria. Entretanto, el caso sigue tan enrevesado como lo estuvo desde el inicio. Como anticipó Página/12, la voz del Negro Sombra Leiva fue reconocida durante las negociaciones de tres secuestros y la preparación de un cuarto (ninguno correspondía al caso Rodríguez). La voz, según un informe de la SIDE, coincidía con los llamados de Leiva a una remisería. El remisero Hugo Ugarte fue detenido junto a Leiva cuando lo trasladaba en su remís. Su remisería trabajaba para el constructor náutico Luis López Blanco, el empresario cuyo secuestro se estaba planeando. Lo sorprendente del caso es que Ugarte fue liberado por Sica y al Negro Sombra no le imputan por ahora esos casos sino haber participado en el secuestro de Ernesto Rodríguez. Los datos para la acusación, según fuentes judiciales, los aportó un testigo de identidad reservada. Lo curioso es que, según el abogado de Leiva, José Vera, cuando le tomaron declaración a su cliente, el fiscal Sica le aseguró que en la causa no había testigos de identidad reservada. No es lo único curioso.
Desde las dos de la tarde de ayer, la fiscalía de Jorge Sica estuvo dedicada a tomar las indagatorias de los seis detenidos en San Andrés de Giles, entre ellos, Lala López, prófugo en la causa por el secuestro de Pablo Belluscio. Según su abogado Juan Planes, Lala usaba la quinta como aguantadero, pero “no tiene nada que ver con el secuestro de Rodríguez”. Sin embargo, una vecina de la villa San Cayetano relató que el Lala deambulaba por la villa como si nada pasara y que recién desapareció del lugar hace unos cinco días. El dato no lo exculpa del secuestro y que lo hayan encontrado en el mismo lugar donde mantenían cautivo a Rodríguez será una piedra difícil de moler para Planes.
De los seis detenidos, Lala es el que aparece como más legendario. Su apodo ya había sido profusamente mencionado en la prensa junto al de Tita Desideri (detenido el 21 de enero pasado), en vinculación con el secuestro de Belluscio. En ambos casos, diferentes fuentes insistieron en que la banda contaba al menos con protección policial. Lala comparte los renglones de la leyenda con otro mítico también detenido, Sergio Orlando Leiva Pérez, más conocido como el Negro Sombra.
Al Negro Sombra lo detuvieron el 21 de enero pasado. El mismo día, unas horas antes, había sido detenido el Tita. Leiva viajaba en un remís. El chofer, Hugo Ugarte, no será ajeno al caso y tendrá más adelante un papel relevante. Según reveló ayer Página/12, el 26 de noviembre pasado la SIDE entregó un informe a la fiscal Rita Molina. En ese informe se mencionaba que los agentes de inteligencia habían recibido datos de la planificación de un secuestro. El dato, ahora fue corroborado por el propio objetivo: Luis López Blanco, constructor de lanchas de la zona norte. El empresario dijo que la fiscal lo puso en aviso y le puso una custodia de Prefectura.
El informe de la SIDE mencionaba que buscando pruebas de la planificación, se intervinieron varios teléfonos. Entre ellos, el de la remisería de Ugarte. De ese teléfono surge la voz del Negro Sombra en varias ocasiones. Además, el informe detalla que en los casos de Leopoldo Andrada, Juan Cirielli y Hanner, se determinó que la voz que negociaba el pago del rescate con los familiares era la misma, y pertenecía a un personaje que se hacía llamar José. Según el mismo informe de la SIDE, José y el Negro Sombra tienen la misma voz. Pero hay más: el remisero Ugarte no sólo trasladaba a Leiva. También trabajaba como remisero para la empresa de López Blanco, según reconoció ayer el propio empresario. De ahí al rol de entregador hay una delgada línea. Pese a esa revelación, Ugarte fue liberado.
Al detener a Leiva, Sica no le imputó ninguno de estos cargos. Por lo menos hasta ahora no lo hizo. En cambio, lo acusó de participar en el secuestro de Rodríguez. En ese caso, otro informe de la SIDE al que tuvo acceso este diario señala que la voz de quien negociaba con el Corcho era el Jeta Medina, muerto en el allanamiento de la chacra de San Andrés de Giles. Quien reconoció la voz fue nada menos que Ugarte. ¿Por qué Sica lo vincula a Leiva con el caso Rodríguez? Todas las pruebas fueron aportadas por un misterioso testigo de identidad reservada. Ayer, el abogado del Negro Sombra estaba indignado: “Cuando le tomó la indagatoria –confió Vera a Página/12–, le pregunté al fiscal si había algún testigo de identidad reservada y me aseguró que no”. Según fuentes judiciales, entre otras cosas, el testigo dijo que un día antes del secuestro de don Ernesto, Leiva había recorrido la zona de la quinta El Despertar haciendo tarea de inteligencia. Es posible que sea cierto. Vera lo niega y pide que se analice la señal del celular de su cliente, que era uno de los intervenidos por la planificación del secuestro de López Blanco.
Cierto o no, ahora todas las miradas convergen sobre el remisero. Muchos sospechan que se trata del misterioso testigo de identidad reservada cuya libertad es, por el momento, incomprensible. A menos que se trate del misterioso informante y haya negociado declarar a cambio de su libertad. Las rarezas del caso siguen. Ayer, quizás en un lapsus, el propio Corcho se encargó de revelar algunas. El lunes pasado Sica había logrado la liberación de Cristina Taborda. El caso de la esposa del director de la AFIP de Pergamino estaba en manos de la fiscal de San Nicolás, Amalia Sívori. Pero Sica lo pretendía. Ayer, el Corcho dijo al aire, durante el programa El Exprimidor de Ari Paluch, que el allanamiento para dar con Taborda había sido forzado con el argumento de que se buscaba a don Ernesto (que sí investiga Sica).
En el mismo programa, el Corcho insistió en sus críticas a Felipe Solá, en un discurso que ya tiene no sólo el color sino también la terminología política de un aldorriquista: “Si a mi papá le pasa algo, me lo banco”, dijo, recordando el momento en que decidió que no se iba a pagar rescate. Y siguió reflexionando sobre las ventajas de que sean los fiscales quienes encabecen las investigaciones. No es una lectura habitual en un hijo de un recién liberado. Es más común a un discurso de campaña que a la verborragia del estrés postraumático.
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