SOCIEDAD
› UN EMPLEADO DE LA CLINICA TOMO FOTOS DE DIEGO EN TERAPIA INTENSIVA
Cazadores de imágenes morbosas
La Clínica Suizo Argentina despidió a un empleado que fue sorprendido después de haber tomado fotos de Maradona con respirador artificial. Las versiones sobre la existencia de imágenes del ídolo, listas para ser vendidas a medios internacionales, estuvieron a la orden del día.
Hasta ahora era sólo un empleado del sector de electromedicina de la Maternidad Suizo Argentina, la vidriera desde donde se difunde hacia todo el mundo cada minuto de la internación de Diego Maradona. El martes a la tarde, aquel empleado fue pescado in fraganti mientras merodeaba los pasillos de la Maternidad. En su poder, la gerencia encontró prácticamente un tesoro: una cámara de fotos con imágenes de Diego Maradona internado, presuntamente valuadas en 20 mil dólares. Ayer, mientras se multiplicaban más versiones de nuevos y más paparazzi dispuestos a todo por una imagen del Diego, la gerencia de la clínica difundía un comunicado oficial que confirmaba la existencia del primer ladrón de fotos, su desvinculación del trabajo y el aumento de las medidas de seguridad.
Desde hace cuatro días y medio, la puerta de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina es uno de los escenarios más visitados por reporteros, camarógrafos y fotógrafos de todo el mundo. Las imágenes de la nueva internación de Maradona aún no han salido: ninguno de los fotógrafos del elenco estable del frente del hospital ha logrado franquear la poderosa muralla de entrada a la Maternidad.
En el año 2000 la revista Gente había conseguido rápidamente darle materialidad a la última caída del Diego. Un acuerdo con sus representantes les permitió el ingreso a la Clínica Cantegril, de Punta del Este, donde estaba internado. Esa vez Maradona no tenía colocado el respirador artificial, el detalle que los cultores de imágenes morbosas buscan con dramática ansiedad por estos días.
En ese contexto apareció el empleado en cuestión. Aún no se sabe si por voluntad propia, por pasión futbolera o porque fue vilmente contratado por alguien, el empleado decidió someterse a la problemática prueba. De acuerdo con la información oficial, pertenecía al área de electromedicina del sanatorio. Y fue detectado “tomando una fotografía en el sector de terapia intensiva”, indicó la dirección de la Maternidad en un comunicado.
La sala de terapia intensiva está en el cuarto piso. Quien ha recorrido en numerosas ocasiones el lugar la detecta fácilmente al costado de la inmensa sala de espera ubicada ante el ascensor. La sala está cerrada por una puerta de vidrio y protegida con un portero eléctrico. Los ingresos y egresos están controlados. Los familiares de los pacientes sólo pueden atravesarla de a uno, y dos veces al día: al mediodía y a la tarde.
Por lo demás, los pacientes están alojados en habitaciones individuales. Los cuartos tienen cámaras que confluyen en una zona clave: el área de monitoreo, desde donde se hizo la fotografía en cuestión.
Por esa área sólo pasan los enfermeros y médicos asignados a terapia intensiva. El espacio es un gabinete vidriado ubicado junto a las habitaciones de los enfermos. Desde allí los médicos siguen la evolución de los pacientes a distancia. O se esconden, como lo hizo el aspirante a fotógrafo célebre.
“Cabe aclarar –dijo la dirección de la clínica en su comunicado– que dicha foto no fue tomada directamente al paciente sino a una de las pantallas que enfocaba al señor Maradona en la sala de monitoreo a distancia.”
Según las versiones que circulan entre los cronistas apostados en las inmediaciones del lugar, el empleado habría sido pescado in fraganti por una colega de la sala de monitores. Cuando lo vio acercarse con una máquina de fotos al monitor, le preguntó qué hacía. El respondió con simplicidad: “Quiero tener una foto para mí de mi ídolo”. Ella no se conmovió. Tomó rápidamente el teléfono y denunció al intrépido empleado que, inmediatamente, fue cercado al estilo SWAT por el personal de seguridad de la clínica.
Mas allá de la confianza que les tienen a los empleados, dijeron en la clínica, a la estrella del día le sacaron los créditos: el especialista en electromedicina “fue desvinculado y se ha girado el caso a nuestro Departamento Legal para realizar las acciones pertinentes”. En cambio, no se hizo denuncia policial.
El caso produjo un sinfín de leyendas. A lo largo del día aparecieron nuevas versiones sobre nuevos entrometidos. Se llegó a vaticinar con cierto grado de certeza que, ahora sí, alguien lo había logrado. Que la imagen del Diego enchufado al respirador ya estaba en una redacción alemana preparada y lista para una tapa. Las cotizaciones barajadas sobre las imágenes iban de 6 mil pesos a 20 mil dólares.
Hacia la noche, el caso del ladrón de fotos ya contaba con un instigador o autor ideológico. Las fuentes más serias señalaban a “una revista de actualidad nacional” como responsable de un presunto soborno al empleado infiel. A partir de ayer, por las dudas, la clínica colocó a tres personas en lugar de una en el cuarto piso: una en la puerta de la habitación de Maradona, otra que recorrerá el lugar de forma permanente y la tercera, que controlará egresos e ingresos con una lista de personas autorizadas.
Subnotas