SOCIEDAD
› EL PAPA CANONIZO AL CURA QUE HIZO UNA GRAN OBRA EN LA ARGENTINA
Don Orione, el santo de los pobres
Nacido en Italia, creó en la Argentina numerosos centros para albergar a jóvenes discapacitados y pobres. Pío XII lo llamó “padre de los pobres y benefactor de la humanidad dolorida”.
Don Orione es el nombre de un barrio del Conurbano, pero también el del Cottolengo ubicado en esa localidad de Florencio Varela y, además, el del sacerdote piamontés que lo fundó, en el marco de una obra humanitaria que se extendió por 32 países de Europa y América latina. Desde ayer, Don Orione es además el nombre de un santo: el padre Luigi Orione, quien estuvo en la Argentina entre 1921 y 1937, donde fundó numerosos centros para la atención de jóvenes discapacitados y en situación de pobreza, fue canonizado ayer por el papa Juan Pablo II, durante una ceremonia de realizada en Ciudad del Vaticano. El acto fue presenciado por más de un millar de peregrinos de la orden orionita de todo el mundo, entre los que se encontraban unos 200 argentinos.
Mientras en el Vaticano el Papa santificaba a Don Orione y a cinco sacerdotes más de distintas nacionalidades, orionitas de todo el país y de distintas regiones de Latinoamérica celebraron la canonización de quien fuera llamado por el papa Pío XII “padre de los pobres e insigne benefactor de la humanidad dolorida y abandonada”, por su entrega en la ayuda a pobres y marginados.
Desde distintas localidades del Conurbano bonaerense y del interior, como Córdoba, Mendoza, Tucumán, Resistencia, Bariloche; y desde Paraguay, Brasil, Chile y México, entre las 32 naciones donde está presente la orden orionita, se siguieron las imágenes de la canonización llegadas desde el Vaticano, en medio de un clima de festejo.
La localidad de Claypole, donde se encuentra desde el 2000 el corazón de Luigi Orione, fue el lugar donde se concentraron las comunidades de Capital y Gran Buenos Aires para celebrar la santificación y realizar una misa de acción de gracias. La ceremonia estuvo presidida por el nuncio apostólico, Adriano Bernardini, y el obispo de Lomas de Zamora, Agustín Radrizzani. El corazón del santo fue llevado hacia el altar levantado en el predio del Pequeño Cottolengo que constituye la sede central de la fundación. “Verdaderamente hoy es una gran fiesta para la Pequeña Obra de la Divina Providencia, porque el Papa ha canonizado a vuestro fundador”, dijo Bernardini.
Luigi Orione nació en Pontecurone (norte) en 1872. De familia humilde, se interesó desde joven por los chicos pobres. Entró en el seminario de Tortona y en 1892 abrió en esa ciudad un centro para cuidar de la educación cristiana de los jóvenes. En 1895 fue ordenado sacerdote. Fundó la Pequeña Obra de la Divina Providencia y realizó obras en Europa y Sudamérica, en particular en la Argentina, Brasil, Uruguay, Chile. Tras su intensa obra misionera, en la que creó cottolengos y hogares, se fue de la Argentina en 1937, oportunidad en la que prometió volver “vivo o muerto”. Tres años después, en 1940, falleció en San Remo. Su sueño se concretó en el 2000, cuando su corazón fue trasladado desde Italia y alojado en el Cottolengo que lleva su nombre.
Cuarenta años después de su muerte, en 1980, Don Orione fue beatificado por Juan Pablo II, quien fue el encargado de canonizarlo ayer. Durante la ceremonia en el Vaticano se recordó que el milagro reconocido a Don Orione para su canonización fue la curación –inexplicable para la ciencia– de Pierino Penacca, un anciano que sanó en 1990 de un cáncer de pulmón. Pennaca, que en ese momento tenía 78 años, fue desahuciado por los médicos, que decidieron no darle ni quimioterapia ni radioterapia debido a su avanzada edad y a la malignidad del tumor. “Sus hijas rezaron a Don Orione y poco después sanó y volvió a sus tareas del campo, antes de morir a los 89 años por causada ajenas al tumor”, se recordó ayer.
Alumno de Don Bosco, Don Orione fue definido ayer por el Papa como “el hombre de la caridad sin confines”, como el sacerdote que estaba convencido de que solamente “con la caridad, con el amor, se podía conquistar al mundo”. Su santificación fue votada por unanimidad por el consejo superior de médicos del Vaticano y por las comisiones de teólogos y cardenales. Las celebraciones por la canonización se extendieron en la Argentina y en otras naciones, con misas y reuniones en las que se siguió en directo la transmisión desde el Vaticano. En Córdoba, la ceremonia se centró en el Pequeño Cottolengo local; en Mendoza hubo procesiones por el colegio, la parroquia y el hogar que la obra orionita tiene en la provincia, y en Tucumán se realizó una caravana de más de cinco cuadras de largo, que recorrió 11 kilómetros portando estandartes alusivos. En Avellaneda –donde también hay un Cottolengo–, un nutrido grupo de jóvenes siguió la ceremonia desde el Teatro Roma.
Además de Don Orione, el Papa canonizó a los italianos Annibale Maria di Francia (1851-1927), Paola Elisabetta Cerioli (1816-1865) y Gianna Beretta Molla, al sacerdote español José Manyanet y Vives y al libanés Nimatullah Al Hardini (1809-1858).