Mié 19.05.2004

SOCIEDAD

Un guarda, acusado por la muerte de un pasajero que cayó del tren

Un fiscal de Morón pidió que se sometiera a juicio oral a un empleado de Metropolitano. Lo responsabiliza por la caída de un hombre por una puerta que estaba abierta y lo acusa de homicidio culposo. Los trenes de esa línea no tienen cierre automático.

El guarda de un tren del ex Ferrocarril San Martín podría ser sometido a juicio oral por la muerte de un pasajero que en 2001 cayó a las vías desde una formación que circulaba con las puertas abiertas. Así lo pidió el fiscal Marcelo Tavolaro, de Morón, a cargo de la causa. Lo particular del caso es que el accidente ocurrió en un tren donde las puertas no tienen cierre automático –como sí ocurre en las formaciones eléctricas o en los subtes– y cualquier pasajero puede abrirlas o cerrarlas en cualquier momento del recorrido. El pedido judicial se da en medio de los cuestionamientos a las empresas concesionarias del servicio ferroviario, que están bajo la mirada del Gobierno justamente por las falencias que derivaron en accidentes fatales.
El fiscal Tavolaro acusó al trabajador Rubén Berón, guarda de un tren de la empresa Metropolitano, por la muerte del pasajero Luis Alberto Attaide. Para el fiscal, Berón es autor del delito de homicidio culposo y responsable por “negligencia o impericia” de la muerte del pasajero. El delito de homicidio culposo tiene una pena de hasta tres años de cárcel y puede ser excarcelable.
Para el vocero de la empresa Metropolitano, Fernando Jantus, el pedido del fiscal “contraría el sentido común porque es obvio que un guarda no puede estar en todas las puertas, como también es obvio que cualquier usuario puede abrir una puerta en cualquier tramo del recorrido”.
Según la fiscalía, Berón era el encargado de que el tren partiera en condiciones de seguridad que él debía verificar y violó “su deber objetivo de cuidado” al permitir que el convoy partiera de la estación con algunas de las puertas de los vagones sin cerrar. El pedido deberá ser resuelto en los próximos días por el Juzgado de Garantías 4 de Morón, donde previamente escucharán planteos de la defensa del guarda, el eslabón más débil en la cadena de responsabilidades.
El caso se conoció poco después de que el Gobierno intimara a las empresas de trenes para que mejoraran la frecuencia de los servicios y las medidas de seguridad, entre las cuales figura una prohibición de circular con pasajeros en los estribos de los vagones.
La muerte de Attaide ocurrió a la 0.50 del 23 de noviembre de 2001, cuando el tren se dirigía desde Capital Federal a Pilar, tomó una curva y el hombre cayó de la formación. El pasajero sufrió traumatismo de cráneo y murió en las vías del ferrocarril San Martín, entre el puente de la autopista del Buen Ayre y puente Río Reconquista, en William Morris, partido de Hurlingham.
En la causa judicial, un testigo relató que “el muchacho que se cayó estaba próximo a una puerta que estaba abierta, al igual que las de la mayoría de la formación”. El testigo descartó que a la víctima la hayan empujado y opinó que cayó al perder el equilibrio por un movimiento propio del tren. El fiscal remarcó que “las empresas de trenes deben tener en las estaciones, en las formaciones, de día y de noche, el número de empleados necesarios para que el servicio se preste con regularidad y sin tropiezos ni peligro de accidentes”.
En tanto, ayer fue otro día de accidentes ferroviarios. A la mañana, en la estación Aristóbulo del Valle, del partido de Vicente López, un hombre cayó a las vías al intentar abordar un tren en movimiento de la línea Belgrano. Minutos después de las 18, un adolescente fue atropellado por un tren en cercanías de la estación de William Morris.

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