SOCIEDAD
› PRIMERO LO GOLPEARON PATOVICAS DE UN BOLICHE Y DESPUES POLICIAS
Dos socios unidos para la paliza
Un joven denunció que fue golpeado por patovicas en un local de Flores. En la calle, dos federales lo esposaron y siguieron pegándole. En la 38ª quisieron evitar que denunciara el hecho.
“¿Estás seguro de que querés hacer la denuncia?”, le preguntó en tono burlón un oficial de la Policía Federal, de la comisaría 38ª, en el barrio porteño de Flores. Luis Aranda, de 21 años, le dijo, indignado, “usted estuvo ahí y habló con los policías que me golpearon, ¿cómo me va a preguntar eso?”. La pregunta no tuvo respuesta. El 31 de mayo pasado, Luis fue a bailar a la disco Ivanoff, ubicada en Rivadavia 7518, en Flores. Allí, tres patovicas lo golpearon y lo arrojaron a la vereda del boliche. La odisea continuó cuando dos policías, que lo levantaron y lo llevaron a la vuelta del boliche, lo esposaron y comenzaron con una golpiza que haría estallar en sangre la cabeza de Luis. “Andate pibe, tomátelas de acá”, le advirtieron. Luis caminó desorientado, evitando la avenida Rivadavia para no toparse nuevamente con la policía y llamó a su casa: “Pa, vení a buscarme porque estoy todo roto”.
El viernes 31 de mayo pasado, Luis Aranda fue a bailar a Ivanoff. Ingresó al boliche a las 2.30 de la madrugada del sábado junto a un hermano y un primo. Alrededor de las 3.30 se dirigió solo al baño. Mientras hacía la fila para ingresar, un muchacho, a quien él no conocía, comenzó a despotricar contra los patovicas que estaban a un costado de ellos. “Yo sólo asentí lo que el pibe dijo y en un segundo dos patovicas me arrojaron al piso y comenzaron a darme patadas en todo el cuerpo. Lo único que pude hacer fue taparme la cara”, contó Luis a Página/12.
El metro ochenta y cinco de Luis no impidió que uno de los patovicas lo levantara “como a un muñeco” y lo llevara a la entrada del boliche. En el camino, otro patovica aprovechó para regalarle unas “trompadas” a su ajetreado estómago. Luis fue arrojado a la vereda. Allí quedó solo, desorientado y dolorido. Cuando quiso incorporarse, dos policías lo levantaron, pero no precisamente para auxiliarlo.
“Dos policías me llevaron a la vuelta del boliche –señaló Aranda–. Me esposaron y me golpearon con palos. Me pedían que no les mirara la cara. Luego rompieron los vidrios de un auto, estacionado en el lugar. Luego, llegó un oficial. Los policías le dijeron que yo había roto el auto y por eso me habían detenido. El oficial me miró, se apartó del lugar y habló con los policías.”
“Le grité al oficial que yo no había hecho nada –detalló Luis–, que ellos me habían golpeado. Pero el oficial no me dijo nada, subió al patrullero y se fue. Los dos policías siguieron golpeándome hasta que me reventaron la cabeza. Ahí me sacaron las esposas y me dijeron ‘chau, andate, tomátelas de acá’”. Herido, perdiendo sangre y sin dinero caminó 25 cuadras. Recordó que podía llamar a su casa a través del servicio de cobro revertido. Y esperó a su padre en la esquina de Olivera y Tapalqué.
Salió del hospital con tres puntos en la cabeza y con una serie de estudios médicos bajo el brazo. Ese mismo día, junto a su padre, se dirigió a la comisaría 38ª de Flores. Según Luis, cuando estaba por efectuar la denuncia, un oficial, el mismo que había estado en el lugar del hecho, le preguntó “¿Estás seguro de que querés hacer la denuncia? ¿Vos podés reconocer a esos dos policías que decís que te golpearon?”.
“No tuve miedo, denuncié todo”, afirmó Luis. Ayer declaró en la Fiscalía Correccional 6 y dejó asentada la denuncia ante el defensor del Pueblo adjunto Gustavo Lesbegueris, quien reclamó “mayores controles de prevención en el registro de personal de seguridad”. Según el subsecretario de Seguridad porteño, Enrique Carelli, “en una inspección realizada el sábado en la disco Ivanoff, constatamos que el personal de vigilancia no estaba denunciado, lo que transgrede la ley 118. Por eso ordené la clausura del local bailable”.
Este nuevo caso se conoce pocos días después de que otro joven, Martín Torres Pereyra, de 17, fuera atacado en la disco New York City por un cabo de la Policía Federal que trabajaba como custodio. El chico sufrió el estallido de la vejiga y estuvo internado una semana, mientras el gobierno porteño dispuso la clausura del boliche.
Informe: Silvia Marchant.