Vie 11.06.2004

SOCIEDAD

“Yo nunca pude adaptarme a la escuela secundaria”

De los 3200 jóvenes que volvieron a las aulas porteñas, 500 fueron a las escuelas de reinserción. Ayer, Ibarra escuchó elogios y reclamos de los alumnos. Harán otros seis colegios.

“Es horrible querer estudiar y que no te dejen. Después de dejar la secundaria por mi embarazo, quería retomar los estudios, pero por la edad no me aceptaban.” Vanesa Naranjo, que a los 18 años se autodefine como madre soltera, retomó el colegio después de dos años de haber estado sin estudiar. Al igual que otros 500 jóvenes que comenzaron a cursar en las seis escuelas nocturnas de reinserción de la Ciudad de Buenos Aires, que abrieron sus puertas este año. El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, anunció que “a partir de la demanda que hay de chicos que quieren volver a estudiar, el año que viene se abrirán nuevos establecimientos” de reingreso. Según especificó a Página/12 la secretaria de Educación, Roxana Perazza, serán al menos seis las nuevas escuelas que serán inauguradas en 2005.
Al igual que Vanesa, otros 11 alumnos de colegios de reinserción asistieron ayer al Ejecutivo porteño para charlar con Ibarra sobre la experiencia de haber vuelto a la escuela. “Yo nunca había podido adaptarme a la escuela secundaria. Y pensé que nunca iba a terminar, pero acá es distinto. Si no entendés algo, las profesoras se sientan al lado y te explican hasta que no te quedan dudas”, contó uno de los chicos que había dejado la escuela después de repetir segundo año. “La profesora no me deja salir hasta que no termino de entender”, expresó Natalia, otras de las alumnas que había dejado la escuela el año pasado. Después de preguntarles cómo les iba en la escuela, Ibarra destacó el hecho de que los chicos “generen sus vínculos y un sentido de pertenencia dentro de la escuela y no en la calle”. “Los padres cuentan que veían que sus hijos se abandonaban y ahora ven que quieren estudiar”, enfatizó una directora.
El sistema en las escuelas de reingreso es diferente al de los colegios de educación media, ya que “el régimen se flexibiliza: se cursan las materias por cuatrimestres y si hay una que está baja, van a clases personalizadas de apoyo. Si tienen aprobada alguna en otra escuela, se las acredita en ésta”, explicó Noemí Cajal, directora de la Escuela de Educación Media 1.
La vuelta de estos chicos a la escuela forma parte de la campaña Deserción Cero, lanzada hace dos meses por el gobierno porteño. Cerca de 3200 jóvenes que habían dejado volvieron al colegio. De éstos, 495 asisten a las escuelas de reingreso, mientras que el resto se reparte entre los establecimientos para adultos, los adolescentes que volvieron a inscribirse en secundarios alentados por un promotor educativo y los que participan del Programa Adultos 2000, que permite rendir materias libres sin cursarlas. Perazza anticipó, además, que después de las vacaciones de invierno abrirán sus puertas dos nuevas escuelas para adultos.
Las historias de los chicos que cruzan, por segunda vez, la puerta de ingreso al secundario es variada. Hay casos como el de Vanesa que, pese a los avatares de ser una madre soltera, ahora no para de jactarse de lo bien que le va en las materias y de proyectar un futuro al que no le faltará el sombrero ni el delantal de chef. Y también hay casos como el de Daniel González, de 17 años, que dejó la escuela hace un par de años, porque pensó que nunca iba poder terminarla. “Me llevé historia y me bajoneé, pensé que no iba a poder, que iba a repetir. Y dejé, pero después me di cuenta de que quería retomar, y ésta me pareció una buena chance”, señaló Daniel, de Villa Soldati, que se reparte sus tiempos entre la escuela, las changas de pintura y su trabajo de apoyo en un comedor comunitario. En el caso de los chicos que trabajan, las escuelas dan la opción de rendir menos materias al año para poder complementar ambas actividades.
Durante la merienda que compartieron con Ibarra, los chicos agradecieron la iniciativa y aprovecharon la ocasión para reclamar “computadoras, libros y la instalación de guarderías”, porque “muchas alumnas somos madres”, sostuvo una de ellas. Pero pese a no tener un espacio dedicado al cuidado de los nenes, las alumnas que son madres manifestaron que pueden ir con sus hijos. “Yo no podía retomar la escuela porque no tenía con quién dejar a mi hijo y ahora voy con él al colegio”, aseguró otra de ellas.
El jefe de Gobierno porteño prometió hacerse eco de los reclamos y afirmó que “es importante que los alumnos cuenten con los elementos que necesitan para asegurar su permanencia en la escuela”. Ibarra puntualizó que esta iniciativa “es exitosa por la convocatoria que tuvo y la demanda que generó; por la flexibilidad del sistema y por su sistema de becas”, que contempla la entrega de 250 pesos anuales para comprar útiles y elementos que requieran. Los chicos, además, cenan en la escuela. “Después, las maestras nos dan la vianda para llevarles a nuestros hijos”, contó Vanesa.
Elena Candell, directora de la Escuela Media 5, en la que un 98 por ciento del alumnado proviene de la villa 11-14, aseguró que el empeño de los chicos en los colegios de reingreso “es mayor al del resto de las escuelas medias. De hecho, en estos colegios donde todos los alumnos dejaron alguna vez la escuela, no hay problemas de abandono”.

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