Juntar cartones, cultivar algodón, tabaco o yerba mate, fabricar ladrillos y, en el peor de los casos, ser víctima de explotación sexual, son actividades que suelen tener a niños como protagonistas. En la Argentina, según estimaciones oficiales, son 1.500.000 los chicos que pierden horas de juego y de estudio para trabajar. “La causa principal de esta problemática es la falta de empleo en los adultos”, destacó una funcionaria del Ministerio de Trabajo. Desde la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti) advirtieron sobre la inexistencia de recursos, dentro del presupuesto oficial, destinados a afrontar esta temática. En vísperas del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra hoy, Página/12 entrevistó a chicos que hasta hace poco trabajaban como cartoneros y que recuperaron espacios de niñez gracias al programa que impulsa una ONG. “Los que tienen que trabajar son los grandes”, dijo Matías. “Los chicos tienen que ir a la escuela a estudiar”, agregó Sergio. Si bien ellos ya no trabajan, existen muchos niños que no pueden decir lo mismo.
“El Gobierno está preocupado por erradicar este fenómeno. Esta es una gestión con una mayor predisposición que las anteriores para paliar esta problemática. La falta de trabajo en los adultos tiene relación directa con el aumento del trabajo infantil”, aseguró Silvia Kutscher, integrante de la Unidad de Inspección y Monitoreo del Trabajo Infantil de la Secretaría de Trabajo de la Nación.
En 2000, se creó la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti), donde participan representantes de todos los ministerios de la Nación, organizaciones de trabajadores y empleadores, actores sociales interesados en la temática y la Iglesia Católica, para implementar políticas en este sentido. Y en 2002 se formaron 12 Comisiones Provinciales de Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti) que realizan acciones en ese sentido.
“No existen recursos dentro del presupuesto del Ministerio de Trabajo destinados a erradicar esta problemática. Aunque estamos fuertemente comprometidos en afrontar esta problemática, sabemos que nuestra labor es importante pero no es suficiente”, sostuvo la presidenta de Conaeti, Graciela Sfasciotti.
Según relevamientos hechos por la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), “existen 500 mil chicos, menores de 14 años, que trabajan en el ámbito rural”. Las provincias con mayor presencia del fenómeno son Misiones, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y La Rioja. Allí, los niños trabajan en cultivos de yerba mate, té, algodón, tabaco y en la zafra de la jojoba. La Uatre, junto a la Conaeti, realizó en el país una campaña para sensibilizar a la población rural sobre las consecuencias que trae el trabajo en los niños.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en conjunto con la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), realiza desde hace un año el Programa Actuemos contra el Trabajo Infantil, a través de la capacitación de docentes para detectar el problema en escuelas de todo el país. La diputada Marta Maffei presentó en marzo pasado un proyecto ante el Congreso nacional para elevar la edad mínima de admisión a un empleo a 16 años. A su vez, más de 40 empresas en el país se sumaron a una campaña de la OIT donde se comprometen a no contratar mano de obra infantil.
Según un muestreo realizado por la OIT, a fines del año pasado, en la Triple Frontera que une Ciudad del Este, en Paraguay, Foz de Iguazú, en Brasil, y Puerto Iguazú, en la Argentina, cerca de 3500 chicos menores de 18 años son explotados sexualmente en esa zona. Según el organismo internacional, en el mundo trabajan 246 millones de chicos, de entre 5 y 17 años.
Para erradicar el trabajo infantil, la institución Alma Mater Indoamericana (AMI) realiza tareas desde 2001 en las localidades bonaerenses de José C. Paz, San Miguel y Tigre. En 2002, creó un emprendimiento de elaboración y venta de detergente, que dio trabajo a miles de padres cartoneros y logró que más de 3 mil chicos dejaran de trabajar y volvieran a la escuela. Entre esos niños se encuentran Andrea, Matías, Jonatan y Sergio de 9, 10, 8 y 10 años.
Hace un año, todos los mediodías, ellos caminaban 5 kilómetros desde sus casas, en el barrio Sarmiento, hasta la estación de José C. Paz. En el “tren de los cartoneros” llegaban a “la Capital” y caminaban interminables calles hurgando la basura, recolectando cartón y hasta comida, entre otros elementos. “Volvíamos a las dos o tres de la mañana. Yo dormía todo el viaje porque tenía mucho sueño, estaba cansado y no daba más de caminar”, contó Sergio a Página/12. Al llegar a la estación, los despertaba otra larga caminata hacia sus casas. “Ahora no trabajo más y estoy contento porque volví a la escuela”, agregó Matías.
“Les estamos enseñando a leer y a escribir a mi mamá y a mi papá”, relató Sergio. Su mamá, Mariela Sánchez, que trabaja en el emprendimiento de AMI, contó que, cuando salían a cartonear, nunca les soltaba la mano a sus hijos. “Ahora veo a tantas familias y tantos chicos que trabajan que me da mucha pena. Mis hijos ahora juegan, ven televisión, tienen una vida de niños”, dijo Mariela y los ojos se le llenaron de lágrimas.
“La falta de trabajo es la raíz de esta problemática y el compromiso del Estado es fundamental para erradicar este fenómeno. Nunca pensé que iba a ver a niños y niñas comiendo de la basura”, señaló la directora ejecutiva de AMI, Paola Karina González.
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño fue ratificada por la Argentina por la Ley 23.849 y tiene jerarquía constitucional desde 1994. El país ratificó el Convenio 138 de la OIT sobre la edad mínima de admisión al empleo, que en la Argentina está establecida por la Ley de Contrato de Trabajo 20.744: esa norma prohíbe a “los empleadores ocupar a menores de catorce años”; la Ley 22.248, que regula el trabajo agrario, sanciona a quienes empleen a menores y la Ley 25.212 establece penas a quienes empleen a niños en otras actividades laborales.

Informe: Silvia Marchant.