SOCIEDAD
› EN ARGENTINA, 130 MIL PERSONAS NO SABEN QUE PADECEN LA ENFERMEDAD
Diabetes, una epidemia silenciosa
Por la falta de controles periódicos, la enfermedad se detecta tarde, cuando ya ha producido daños cardiovasculares que pueden conducir a la invalidez o a la muerte. Para la OMS, el impacto mayor se produce en adultos en edad laboral en países en desarrollo.
› Por Pedro Lipcovich
Ciento treinta mil personas, en la Argentina, ignoran que están afectadas por una grave enfermedad. Es la diabetes: la “epidemia silenciosa”, como la nombró la OMS al admitir que está fuera de control, que las cifras mundiales triplican las previsiones, que hay 171 millones de enfermos, con más de tres millones de muertes por año y que, si la situación no se revierte, la diabetes atacará a 366 millones de personas en 2030. Especialistas argentinos señalaron la gravedad de la situación local, cuyo eje está en la palabra prevención, que para la diabetes se plantea en varios niveles. Por de pronto, si esos ciento treinta mil no saben que están enfermos es porque “muchas personas, y especialmente los pobres, no se hacen chequeos médicos periódicos”, señaló un diabetólogo. Además, de entre los que ya saben que tienen diabetes y que son otros ciento treinta mil, muchos no hacen los controles específicos que les garantizarían prevenir las complicaciones –especialmente, cardiovasculares– que llevan a la muerte o la invalidez. Pero la falta de prevención también puede situarse antes: muchos de los casos de diabetes podrían evitarse si la gente recuperara un estilo de vida menos “occidentalizado” en cuanto a sedentarismo y comida basura. Entretanto, y para los que ya deben ser tratados por la diabetes, culminaron con éxito los ensayos de una nueva insulina inhalable, que podrá sustituir a las inyecciones diarias y estará en el mercado el año que viene.
“Diabetes Action Now” se llama el programa que lanzó la OMS para “crear conciencia sobre la diabetes y estimular la adopción de medidas de prevención”. La entidad advirtió que la diabetes “es una amenaza que empeora rápidamente y su mayor impacto se produce sobre adultos en edad laboral en los países en desarrollo”. Según la OMS, “seis muertes por minuto en el mundo deben atribuirse a la diabetes o enfermedades vinculadas: tres veces más de lo calculado previamente”.
Hay dos tipos de diabetes: la tipo 1 suele adquirirse en la infancia y se la considera una enfermedad autoinmune, en la cual el organismo mismo ataca a las células del páncreas que producen insulina. Pero el 90 por ciento de los casos corresponde a la diabetes tipo 2, que suele adquirirse en la edad adulta, y ésta es la que “crece dramáticamente en todo el mundo”, según advirtió la OMS. En 2000, había 171 millones de personas con diabetes; para 2030 las proyecciones arrojan un total de 366 millones. La mayor parte de este crecimiento será resultado de un aumento del 150 por ciento en los países en desarrollo, donde, además, la enfermedad ataca más temprano: “Mientras que, en los países desarrollados, las personas con diabetes suelen haber superado la edad de actividad laboral, en los países en desarrollo la mayoría de los afectados tiene entre 35 y 64 años”, informa la OMS.
¿Por qué esta explosión de la diabetes? Mauricio Jadzinsky, ex presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes y jefe de servicio en el Hospital Durand, resumió así las razones: “La difusión de las pautas de la civilización occidental que implican mayor urbanización, sedentarismo y hábitos alimentarios perjudiciales”. Los factores de riesgo son los mismos que hacen crecer las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, y de hecho “el 80 por ciento de las personas con diabetes tipo 2 muere por enfermedades cardiovasculares, ya que el exceso de glucosa en sangre lesiona directamente las arterias”, señaló Jadzinsky. Por todo esto, la OMS subraya que esta enfermedad “en muchos casos puede prevenirse simplemente con cambios en el estilo de vida”.
En la Argentina, se estima que la enfermedad afecta al 7 por ciento de la población. Este porcentaje “está dentro de los valores promedio internacionales –señaló Maximino Ruiz, jefe y fundador de la División Diabetología del Hospital de Clínicas y profesor titular de la UBA–. En México, por ejemplo, la proporción de diabéticos se eleva al 14 por ciento y, entre los mexicanos que emigran a Estados Unidos, llega al 40 por ciento”. El caso ilustra, según explica Ruiz, la articulación entre factores hereditarios y ambientales para producir la diabetes: cuando a la predisposición genética de los mexicanos, reflejada en aquel 14 por ciento, se suma el estilo de vida de Estados Unidos, cuatro de cada diez enferman (ver recuadro).
Es que “la diabetes es una enfermedad hereditaria que suele manifestarse a partir del sobrepeso: la obesidad es su principal factor desencadenante”, señaló Ruiz. Por este motivo “procuramos, no sólo para nuestros pacientes diabéticos sino para sus familiares directos, promover cambios en su estilo de vida que incluyen alimentación sana y ejercicio físico”.
Pero sucede que “el 85 por ciento de las personas con diabetes tipo 2 no tiene ningún síntoma”, advirtió Ruiz. Esta suerte puede ser su desdicha porque, cuando aparezcan los síntomas, será demasiado tarde. Para impedirlo, necesitan chequeos periódicos, y “no todos los médicos clínicos están entrenados para solicitarlos”, admitió Ruiz. El chequeo se basa en un análisis de sangre cada cuatro meses: “La glucosa en ayunas debe estar por debajo de 130 antes del desayuno y por debajo de 160 durante el día –precisó el especialista–: el control incluye un análisis de hemoglobina glicosilada, que debe estar por debajo del siete por ciento”. Bajo estos controles y adecuando su estilo de vida, los 260.000 diabéticos argentinos no tienen por qué tener síntomas.
Pero otros tantos ni siquiera saben que son diabéticos. “El 50 por ciento no tiene idea de que padece la enfermedad –señaló Jadzinsky–, porque la mayoría de la gente no se hace chequeos de salud periódicos, especialmente en las clases sociales bajas”. No obstante, en la Ciudad de Buenos Aires, “los hospitales públicos ofrecen chequeos y cobertura completa en caso de diabetes, a todos los habitantes de la ciudad”.
Para los que necesitan administrarse insulina –en general, quienes padecen diabetes tipo 1 y parte de los pacientes de tipo 2–, la noticia es que “para el año que viene se prevé que llegue al mercado la insulina inhalable –anunció Maximino Ruiz–. Se efectuaron con éxito ensayos en diversos centros del mundo, incluso el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, donde verificamos buenos resultados para su uso en reemplazo de la inyectable. Ya hay dos laboratorios que anunciaron su introducción en el mercado internacional para el año que viene”.
No obstante, “para un paciente recibir insulina pero no tiras reactivas es como comerse un pancho sin la salchicha”, grafica Néstor Loreto, titular de la Asociación de Diabéticos de Buenos Aires (Adiba): “Si en la obra social no me dan las tiras, no sé qué cantidad de insulina aplicarme”, explica, y observa que “muchos diabéticos necesitan educación sobre cómo conducir su propio tratamiento”.
Rubén Torres, superintendente de Obras Sociales del Ministerio de Salud, precisó que “el Plan Médico Obligatorio prevé 400 tiras por año para cada paciente al 70 por ciento de su valor”.
Subnotas