Sáb 26.06.2004

SOCIEDAD

Un festival de diseño, todos los fines de semana, en El Dorrego

Un centenar de diseñadores exhibe sus productos: indumentaria, joyas, mobiliario y objetos. La entrada es libre y gratuita.

Colores fuertes, formas variadas, prendas exclusivas y diversidad de materiales: un mundo de diseño que en la Argentina se expande con fuerza. Sólo en la ciudad de Buenos Aires existen más de cinco mil diseñadores que dedican sus horas a darle forma a lámparas, zapatos, carteras, camisas, polleras, muebles y hasta juguetes. Este año abrió en Colegiales un centro de ferias de diseño donde cada fin de semana exhiben sus productos alrededor de 100 diseñadores. En su primer mes asistieron más de 30.000 personas y según aseguran en el gobierno porteño, el número de visitantes “aumenta cada vez más”.
“Después de atravesar una década (los 90) en la que se destruyó la industrialización del diseño, fue como volver a empezar”, explicó Adriana Picech, diseñadora de indumentaria. Y aunque aún “falta desarrollar la cultura del diseño”, la “caída de la importación y la gran cantidad de egresados de carreras afines en el país le dio un fuerte impulso al sector”, sostuvo Laura Rey, diseñadora de lámparas. Tanto Picech como Rey participan con sus propias marcas de la feria de El Dorrego, el centro inaugurado en mayo de este año por el gobierno de la ciudad, ubicado en Dorrego y Zapiola. La muestra actual, compuesta por 94 stands, continuará este fin de semana y hasta el segundo sábado y domingo de julio. Luego, continuará otra exposición destinada a productos y actividades para chicos.
Según estimaciones oficiales, el segmento del diseño representa hoy el 7 por ciento del Producto Interno Bruto de la ciudad y “aún falta bastante por crecer, ya que es un nicho que está en plena expansión”, afirmó Adrián Lebendiker, director del Centro Metropolitano de Diseño (CMD), un organismo público creado con el objetivo de “asistir a empresas, diseñadores y emprendedores para mejorar su propia competitividad”. A diferencia de la mayoría de las muestras, en este centro los expositores no tienen que pagar. “Eso nos permite poder juntar dinero entre todos y destinarlo a publicitar el centro en los medios”, contó Gabriela Horvat, diseñadora de joyas contemporáneas.
Desde que inauguró, El Dorrego –que abre sábados y domingos de 14 a 20– fue en ascenso no sólo en público, sino también en número de expositores, ya que se incrementó en un 50 por ciento la cantidad de diseñadores que exponen desde saleros de cuero, cortinas hechas con vidrios de colores y sillones ondulados hasta fruteras hechas con varillas de metal.
Paola Picech, otra de las diseñadoras de indumentaria, señaló que el hecho de que el espacio sea gratuito “nos ayuda mucho porque si no a los microemprendedores se nos hace muy difícil pagar miles de pesos por un stand en el que vamos a estar sólo unos días, como ocurre la mayoría de las veces”.
En los últimos dos años, se multiplicaron las ferias y puestos con productos cuyo sello distintivo es “la exclusividad”, según coincidieron varios diseñadores consultados por Página/12. Y El Dorrego es uno más de los resultados de esta explosión. “Es una manera de mostrarse porque, además, el público que viene a la feria es muy heterogéneo. Llegan desde extranjeros fascinados por los precios, gente del barrio, visitantes que buscan este tipo de productos, hasta distribuidores con los que se pueden gestar interesantes negocios”, explicó Luis Mitchell, diseñador de objetos y mobiliario.
Los diseñadores que participan de esta feria fueron seleccionados por el CMD, que luego se encargó de darles una asesoría comercial y de decoración de los stands. El organismo también entrega subsidios de hasta 5000 pesos para diseñadores. A diferencia del fantasma que existe con los productos exclusivos, los expositores coincidieron en que los precios “son competitivos”. “Los comercios cargan al menos un 100 por ciento del costo, a diferencia de nosotros, que le cargamos aproximadamente un 70 por ciento”, aseguró Laura Rey.
“El diseño vende”, indicó Hernán Stehle, diseñador de objetos, quien también reconoció que estos productos “están de moda”. Pero según explicó Lebendiker, el propósito de El Dorrego es darle permanencia a la actividad. “No queremos que sea una moda porque es una salida laboral que tiene un buen margen de crecimiento. Incluso, algunos ya exportan o tienen comercios en shoppings”, puntualizó. Para eso, los diseñadores “deben asentarse en una estructura formal donde su emprendimiento esté emparentado con la calidad y la legalidad de sus papeles”.

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