Sáb 03.07.2004

SOCIEDAD  › UNA BANDA DE LADRONES Y
POLICIAS EN EL CASO DE LA VIOLACION Y MUERTE DE MARELA

En la casa del horror también estaba la Bonaerense

La Justicia detuvo al papá de la nena cuyo cadáver apareció en febrero enterrada en el patio de una casa de Avellaneda. También quedó preso un policía de ese distrito. Según la acusación, se dedicaban en conjunto a la piratería del asfalto. Investigan a más policías.

› Por Raúl Kollmann

Una banda parapolicial dedicada a la piratería del asfalto estuvo detrás del secuestro, violación y asesinato de Yésica “Marela” Martínez, la nena de 9 años cuyo cuerpo fue encontrado enterrado en la llamada “casa del horror” de Avellaneda en febrero pasado. Después de cinco meses de investigación y con la actuación de tres fiscales, ayer fueron detenidos el padre de la niña, Víctor Martínez, y el policía Santos Carranza: según los investigadores, ambos formaban parte de esa banda. De acuerdo con lo establecido hasta ahora en la causa, el trágico final de Marela fue una venganza contra su padre perpetrada por algunos miembros de la banda. A su vez, anoche, Dominga Quiroga, la esposa de Martínez y madre de la nena, rechazó todas las imputaciones y aseguró que el giro del caso se debe a una represalia de la policía y la Justicia por las acusaciones que vino haciendo la familia en su contra (ver aparte).
La causa de la “casa del horror” se reavivó esta semana: el miércoles también, la policía capturó a Sebastián Martínez Almada, que responde al seudónimo de “Seba”, acusado de formar parte de la banda mixta. Desde hace meses está preso Héctor Anselmo Sánchez, alias “El Nene”, aparente asesino de la niña. Otro integrante de la organización, aún prófugo, es, según los investigadores, Gabriel Bahía, quien responde al seudónimo de “Muerto”.
Siempre según la hipótesis que derivó en las detenciones de esta semana, la banda operaba de la siguiente manera: Sánchez, Seba y el Muerto robaban camiones con mercancías, transportaban el vehículo hasta un depósito en Avellaneda controlado por el papá de Marela, quien les abría las puertas, descargaba los productos robados y se ocupaba de venderlos.
Los fiscales descubrieron que antes de cada operación se hacía un llamado al policía Carranza para que ponga en marcha la liberación de la zona. Instantáneamente después de recibir la comunicación, Carranza llamaba a la Seccional 1ª de Avellaneda para que ningún patrullero se cruzara en el trayecto de los piratas del asfalto.
En el marco de esas operaciones, la sospecha de los investigadores es que Víctor vendió elementos robados, que no les dio su parte a los cómplices y que éstos, además, sospecharon que estaba preparando una traición para que los detuvieran, con el objetivo final de quedarse con todo el negocio. Como represalia, el Seba secuestró a Marela para exigirle de esa manera que Víctor le diera la parte que les correspondía. En lugar de ello, Víctor hizo público el caso como si fuera un secuestro común y orientó la búsqueda hacia el Nene y Seba. El episodio terminó cuando el Seba, que tenía secuestrada a Marela en una casa de Villa Tranquila, le llevó la nena a Sánchez, aparentemente –no es seguro todavía–, con vida. El Nene la violó y la mató, según la imputación que pesa en su contra.
El sórdido caso Marela demuestra que si la policía hubiera actuado, no del lado de los delincuentes, sino del lado de la ley, el Nene, Seba y el Muerto hubieran estado presos y Marela aún estaría con vida. En cambio, la investigación de los fiscales demuestra que todos formaban la misma banda y todavía falta saber cuántos policías de la Comisaría 1ª de Avellaneda eran parte de la misma organización. Como es obvio, los subordinados de esa comisaría de ninguna manera podrían haber actuado sin el visto bueno de los jefes, ya que liberar la zona implicaba impedir que patrulleros se cruzaran en el camino de los piratas del asfalto.
El meticuloso trabajo de los fiscales Andrés Devoto, Lorenzo La Torre, Carlos Alberto Hassan y la fiscal adjunta Verónica Fernández Zagari aportó unas 1500 páginas de pruebas contundentes sobre los movimientos de la banda y la complicidad policial.
Un caso sirve de muestra. La organización robó el camión Scania SQF 124 que conducía Alfredo Barra y que llevaba 25.000 kilos de liebres congeladas con destino a Alemania. El valor total de la mercadería, propiedad del frigorífico Azul, era de unos 60.000 pesos. Lo cruzaron conun auto en Berazategui, maniataron al chofer y se llevaron el camión hasta el depósito en Deán Funes, entre Montes de Oca y Chacabuco, justito al lado de la vivienda de Víctor Martínez, el padre de Marela. Inmediatamente después del robo, le quitan el celular al chofer y realizan dos llamadas. Una, al celular 155-304-2351, que resulta ser de propiedad del policía Santos Carranza. Este, a su vez, inmediatamente se comunicó con el 4222-9999, o sea el teléfono de la Comisaría 1ª de Avellaneda. Toda esta información surge del peritaje presentado por la empresa Nextel.
En el legajo judicial están volcados los testimonios de once testigos que relataron que, por ejemplo, Martínez vendió las liebres en el barrio y que hizo lo propio con otros productos de los camiones robados. También está el testimonio de un fletero que cuenta cómo transportaba chapas, tirantes y otros elementos desde el depósito donde se metían los camiones robados a una empresa de compraventa ubicada en Bonpland y Córdoba.
También hay otros testimonios en la causa en los que se basaron los investigadores para imputar a los ahora detenidos:
- Hay vecinos que relataron la forma en la que ingresaban los camiones, que eran descargados por el Nene y Víctor, y que luego sacaban los camiones vacíos.
- Otro testigo declaró que vio a Víctor Martínez pagarle al personal policial.
- También figura el testimonio de un testigo que dijo haber escuchado a un hombre darle explicaciones a otro de cómo detener un camión a mano armada.
- Varios testigos relataron que vieron frente al depósito manejado supuestamente por Víctor Martínez la camioneta marca Toyota color rojo del policía Santos Carranza.
Con todos esos elementos, los fiscales imputaron a Héctor Sánchez, al Nene, a Roberto Bahía, al Muerto, a Víctor Martínez, el padre de Marela y a Santos Carranza por los delitos de asociación ilícita y robo triplemente agravado por empleo de armas en poblado y en banda.
En una declaración, el detenido Héctor “El Nene” Sánchez confesó todo el accionar. Relató que salía a robar junto con El Seba, a quien conoció en prisión. Que robaron durante nueve meses a partir de octubre de 2001. Que la barraca se encontraba al lado de la casa de Víctor, el papá de Marela, quien les abría el portón desde adentro. Que al principio le pagaban 400 o 500 pesos semanales por prestarles el lugar. El Nene dijo que entraban con el camión. Allí dejaban el semirremolque, pero al camión lo tiraban en cualquier lado, ya que todos tienen sistema de alarma satelital.
En su relato ante la Justicia, también aseguró que en general mantenían al camionero dentro del camión para que no hiciera la denuncia y después lo dejaban cuando se deshacían del vehículo. Según consta en la causa, El Nene declaró que después de las primeras semanas, Víctor ya era quien se encargaba de vender lo robado. Que con el policía Carranza arreglaban según la plata que tenían, pero nunca menos que 500 o 1000 pesos. Que para robar los camiones utilizaban autos robados. Que en el caso de las liebres, el valor era de 60.000 pesos y cuando vinieron los policías y vieron lo robado se llevaron 16 kilos de liebres.
El Nene sostuvo en su declaración que Víctor los traicionó y que por eso Seba lo encaró: “Vos me la vas a pagar, acordate de mí”, le dijo El Seba según contó El Nene, que finalmente aseguró que “como Víctor no les quería dar su parte, El Seba secuestra a la niña metiéndola en un Duna blanco”.
La declaración de El Nene continúa de esta manera: “La noche de la muerte de Marela, Seba llegó hasta la casa del Nene completamente borracho y le pidió una sábana. Al ratito, volvió con el cuerpo de la nena en la sábana y le dijo ‘Tomá, andá a dársela al Víctor’. Yo pensé en llevársela al Víctor pero él iba a pensar que fui yo y por eso la metí en el pozo. Le pregunté al Seba si la había violado y el Seba contestó que no, que sólo la mató. El Seba repetía que el Víctor es un traidor, un cagador. Todo el mundo en el barrio sabía que robábamos”.
La investigación sobre el caso Marela no pone tanto el acento sobre quién violó y mató a la niña. El Nene Sánchez ya tenía un antecedente, porque mató y violó a una prima, Mónica Vega, y todo indica que hizo lo propio con Marela. Lo que la investigación demuestra es que las bandas de piratas del asfalto trabajan en estrecha colaboración con los policías y que los involucrados gozan de impunidad al punto de seguir en libertad e incurrir en delitos todavía más aberrantes.

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