Jue 15.07.2004

SOCIEDAD

Estamos mal, pero las estadísticas del PNUD levantan la autoestima

Pese a la crisis de 2002, la Argentina mantuvo su lugar en el ranking de desarrollo humano que elaboran las Naciones Unidas.
Está en el puesto 34º y es el mejor de América latina.

En un contexto de extrema desigualdad, Argentina sigue siendo el país de América latina con desarrollo humano más alto, según el Informe 2004 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El documento, elaborado con datos de 2002 y que será difundido hoy en Bruselas, otorga a Argentina el puesto 34 entre 177 naciones, con un Indice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,853, cuatro centésimas superior al obtenido el año pasado (0,849). El país que logra la puntuación más elevada –y por lo tanto es considerado como el de mejor calidad de vida– es Noruega, con un índice de 0,956, mientras que en el extremo contrario se sitúa Sierra Leona, con un índice de 0,273. El relevamiento asegura que la desigualdad en la distribución de la riqueza se agrava en el caso de los pueblos aborígenes.
El IDH es un indicador compuesto que pondera cuatro aspectos que el PNUD considera básicos: la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización de la población adulta, la matriculación en los tres niveles educativos y el Producto Bruto Interno (PBI) por habitante. En la edición 2004 del estudio, Argentina se ubica en la posición número 34 a nivel mundial y supera a otras naciones latinoamericanas que el PNUD considera que también tienen un “desarrollo humano alto”, como Chile, situada en lugar 43º de la tabla; Costa Rica, en el 45º; Uruguay, en el 46º; Cuba, en el 52º; y México, en el 53º.
A pesar del neoliberalismo aplicado en el país desde el golpe de Estado de 1976, el estudio resalta el “buen Indice de Desarrollo Humano (IDH) argentino” y, paradójicamente, el organismo de Naciones Unidas señala que “Argentina experimentó en los últimos 25 años una tendencia creciente del IDH”. En realidad, el especial parámetro que toma el PNUD se mantiene alto por dos parámetros que no descendieron: la esperanza de vida, de 74,1 años, y la tasa de alfabetización de mayores de 15 años, que es de 97 por ciento. Para no dejar dudas de su evaluación positiva, el organismo encargado de realizar la estadística sostiene: “El IDH es una medida que sintetiza el progreso alcanzado en el largo plazo del desarrollo en tres dimensiones básicas: una vida larga saludable, logros educativos y un estándar de vida decente”.
Argentina se mantiene en primera posición en América latina pese a que su PBI fue de 10.880 dólares por habitante, lo que refleja un descenso por tercer año consecutivo. En el 2000 fue de 12.377 dólares, en 2001 descendió a 11.320 dólares y en el 2002 a 10.880, lo que representa una caída acumulada de 1.497 dólares por cabeza en 36 meses. Pero la estadística se entiende al analizar la distribución de ese ingreso: el 20 por ciento de la población argentina más pobre accedía en 2001 sólo al 3,1 por ciento del ingreso y del consumo, mientras que el 20 por ciento más rico acumulaba el 56,4 por ciento del total del ingreso y el consumo. En el período 1990-2002, el 3,3 por ciento de los argentinos vivía con ingresos menores a 1 dólar por día, mientras que el 14,3 por ciento lo hacía con menos de 2 dólares diarios.
Otro de las parámetros considerados por el PNUD es el de la deuda externa: en 1990, el servicio total de la deuda argentina equivalía al 4,4 por ciento del PBI, cantidad que se incrementó en el 2002, cuando llegó a representar el 5 por ciento.
Por otra parte, el Indice de Desarrollo Humano de este año revela sorprendentes retrocesos en los ingresos y la esperanza de vida causados por el virus VIH y el Sida, especialmente en el Africa Subsahariana.
El informe, titulado “La libertad cultural en el mundo diverso de hoy”, destaca que “la libertad cultural es una cuestión de dignidad humana que exige atención inmediata por parte del Estado. La falta de esta libertad es una realidad para millones. Aunque difícil de medir, cerca de 900 millones de personas pertenecen a grupos culturales que enfrentan discriminación y exclusión en las oportunidades políticas, sociales y económicas, o sufren restricciones en sus prácticas de modo de vida, como religión o uso del idioma”.

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