Vie 16.07.2004

SOCIEDAD

Reencuentro con la familia de sangre 32 años después

Fue entregado en adopción por su madre cuando tenía tres años.
Busca a su familia biológica desde hace 15. Los encontró y viajará desde Brasil para verlos. “Quiero hacer algo por ellos”, dijo.

“Mi mamá me dio en adopción cuando tenía tres años porque no podía mantenerme. Y la verdad es que no tengo resentimiento. Estudié en los mejores colegios, mis padres adoptivos siempre me dieron todo lo mejor. Pero me faltaba reencontrarme con mi familia biológica. Ahora que voy a hacerlo quiero saber si necesitan algo, si puedo hacer algo por ellos”, dijo a Página/12 Rubén Nelson Quiroga, un argentino de 35 años que, después de 15 años de búsqueda –teñida de expectativas y de desencuentros–, encontró a su madre, Delia Paulina Delgado, y a sus ocho hermanos biológicos. Rubén, que vive en Río de Janeiro, viajará el próximo 6 de agosto a la Argentina para reencontrarse con su familia, en la localidad bonaerense de Berazategui. “Va a ser una fiesta”, se esperanzó.
En 1971, cuando Delia entregó en adopción a su cuarto hijo, no eran tiempos fáciles: había fallecido su marido, la pobreza presionaba con fuerza y la posibilidad de mantener a sus hijos se hacía cada vez más lejana. Con este panorama, la mujer decidió dar en adopción a dos de sus hijos. Uno de ellos era Rubén, quien a los pocos meses viajó con su familia adoptiva a Italia. Sin embargo, en todos estos años, ninguna de las dos partes se resignó: a los 20 años, el hijo comenzó la búsqueda, mientras sus hermanos biológicos mayores hacían lo propio.
“Lo buscaron durante mucho tiempo, pero no daban con su paradero”, reveló a este diario Andrea, una de las hermanas biológicas de Rubén. Desde Berazategui, César Quiroga, hermano mayor de Rubén, contó que “cuando la policía nos avisó fue una emoción bárbara. Hoy estamos contando los días, esperando que llegue el encuentro”. Rubén es el cuarto de nueve hijos. Pero cuando fue dado en adopción vivía con su madre y sus hermanos Carlos, que ahora tiene 42 años; César, de 40; Susana, de 39 y Yolanda, de 32.
En los 32 años que estuvieron sin verse, la vida de Rubén se colmó de múltiples episodios: años de residencia en Italia, Francia, España y Brasil; dos matrimonios; una hija de 14 años; y otro por llegar. Hoy Rubén trabaja como asesor de una concejal brasileña de Arraial Do Cabo, en Río de Janeiro, donde reside. También es profesor de artes marciales y posee un puesto en una empresa de químicos. “Busqué a mi familia por varios lados: me conecté con la policía de la frontera de Paraguay porque en un principio me habían dicho que vivían en aquella región. Además, con la ayuda de una hermana mía adoptiva, los rastreé por Tigre, donde vivíamos cuando nací, pero tampoco tuve suerte”, contó Ruben.
Desesperanzado, dejó de lado la búsqueda por unos seis años hasta que hace unos meses se enteró de que la Policía Federal argentina cuenta con una División de Búsqueda de Personas. “No tenía idea de que existía un organismo así en Argentina, porque en Brasil no hay nada similar”, explicó Rubén, quien ahora vive con su esposa, embarazada, y su hija adolescente. Serán ellas también quienes lo acompañarán en este viaje que, debido a razones laborales, recién llevará a cabo en agosto.
Fuentes de la División de Búsqueda de Personas indicaron a este diario que “el rastreo era difícil porque Quiroga tenía muy pocos datos. Sólo contaba con el nombre de la madre y un número de cédula que terminó siendo erróneo”. Tras recibir el 29 de junio último el fax con los datos disponibles, una de las empleadas de la División inició la investigación. Para eso, se enviaron notas al Registro Nacional de las Personas, a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y al Juzgado Nacional Electoral.
En los padrones, hallaron una persona con el mismo nombre que la madre de Rubén. También figuraba que vivía en la calle 120, en Berazategui, pero no había ningún número de teléfono dónde llamar. A partir de ese dato, en la división agudizaron el rastreo y consiguieron varios números telefónicos de viviendas vecinas. Tras algunas negativas por parte de los vecinos a dar información, la encargada de llevar adelante la investigación dio con el almacén junto frente a la humilde casa de Delia, ubicada en calle 120 al 5700, entre 58 y 59, donde vive con una de sus hijas y su yerno. El hombre le facilitó un celular de una de las hijas de la mujer y, así, finalmente, el 2 de julio se produjo la comunicación entre la policía y la madre biológica de Rubén, que ahora tiene 65 años.
“¿Usted dio en adopción a un hijo cuando tenía tres años?”, le preguntaron desde la policía. Y tras su afirmación, le comunicaron que Rubén la estaba buscando, algo que ella parecía esperar desde hacía años. “La mujer estaba muy emocionada y nerviosa a la vez. Nos explicaba todo el tiempo que ella lo había dejado por un tema económico. También hablamos con los otros hijos. Estaban todos felices”, contó una empleada que participó de la búsqueda.
Para los hermanos de Rubén, encontrarlo era una gran deuda ya que la otra hermana que fue dada en adopción también se reencontró con su familia original. “Cuando llegue a Buenos Aires –anticipó Rubén–, voy a visitar primero a mi familia adoptiva”, que vive en Argentina. “Luego iré directo a Berazategui para vivir el reencuentro”, concluyó.

Informe: Maricel Seeger.

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