SOCIEDAD
› LA CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE SIDA CERRO CON UN TONO PESIMISTA
Bush, el eje de todas las críticas
Aunque casi todos los gobiernos recibieron cuestionamientos, el de EE.UU. fue especialmente objetado por su política sobre sida. El análisis del encuentro de un participante argentino.
› Por Pedro Lipcovich
Una vez más, la administración Bush contra el resto del mundo, esta vez en la XV Conferencia Internacional sobre el sida, que finalizó ayer en Bangkok: Estados Unidos recibió duras críticas por negarse a seguir los criterios internacionales de prevención –sostenidos por el Fondo Global contra el sida y basados en el uso del preservativo– y “cortarse solo” con programa que puentean al Fondo y se centran en la abstinencia y la monogamia. En realidad, casi ningún gobierno quedó libre de culpa: Europa y Japón adhieren a las pautas de prevención aceptadas por los expertos en el tema pero son avaros a la hora de aportar fondos; en el Tercer Mundo, la mayoría de los gobiernos queda a la zaga de iniciativas internacionales o de ONGs. Especialmente criticado resultó Tailandia, el país anfitrión, por su política de represión contra los usuarios de drogas: “La persecución de los consumidores los obliga a ocultarse e impide su acceso a la salud”, destacó Amnesty Internacional. No hubo euforia en el cierre de la Conferencia: “Estamos avergonzados de que más de 38 millones de personas vivan con VIH-sida en el mundo, de tener la misma batalla desde hace ya dos décadas”, confesó el comunicado final.
ABC se enfrentó con CNN, pero no se trata de competencia entre cadenas noticiosas. La política de prevención del VIH/sida que sostiene la administración de George W. Bush utiliza la primera de esas siglas para privilegiar la A de abstinence sexual, la B de be faithful, “sea fiel”, y, sólo si la A y la B no se cumplieran, la C de condom. Los activistas de la XV Conferencia contraatacaron con la sigla CNN, donde los condones van primero; la N de needles, “agujas”, representa la “reducción de daños” para evitar que se compartan jeringas de drogas y la última N corresponde a negotiation, la perspectiva de que todos, y en especial las mujeres, puedan negociar a fin de no someterse a sexo sin protección.
Desde Bangkok, el argentino Mario Pecheny –doctorado en la Universidad de París III, investigador del Conicet, asesor de Onusida en proyectos para minorías sexuales– observó que, si se puede señalar un clima imperante en la conferencia, fue el de que “la mayoría de los gobiernos no cumplen con sus responsabilidades en materia de VIH/sida. El Fondo Global (de Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, creado en 2002) recibe pocos aportes de Estados Unidos, que canaliza la mayor parte de sus envíos por acuerdos bilaterales. Los demás países ricos, como la Unión Europea, Japón o Australia, hacen aportes más reducidos”.
En la conferencia, Estados Unidos se negó a aumentar su aporte de 200 millones de dólares al Fondo, y la Unión Europea ofreció 51,9 millones de dólares, no mucho más que lo ofrecido por la Fundación Melinda y Bill Gates: 50 millones. El Fondo Global estima que necesitará por lo menos 3500 millones en 2005 para cumplir sus actividades previstas.
Pecheny señaló que “en los países de ingreso medio, como varios de América latina y de Europa oriental, el compromiso de los gobiernos suele ser insuficiente”. Por ejemplo, “en Europa del Este, una población muy afectada son los usuarios de drogas inyectables: las políticas oficiales los desconocen y los trabajadores de la salud suelen no tener el entrenamiento adecuado para enfrentar el problema”, ejemplificó Pecheny.
El tema “needles” interesa especialmente a la Argentina, donde esta forma de trasmisión registra los índices más elevados de la región y los programas de reducción de daños tienen todavía poco desarrollo. En la Conferencia, la cuestión motivó un fuerte repudio a la política del país anfitrión, Tailandia. Amnistía Internacional denunció que allí “la discriminación y el acoso a los consumidores de droga los ha obligado a ocultarse e impide su acceso a los servicios y el apoyo que precisan”.
En cuanto a América latina, los foros de la conferencia apuntaron a que “en la mayoría de los países de la región, la respuesta gubernamental deja mucho que desear –según apuntó Pecheny–: las políticas de salud no debieran dejarse en manos de los países donantes”. La Argentina, “pese a los problemas de distribución de medicamentos, ofrece acceso gratuito a ellos, lo cual es esencial; falta consolidar una política sistemática de prevención”. Onusida sostuvo, como modelo en el Tercer Mundo, el plan brasileño, que incluye el seguimiento individualizado de los pacientes.
En cuanto a los países desarrollados, preocupa la tendencia a bajar la guardia en la prevención. “En una reunión acerca de si la persona con VIH debe o no revelarlo a sus partenaires, un hombre gay de Estados Unidos comentó que, aunque él lo contaba a sus parejas, muchos, de todos modos, no querían usar preservativos y él debía insistir; una mujer heterosexual con VIH comentó que le pasaba lo mismo –contó Pecheny–. Esto muestra cómo esa revelación, además de no ser imprescindible porque basta con hacer sexo seguro, tampoco es suficiente.”
El tono con el que ayer se cerró la conferencia –que reunió a más de 15.000 delegados, incluyendo científicos, políticos y activistas de 162 países– no fue esperanzado. El comunicado final fue leído por Graca Machel, esposa del prócer viviente sudafricano Nelson Mandela: “Estamos avergonzados de que en 2004 más de 38 millones de personas vivan con VIH/sida y de que sigamos en la misma batalla desde hace dos décadas”, y, también, “reconocemos no haber hecho lo suficiente para proteger a lagente ante las nuevas infecciones, para facilitar el acceso a los tratamientos a todos los que lo necesitan, para combatir el estigma y para no discriminar a los afectados”.
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