Jue 22.07.2004

SOCIEDAD  › EL TORPE OPERATIVO QUE PERMITIO ESCAPAR A UN POLICIA PROFUGO

Una nueva perlita del grupo Halcón

La Correpi ubicó a un cabo prófugo por un caso de gatillo fácil. La policía lo fue a esperar con un procedimiento tan evidente que los vecinos hasta denunciaron a la comisaría por los movimientos sospechosos. El resultado fue que, obviamente, el buscado nunca apareció.

› Por Carlos Rodríguez

El del joven Sergio Durán, asesinado a los 17 años en una comisaría de Morón, es un caso de tortura y muerte enmarcado en una patética historia de juicios orales con la mayoría de los acusados –todos policías bonaerenses– en situación de fugitivos inalcanzables. Sobre cinco acusados, hay dos condenados a perpetua y tres prófugos. Uno de ellos, el cabo Raúl Rodolfo Gastelú, pudo escaparse hace unos días, por segunda vez, luego de haber sido ubicado mediante una investigación realizada por la Coordinadora contra la Represión Policial (Correpi), en colaboración con el equipo de producción del programa Punto.Doc, sin ningún apoyo institucional. La reciente fuga de Gastelú, según denunció la entidad que nuclea a víctimas del gatillo fácil, ocurrió por –cuanto menos– la torpeza de la policía que lo fue a buscar.
La nueva fuga de Gastelú tiene las características de una mala comedia policial. Ya en octubre de 1996, por sus propios medios y con el apoyo del programa de TV Investigación X, la Correpi había logrado dar con el paradero de Gastelú y de otro de los involucrados, el subcomisario Miguel Angel Rojido. Lo inexplicable es que los policías, en esa ocasión, estaban prófugos, pero vivían en sus domicilios de siempre, a la vista de todo el mundo. Lo mismo ocurrió ahora con Gastelú, quien seguía en el barrio Las Catonas, de Moreno, un lugar varias veces señalado como un paraíso de la corrupción policial, en el domicilio que figura en su legajo policial.
Los investigadores particulares, a pulmón, determinaron que Gastelú desayunaba temprano en el maxikiosco de una estación de servicio y luego se iba a trabajar en una empresa llamada El Trébol, que tiene la concesión de la recolección de basura en el municipio de Moreno. Con posterioridad pasaba a buscar a sus hijos por el colegio y finalmente iba al gimnasio, a llevar ropa a un lavadero o a cantar al coro en una iglesia evangélica.
La Correpi lo volvió a encontrar y, con el apoyo del programa de televisión, se dedicó a seguirlo con una cámara oculta. Lo filmaron comprando un cuchillo. “Para cortar el asado”, aclaró, y en la ocasión el cabo deslizó una frase de antología. “¡Ojo que este barrio está lleno de malandras!”, le advirtió el policía prófugo por homicidio al comerciante que lo atendía.
Con la cinta en la mano, la Correpi informó sobre el hallazgo al fiscal general de Morón Federico Nieva Woodgate, que comunicó la novedad al ministro León Arslanian, quien ordenó la intervención del grupo de elite Halcón. La misión quedó a cargo de una comisión al mando de un comisario de apellido Fernández. El 14 de julio, por la tarde, el grupo Halcón montó un “operativo de chequeo” en diez cuadras a la redonda, con móviles no identificables y una camioneta Trafic, en un barrio poco habituado a semejante movimiento vehicular.
“Cuando supimos que iban a hacer un operativo en lugar de realizar directamente la detención en el domicilio, tuvimos la certeza de que Gastelú iba a escapar. No hacía falta chequear nada, les dimos todo servido en bandeja, con videos, datos concretos y el domicilio perfectamente individualizado. Todo lo que había que hacer era entrar y detenerlo”, afirmaron los abogados de la Correpi María del Carmen Verdú y Daniel Stragá. La comedia de enredos comenzó a dirigirse lentamente hacia el remate final: ante la presencia multitudinaria de hombres de civil movilizados en “autos sospechosos”, los vecinos del barrio hicieron una denuncia en la comisaría local.
Como resultado de esa presentación, varios patrulleros interceptaron con fines de identificación a sus colegas del grupo Halcón, vestidos de civil “para pasar desapercibidos”. Como si el jefe del grupo fuera el mítico inspector Clouseau, tampoco pudieron hacer el allanamiento en la casa de Gastelú, porque habían anotado mal la dirección.
Un vocero del Ministerio de Seguridad dijo que el caso es investigado por Asuntos Internos, a pedido del jefe de los fiscales de Morón. Recién al mediodía del jueves 15 se allanó el domicilio, pero el pájaro había volado. Una fuente judicial le comentó con ironía a uno de los abogados de la Correpi: “La próxima vez vamos usted, yo y tres piqueteros”. Stragá sostuvo que Arslanian les debe “una explicación, porque siguen sin buscar a los prófugos”. En el caso Durán fueron condenados el subinspector Jorge Fernández y el cabo Hugo Nicolosi, mientras están prófugos Gastelú, Rojido y el oficial Luis Farese. Los policías Rojido y Gastelú estuvieron presos hasta 1999, pero la Justicia les otorgó el privilegio de quedar libres hasta el juicio oral. Desde entonces siguen prófugos.

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