Jue 22.07.2004

SOCIEDAD  › UN PRESO QUE TEMIA POR SU VIDA APARECIO MUERTO

El viejo truco del suicidio

› Por Horacio Cecchi

Asoma otro escándalo sobre el Servicio Penitenciario Bonaerense. Un preso, que había denunciado golpes y persecuciones, apareció “suicidado” en su celda, el martes pasado por la noche. Se llamaba Sergio Gustavo Jaramillo Barrios y, según confiaron fuentes de la Procuración General bonaerense, ese mismo día había presentado un recurso de hábeas corpus para ser trasladado a otro penal. En su pedido, denunciaba que lo buscaban para asesinarlo. El trámite del traslado se inició, pero Jaramillo no llegó a tiempo para comprender que estaba en lo cierto. El sentido común indica que el pedido desesperado por resguardar su vida no coincide demasiado con la idea de terminar con ella. Pero el sentido común está excarcelado. Curiosamente, Jaramillo era hermano de Andrés, otro interno de Batán que a principios de mes, junto a otros presos, denunció haber sido torturado, denuncia que derivó en la detención de dos altos jefes del penal. Por las dudas, en Batán, ayer fue asesinado otro preso.
Los Jaramillo son conocidos en Mar del Plata. Especialmente en el penal de Batán, donde al menos tres hermanos y un par de primos son o fueron huéspedes de su sombra. Uno de ellos era Sergio Gustavo Jaramillo. Detenido en Batán, había pasado por diferentes unidades: la 34, Dolores, Ezeiza. En varias ocasiones había presentado denuncias de malos tratos y golpes de los guardias. Había llegado a Ezeiza, una cárcel federal, escapando de algunas amenazas de los guardias y con la utopía de quedar a salvo fuera de jurisdicción. Pero la cofradía es grande y nuevamente debió emprender la mudanza para salvar el pellejo. Recaló entonces en la U23 de Florencio Varela.
A principios de mayo, Jaramillo se entrevistó con funcionarios de la Procuración bonaerense. “En ese momento, no nos dio la impresión de que le interesara suicidarse”, confió una fuente de la Procuración a Página/12. Pero todo indica que había otros interesados: el lunes pasado, Jaramillo se comunicó con su padre para avisarle, desesperado, que lo querían matar. El martes presentó un hábeas corpus en la Justicia. Por la noche, su padre intentó comunicarse con él para anunciarle sobre el inminente traslado. Pero, repentinamente, su hijo había decidido abandonar todo intento de salvación terrena y “se” había colgado en su celda.
Curiosa casualidad, el mismo apellido pero con diferente nombre de pila fue motivo de otros escándalos en Batán. El 27 de febrero, los jueces del tribunal 1 marplatense, José Martinelli, Esteban Viñas y Ricardo Favarotto, recorrían el penal cuando un interno les entregó un cuchillo y denunció que se lo habían entregado los guardias para que hiriera a César Jaramillo. El caso fue informado a la Suprema Corte. El 29 de febrero, el fiscal Gustavo Fissore allanaba Batán en busca de otros cuchillos que, según el interno, estaban en poder de los guardias. El 8 de julio pasado, le tocó el turno a otro Jaramillo, esta vez Andrés, también hermano de Sergio. Ese día, junto a otros siete presos, denunció a los jefes Julio Ferrufino y Roger Lobos, por torturas. El mismo fiscal Fissore ordenó la detención de ambos, detención que en pocos días puede convertirse en prisión preventiva. Curiosamente, ahora, Sergio Jaramillo es noticia. Dada la historia de su apellido, siempre queda alguna sospecha de colaboración en su suicidio.
Ayer, Néstor Islas Ponce, también interno de Batán, recibió dos puntazos: uno en el corazón y otro en el hígado. Por ahora, el caso es ajeno al apellido Jaramillo y está claro que no fue suicidio.

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