SOCIEDAD
Cuando la asistencia llega a los lugares olvidados
Más de 8 mil personas fueron atendidas en dos meses por los profesionales del Tren Sanitario, en Río Negro. Página/12 acompañó parte del trayecto y habló con médicos y pacientes.
Cuando el tren llega a los pueblos, la gente empieza a aparecer por entre los cerros. Muchos llegan a caballo, otros a pie, para ser atendidos. Pese al rigor del clima, recorren a veces varios kilómetros desde sus casas para no dejar pasar la oportunidad. Son los pacientes del Tren Sanitario del Ministerio de Desarrollo Social, que durante dos meses recorrió la provincia de Río Negro, de Oeste a Este. La pobreza, las carencias en educación, salud y trabajo recibieron en cada estación a los 30 tripulantes del convoy, entre profesionales, técnicos y personal de mantenimiento, que llevan asistencia médica y social a miles de personas. El convoy sorteó en esos días varios obstáculos: la nieve, intensas lluvias e inundaciones. Nada que los pobladores desconozcan o no estén acostumbrados. El viernes último, finalizó su recorrido en San Antonio Oeste y ahora está en Buenos Aires. En total, fueron atendidas más de 8 mil personas. Pero la ayuda no alcanza. Desde el Gobierno señalaron que el tren volverá al sur antes de fin de año.
“¿Cuándo vuelven?”, preguntaron los pacientes después de transitar los pasillos del tren. Se les nota el miedo o la costumbre de ser olvidados. “¿Está la doctora Locomotora?”, preguntó un paciente. Se refería a la pediatra Nacha Jacyszyn, coordinadora del tren, que por su empuje recibió ese apodo de sus compañeros. A los 48 años, dejó a sus 2 hijos, de 10 y 12 años, para vivir la experiencia. “Es duro dejarlos, pero ellos me apoyan”, contó a Página/12. La situación es similar para todos los médicos, trabajadores sociales y demás tripulantes del tren.
“Aquí se practica la medicina social, eso hace que se genere una magia, una integración y una dedicación especial de los médicos hacia los pacientes. No por casualidad, la primera materia que cursé en mi carrera fue medicina social. Estoy volviendo a las fuentes, y teniendo en cuenta la realidad del país veo que es absolutamente necesario”, explicó Jacyszyn.
El convoy atravesó Río Negro, utilizando las vías que utiliza el Tren Patagónico que une Viedma y Bariloche. Así, desde la localidad de Pilcaniyeu hasta San Antonio Oeste, más de 8 mil personas fueron asistidas: 6102 prestaciones médicas, 1450 por emprendimientos sociales y 1055 pensiones asistenciales. Las pensiones serán entregadas dentro de 90 días y benefician a madres de siete o más hijos; a personas mayores de 70 años y a discapacitados.
El coordinador médico, Diego Pattín, describió que “el tren tiene una mística propia”. Pattín se sumó a esta experiencia que comenzó en las provincias del norte. Allí participó del, hasta ahora, único parto que se realizó en el tren, cuando se encontraba en Tucumán.
“Te encontrás con distintas realidades –detalló Pattín–. La formación profesional de los médicos individualiza y separa. El médico de las grandes ciudades dedica poco tiempo a los pacientes. Esto es recuperar la medicina básica, el espíritu de cuando empezamos a estudiar en la facultad. Sin proponérnoslo, nos encontramos a las 9 de la noche en plena cena discutiendo el caso de un paciente.”
Pese a que el tren llega a varios pueblos, hay muchos que están alejados de las estaciones ferroviarias. Los profesionales, entonces, se trasladan en micro o camioneta y asisten a los pobladores que viven a 60 kilómetros a la redonda. Pattín recordó que una mañana fría y ventosa partió en una camioneta junto a un grupo de médicos y trabajadores sociales, a ver a unos pobladores. Llegaron a la meseta de Sumuncura, que en mapuche significa piedra movediza, donde vive, en una casa de rocas y al lado de un pequeño lago, la numerosa familia Huenchupan, compuesta por abuelos, hijos y nietos. “Me maravilló encontrar a un hombre de 84 años y su mujer de 83 sin ninguna enfermedad. Ambos absolutamente sanos. No conocen el dinero porque intercambian productos con otros pobladores y viven rodeados de una naturaleza espectacular”, relató. Hubo una enfermedad que predominó en los pacientes en este recorrido: la hidatidosis. Según los médicos, se origina en las vísceras de los ovinos. Luego los perros las comen crudas y transmiten la enfermedad al hombre, a través de la saliva y de la orina, produciendo quistes en algunos órganos. La hidatidosis predomina en la región y fue una de las más detectadas en la población de Ingeniero Jacobacci, en Río Negro. También recetaron miles de anteojos, que dentro de 30 días recibirán en sus domicilios los pacientes.
El jueves, en San Antonio Oeste, más de 500 chicos vieron una película proyectada por el Cine Móvil que transporta el convoy. Los niños esperaron ansiosos: para algunos era la primera vez. Las películas fueron proyectadas en sociedades de fomento, escuelas u otros establecimientos de los pueblos recorridos.
Los médicos que participan de esta experiencia pertenecen al Hospital Posadas, de Haedo, y permanecen en el tren 15 días, hasta que son reemplazados. Las estaciones del ferrocarril se convirtieron en la sala de espera de los pacientes. El viernes, María se sumó a esa espera, en San Antonio Oeste. Tiene 9 hijos, el mayor de 22, el menor de 6 años. “Acá el municipio beneficia siempre a los mismos. Y somos muchos los que necesitamos ayuda”, se quejó. María cobra el Plan Jefas y Jefes de Hogar. Pero no le alcanza. En las temporadas de verano se dedica a recolectar pulpos con sus hijos y su marido. “Tenés que ir con un fierro, lo doblás en una punta y cuando baja la marea tenés que buscar, en medio del agua, debajo de las piedras. Lo vendemos por kilo o en escabeche.” María se sumó a la fila porque tiene a su hija menor con espasmo bronquial y necesita un nebulizador.
Minutos más tarde, una mujer se alejó del tren, sorteando las vías, con su chiquito en brazos, en medio de lágrimas y silencio. Se trataba de un diagnóstico inesperado. “Es duro. Lo bueno es que tratamos de hacer un seguimiento de cada uno de los casos”, dijo Jacyszyn. El servicio también incluye el traslado a hospitales locales o de Buenos Aires.
Un grupo de 60 mujeres desocupadas de la zona consiguió un subsidio para su emprendimiento de licores artesanales y pulpos en conserva. La trabajadora social Mónica Rolón explicó que mucha gente se acercó para pedir asesoramiento para realizar microemprendimientos. “Nosotros capacitamos a la gente para que aproveche esos recursos y lleve a cabo proyectos que ayuden al crecimiento del desarrollo local”, explicó. En total, se organizaron trece proyectos que recibirán subsidios oficiales.
“Cuando te alejás extrañás, en el tren somos una familia”, dijo Pattín. Para los profesionales, la medicina y la ayuda social que se brinda en el tren es necesaria. Para los pobladores es urgente.
Informe: Silvia Marchant
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