Dom 15.08.2004

SOCIEDAD  › COMO VIOLAN NORMAS QUE PROTEGEN LA LACTANCIA LOS FABRICANTES DE LECHE MATERNIZADA

La guerra de la leche

Un estudio elaborado por una organización internacional revela que en la Argentina, como en otros países, los laboratorios que producen leche maternizada violan normas de la OMS a las que adhirió el país. Entre otras prácticas prohibidas, publicitan sus productos, auspician eventos médicos, regalan muestras gratis y ofrecen almuerzos y viajes a médicos, sobre todo jóvenes. Y ningún organismo los controla.

› Por Pedro Lipcovich

Según un monitoreo internacional, en la Argentina y otros países de América latina, distintas compañías fabricantes de leches “maternizadas” violan normas de cumplimiento obligatorio destinadas a proteger la lactancia materna. Entre las infracciones denunciadas se incluye: promocionar sus productos en eventos médicos (incluso auspiciados por la Sociedad Argentina de Pediatría); hacer publicidad en revistas científicas; repartir muestras gratis de sustitutos de la leche materna; distribuir material de promoción en hospitales y consultorios médicos; emitir mensajes desalentadores de la lactancia en programas de televisión; recurrir a promotoras en supermercados para alentar el uso de sustitutos de la leche materna. Todas estas conductas están prohibidas por el Código Internacional de la OMS, al que está adherida Argentina. La fiscalización del cumplimiento de estas normas para los productos elaborados en el país corresponde a las distintas provincias, donde, según la entidad que dio a conocer el informe, “no hay suficiente conocimiento de esta normativa por los organismos que deben controlarla”. La OMS recomienda lactancia exclusivamente materna hasta los seis meses cumplidos, salvo (excepcionales) indicaciones médicas.
El informe “Violaciones al Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna en América latina” fue preparado por el International Code Documentation Centre (ICDC) y dado a conocer en la Argentina por Fundación Lacmat. El Código fue aprobado en 1981 por la Asamblea Mundial de la Salud –máximo organismo de la OMS, que reúne anualmente a los ministros de Salud de todos los países miembros– y complementado por diversas resoluciones. La Argentina adhirió en 1997.
La Asamblea, “preocupada por el hecho de que las instituciones y los ministerios de Salud pueden ser objeto de sutiles presiones para que acepten indebidamente ayuda financiera o de otro tipo para la formación profesional en materia de salud del lactante y del niño”, prohíbe “el patrocinio de eventos por parte de las compañías”. Sin embargo, según el informe, “la empresa Mead Johnson patrocina reuniones y conferencias en Argentina”. Además, “Nestlé fue patrocinante del Congreso Argentino de Pediatría 2003, donde obsequió café y helados a los participantes, promocionando a la vez sus fórmulas NAN”. En ese evento, “los profesionales solicitaban un cupón y accedían a un almuerzo gratuito y al sorteo de bolsos con productos de la empresa”, señala el informe, según el cual “el contacto con los médicos jóvenes es una estrategia muy especialmente considerada por Nestlé: en la Jornada de Pediatras Residentes de Clínica Pediátrica de la Sociedad Argentina de Pediatría, Nestlé fue auspiciante” mediante un stand que promocionaba su línea “NAN”. Como promoción de las leches Nido, “Nestlé envió a los pediatras cupones para participar en un sorteo por un viaje a Seattle, EE.UU.”.
La empresa Nutricia Bagó patrocinó una conferencia del Colegio de Nutricionistas de Córdoba donde, “además de la publicidad desplegada, el expositor promocionó directamente las fórmulas Nutrilon Premium”. Nutricia Américas “donó cientos de unidades de los productos Nenatal” y, “en Buenos Aires y Córdoba”, la misma empresa “entregó muestras de fórmulas infantiles”. Citando la normativa de OMS, el informe observa que “la entrega de muestras gratuitas desalienta la lactancia materna, de modo que es una de las prácticas más empleadas por las compañías”.
En este orden, “Nestlé regala en Argentina muestras de NAN Soya” y “Nutricia Bagó regala muestras a establecimientos de salud, las que son entregadas a las madres por personal de salud”. En cuanto a SanCor, “poco antes de su vencimiento, la empresa donó a un centro de primer nivel de atención en la Argentina muestras de SanCor Prematuros”.
También hay otras formas de promoción: “En Argentina se hallaron cubrebalanzas con el dibujo del bebé Wyeth, sinónimo de la leche maternizada S26, así como cubrecamillas y trinchetas con la marca S26Gold; y en hospitales ‘amigos’, blocks de notas Promil y calendarios de escritorios S26”.
El informe de ICDC recuerda que, según el Código de la OMS, “toda la información dirigida a los trabajadores de salud debe ser científica y objetiva y no puede contener imágenes ni frases que idealicen la alimentación artificial”, es decir, no debe apelar a técnicas publicitarias. Sin embargo, según muestra el informe, Nutricia Bagó y Mead Johnson publicaron anuncios publicitarios en las revistas oficiales de la Maternidad Sardá y del Hospital Garrahan. Además, “en el programa Mi bebé de televisión por cable (Canal Utilísima Satelital) se mostró la preparación del biberón sin mencionar la lactancia materna y se empleó una leche que, según podía verse claramente, era de la marca Nido de Nestlé”.
Otro ejemplo de infracción detectado por el informe es un “imán regalado por Mead Johnson a los médicos, pero destinado a las madres (‘Mi pediatra es...’)”. Parmalat obsequia bajalenguas a los pediatras en un envase que promociona su leche entera “para el primer crecimiento”. En maternidades argentinas, “las cunas de bebés recién nacidos exhiben tarjetas de identificación de Mead Johnson”. El informe advierte que “para la madre y su familia, lo que se publicite en los establecimientos de atención de la salud estará implícitamente avalado por los profesionales de la salud”.
El Código prohíbe expresamente la publicidad directa a consumidores, pero “en el supermercado Jumbo Unicenter se halló un stand de promoción y venta de fórmula Serenísima Crecer, ubicado en la góndola de los pañales. Promocionaba dos fórmulas: de inicio y de crecimiento”. Además, “promotoras de Nestlé, en tres cadenas de supermercados argentinos, asesoran sobre diversos productos, incluyendo las fórmulas infantiles de la empresa”.
El informe dedica una sección especial al etiquetado, ya que “compramos de acuerdo con lo que la etiqueta informa, pero mucho más por lo que nos sugiere y seduce. Ninguna madre debería comprar un alimento infantil bajo estas presiones, por lo que el Código impone límites”. Pero “en Argentina, Nutricia-Bagó presenta visibles violaciones en sus etiquetas. Tanto las fórmulas Vital Infantil 1 como Nutrilón Premium no poseen el ‘Aviso Importante’ con indicación de los riesgos que una preparación inapropiada puede acarrear para la salud, ni la necesidad de su indicación por parte de un trabajador de salud. Las expresiones ‘desde el nacimiento’ o ‘fórmula de inicio’ desalientan la lactancia materna”. La marca “SanCor Infantil no posee alertas sobre los riesgos para la salud, ni fecha de vencimiento, ni condiciones de almacenamiento y recomienda ‘emplearse a continuación de la lactancia materna’, lo que genera confusión: ¿luego de cada amamantamiento?”. El envase de Enfamil Prematuros, de Mead Johnson, “no declara la superioridad de la lactancia materna y expresa que ‘está especialmente creada para satisfacer las necesidades específicas de la nutrición de un recién nacido con bajo peso’”.
También los biberones “deben seguir el Código Internacional”, pero “sus etiquetas son las que menos respetan la norma, recurriendo a diseños atractivos, mensajes seductores, imágenes que idealizan los productos”. El informe apunta, entre otros, a Gerber, Playtex, Babelito y Chicco.
“A veces no”
“No tenemos noticia de que alguna vez en la Argentina se haya sancionado a alguna empresa por incumplir el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna –afirmó Fernando Vallone, presidente de la ONG Lacmat–. No hay suficiente conocimiento de esta normativa por las oficinas de fiscalización de las provincias, que deben controlarla. Continuamente nos llegan informes de violaciones de la ley, y enviamos cartas documento a las compañías: a veces tenemos éxito, a veces no.”
Según una fuente de la Anmat, organismo fiscalizador del Ministerio de Salud de la Nación, “en la Argentina, el registro y fiscalización de los alimentos, incluidas las leches maternizadas producidas en el país,corresponden a las provincias, salvo para los alimentos importados, que fiscaliza este organismo. Esta diversidad de espacios de inscripción hace que en algunas jurisdicciones puedan circular productos con rótulos distintos a los de otras jurisdicciones, siempre y cuando se ajusten al Código Alimentario Argentino. La normativa de la OMS sobre sucedáneos de la leche materna no está incorporada a nuestro Código”.
En cambio, Vallone sostiene que “la Resolución 54/97 del Poder Ejecutivo Nacional incorporó el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna al Código Alimentario Argentino, fijado a su vez por la Ley 18.284”. En el sitio web del Ministerio de Economía (www.info leg.mecon.gov.ar), la Resolución 54/97 figura como “norma que modifica la Ley 18.284”.
Por su parte, la directora de Higiene y Seguridad Alimentaria de la Ciudad de Buenos Aires, Marta López Barrios, señaló que “en la Ciudad no hay elaboradores de alimentos para lactantes y que “el producto y su etiquetado deben ser controlados por la autoridad sanitaria de la jurisdicción correspondiente al elaborador”.
A partir de una resolución de 2001, la Asamblea de la OMS recomienda la lactancia exclusivamente materna hasta los seis meses cumplidos. Vallone comentó que “las indicaciones médicas en contrario son excepcionales, por ejemplo si el bebé padece galactosemia. También es respetable que la madre decida utilizar leches sustitutivas, por las razones que le parezcan válidas. Pero no como resultado de influencias comerciales”.

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