El cantante pop Michael Jackson, acusado de cometer abuso de menores, asistió ayer a una audiencia entre su equipo de abogados y el fiscal Tom Sneddon, en la localidad de Santa María, en el estado norteamericano de California, en compañía de sus padres y hermanos. Los abogados de Jackson habían solicitado la audiencia para que Sneddon explique las circunstancias en las que registró las oficinas de Bradley Miller, un detective privado que entonces trabajaba para la defensa del astro.
Thomas Mesereau, el titular del equipo legal de Jackson, acusó a Sneddon de violar el privilegio entre los abogados y sus clientes al requisar documentos en aquella pesquisa. Según la defensa, Sneddon excedió sus facultades cuando personalmente vigiló la oficina de Miller antes de ordenar el registro. Jackson, que llegó vestido de blanco y con un paraguas negro para protegerse del sol, sostiene que es víctima de una conspiración instigada por Sneddon, quien hace diez años fracasó en un intento de juzgar a la estrella en un caso similar de abuso de menores.
En la audiencia de ayer, el fiscal debió testificar ante la Corte sobre la legalidad de sus métodos para investigar las acusaciones de abuso sexual que emitió un niño, que en el supuesto momento de los hechos tenía 12 años y estaba enfermo de cáncer terminal. El cantante, padre de tres hijos, está en libertad bajo una fianza de tres millones de dólares. De ser condenado, podría pasar su vejez en la cárcel.