SOCIEDAD
Pedirán 37 años y medio de cárcel para los patovicas secuestradores
Antes del juicio por el secuestro de Ariel Strajman, su madre pidió que a los culpables les corten un dedo, como hicieron con su hijo como prueba de vida. La víctima, el gran ausente.
› Por Carlos Rodríguez
“Que le den perpetua y que le corten un dedo a cada uno.” El juicio por el secuestro de Ariel Strajman, el joven al que en octubre de 2002 le amputaron un dedo y se lo enviaron a la familia, como macabra “prueba de vida”, comenzó ayer con una cruda invocación a la ley del Talión por parte de la madre de la víctima, Susana Ponteprino. La lectura de la acusación, en presencia de los nueve imputados, refrescó siniestros detalles, como los golpes de maza que los captores aplicaron sobre la falange que luego amputaron, con la finalidad de “ablandársela”. Luego lo quemaron con cigarrillos y con un encendedor, en la boca y en el pecho, lo insultaron por ser judío y lo obligaron a comer una feta de jamón, algo que va contra la ortodoxia de esa religión. El gran ausente fue Ariel Strajman, a quien le subió la fiebre, porque “está somatizando” la odisea vivida, dijeron sus allegados. La familia pedirá, para “algunos de los imputados”, una pena de 37 años y medio de prisión, por la aplicación de la figura de “odio racial”, considerada una afrenta a la Constitución Nacional.
En la primera audiencia, luego de exponerse la acusación, cinco de los acusados fueron invitados a prestar declaración indagatoria. El único que habló fue Diego Gastón Sibio, uno de los miembros del clan familiar que integra la llamada Banda de los Patovicas, porque su líder, Adrián “Nene” Sommaruga, de 33 años, era propietario de la empresa Goku SRL, que prestaba servicios de seguridad en las discotecas. El Nene Sommaruga se negó a prestar declaración, igual que su padre, Alberto “Chicho” Sommaruga, de 70 años, la concubina de éste, María Esther Gottig, y Pablo César Sommaruga, de 24 años. Sibio, hermanastro de los Sommaruga, negó toda participación suya en el secuestro y aseguró que cuando ocurrió, el 16 de octubre de 2002, él se encontraba con su novia, mirando un video.
Antes de la apertura del debate, el abogado de la familia, Carlos Wiater, anticipó que pedirán “37 años y medio de cárcel para algunos de los imputados”. Recordó que si bien la pena máxima prevista por el Código Penal es el cumplimiento efectivo de una pena de 25 años, el artículo 227 ter, del Código Penal, permite incrementar hasta en un 50 por ciento ese monto, por aplicación de la Ley de Defensa de la Democracia, que sanciona delitos que atentan contra la Constitución. Los nueve imputados están acusados por “asociación ilícita, secuestro extorsivo agravado por pago de rescate, lesiones graves agravadas por discriminación racial, tenencia de armas de guerra, tenencia de munición de guerra, adulteración de documento público y robo automotor”.
La madre de Strajman, Susana Ponteprino, dijo que ella pide “la cadena perpetua” para los detenidos y agregó: “Habría que hacerles exactamente lo que le hicieron a mi hijo. Por eso habría que cortarles un dedo a cada uno. Lo que hicieron fue una crueldad”. La mujer dijo que su hijo no pudo concurrir a la primera audiencia porque “está muy mal, tuvo una recaída por todo lo que está sucediendo y le subió la fiebre”. El abogado Wiater precisó que el joven “tiene picos de fiebre porque está somatizando”. Mario Strajman, el padre de la víctima, opinó que el caso “debería ser emblemático y tendría que cerrarse con una condena ejemplar”.
Además de los cinco miembros de la familia Sommaruga, están sentados en el banquillo de los acusados los patovicas Claudio “Caballo” Abeiro, de 32 años, Diego “Manolito” Ferreyra, de 35; Osvaldo Keroa, de 27, y Nicolás Alejandro Barlaro, de 30, quienes hoy serán invitados a prestar declaración indagatoria. De acuerdo con la acusación del fiscal federal Jorge Amirante, a cargo de la instrucción de la causa, Strajman fue secuestrado a las diez de la noche del 10 de octubre, cuando ingresaba con su auto a la casa familiar de Combatientes de Malvinas 3282, del barrio porteño de Villa Urquiza. En los primeros días, el joven estuvo cautivo en dos lugares distintos, en el sótano de la casa paterna de los Sommaruga, en Holmberg 1295, y en la calle Avalos 1383.
En uno de esos domicilios le amputaron el dedo meñique de la mano derecha con una pinza, luego de “ablandárselo” a golpes con una maza. Lo quemaroncon cigarrillos y con un encendedor, lo insultaron por ser judío y lo amenazaron con dibujarle una cruz esvástica en la frente utilizando un cuchillo. El primer pago se hizo en Córdoba y Talcahuano, el 17 de octubre de 2002, cuando Strajman padre entregó un bolso con 1000 dólares, 400 pesos y joyas. Para la banda, la suma fue insuficiente y por eso le cortó un dedo a Ariel y lo envió a su familia dentro de un paquete de galletitas, para pedir un segundo rescate de 30 mil dólares, pero el pago se frustró el 17 de octubre, en una estación de servicio de Pilar.
Strajman fue llevado a un tercer lugar de cautiverio, en el barrio Bonanza, de Pilar. Allí pudo desatarse, pero tuvo miedo de escapar, hasta que finalmente llegaron los investigadores de la Federal y lo rescataron.