SOCIEDAD
› FUE NOMBRADO EL JEFE DE LA REACTIVADA FISCALIA DE ZONA NORTE
La vuelta del fiscal antisecuestros
Tal como adelantó Página/12, la Procuración puso de nuevo en marcha la fiscalía antisecuestros de San Isidro. Su titular es Juan Manuel Sansone, que asistirá al fiscal que tenga cada caso.
› Por Raúl Kollmann
El flamante procurador general de la Nación, Esteban Righi, resolvió anoche reactivar la Unidad Fiscal Antisecuestros de la Zona Norte, aquella que estuvo encabezada por Jorge Sica, y puso al frente a quien hasta ahora estaba a cargo de la fiscalía de instrucción número 10 de la Capital Federal, Juan Manuel Sansone. La idea es que la Unidad asista a cada fiscalía de la zona norte a la que le toque intervenir en un secuestro. Según se sabe, existe consenso en que se preservará la vida de la víctima y los pasos para intervenir contra la banda que tiene a una persona secuestrada serían consultados con los familiares de la víctima. Sansone es considerado por otros fiscales consultados por este diario como un funcionario serio, metódico y de intenso trabajo, pero varios jueces federales han advertido que la tarea antisecuestros, por la envergadura que ha tomado, requiere de una Unidad en la que sea designado un grupo de al menos tres fiscales.
La reactivación de la Unidad Antisecuestros fue un adelanto exclusivo de Página/12 y la decisión ya estaba tomada por Righi antes de que se produjera el desenlace del secuestro de Nicolás Garnil, liberado el sábado a la noche. En las últimas horas, arreciaron las críticas a la fiscal a cargo, Rita Molina, que no sólo se tomó vacaciones mientras Nicolás estaba secuestrado, sino que –según la coincidencia generalizada en el foro de San Isidro– no tiene la suficiente capacidad como para hacerse cargo de casos tan complejos –y ahora más numerosos– como son los secuestros extorsivos.
La designación de Sansone pone nuevamente en marcha una Unidad que bajo la conducción de Sica había acumulado muchísima experiencia y empezaba también a juntar datos, voces, rasgos distintivos de las distintas bandas que antes se dedicaban a robar bancos, camiones de caudales o autos y ahora se volcaron a los secuestros. Con el argumento artificial de que no había presupuesto, se desactivó la Unidad cuando se produjo el asesinato de Axel Blumberg y el padre del joven, Juan Carlos, se concentró en echarle la culpa a Sica del fatal desenlace. En verdad, al fiscal –que sustentó siempre la teoría de intervenir en el pago de los secuestros y detener a los secuestradores– “se le había subido demasiado el sheriff a la cabeza”, opinaban algunos de sus pares, quienes consideraban que se metió demasiado en el terreno policial.
Las instrucciones y la metodología que aplicaría Sansone son distintas. En primer lugar, los fiscales no le derivarán el expediente a Sansone cuando se produzca algún caso de secuestro. La Unidad asistirá al fiscal de la zona y que está en turno. Esto significa que, si hoy hay un secuestro en San Isidro, Rita Molina seguirá a cargo del caso, pero tendrá la asistencia de la Unidad Fiscal conducida por Sansone. En los hechos, este último tendrá más experiencia y la base de datos de las bandas, por lo que objetivamente encabezará la pesquisa, pero requerirá de la firma de la fiscal y la aprobación de ésta para lo que se haga.
Respecto de la estrategia en cada secuestro, en principio hay coincidencia en que se priorizará la vida de la persona secuestrada, aunque en la Procuración, el gobierno nacional y el provincial se están barajando ideas sobre cómo intervenir aun cuando la persona esté en cautiverio. Ello implicaría un riesgo, pero existe consenso de que cualquier paso de ese tipo se haría únicamente con el consentimiento de la familia del secuestrado.
Varios jueces federales consultados por este diario sostuvieron que la medida es aún insuficiente y que debería designarse un grupo de fiscales para que se hagan cargo de la Unidad. “Cuando usted tiene un caso de secuestro, no duerme –le dijo a este diario un magistrado con larguísima experiencia–. Son días encerrado, atento, tratando de contener a la familia, escuchando diálogos telefónicos, tomando decisiones muydelicadas. Una persona no aguanta semejante trajín y menos todavía con la presión que hoy existe de la población. Se necesita un equipo, tal vez de tres fiscales, que además tengan tiempo de ir formándose y que sacarán datos de las policías, la SIDE y otros organismos para atrapar a las bandas. Rita Molina sola iba a hacer agua.”
Lo que resolvió el procurador ayer incluye la reactivación de las oficinas y el equipo de gente con que contaba Sica en su momento. El mayor de los desafíos es desactivar las bandas más organizadas. Se dice que esas organizaciones, ligadas al narcotráfico, no son más de cinco o seis y no faltan sospechas de que tienen cobertura policial. Lo cierto es que hasta el momento los detenidos siempre han sido pocos y exigua o ninguna la parte recuperada del botín.