SOCIEDAD
Los sueños que llegan del campo a todas las radios
Un programa del Ministerio de Educación convocó a los chicos de escuelas rurales a escribir sus sueños. Y ellos los contaron: tener luz, que vuelva el tren, llegar a ser médico pues en el pueblo no hay.
› Por Andrés Osojnik
Uno sueña con que su pueblo tenga electricidad. Otro, que vuelva el tren. Otra más quiere ser doctor para que el lugar donde vive tenga médico. Y está el que aspira con ser escritor y enseñarles a leer y escribir a su mamá y a su papá. Son los sueños que sueñan los chicos de escuelas rurales. Sus maestros les propusieron escribirlos. En unas semanas, esos sueños, narrados por ellos mismos, podrán ser escuchados por las radios de todo el país.
La convocatoria para relatar los sueños partió del Ministerio de Educación: “Buscamos motivar a los chicos para que escriban”, explicó Daniel Filmus. “Pero de lo que escribieron surge otra cosa importante: que sus sueños son solidarios, que piensan en la comunidad. Los grandes tenemos que escuchar más a los chicos”, advirtió.
Margarita Caliva es una nena riojana. Tiene 9 años y va a la Escuela Nº 40 de Amaná, un pueblito de 204 habitantes, abandonado en medio del monte interminable. Quiere ser locutora. Ya hizo su debut: en la escuela funciona una FM que concentra la atención de todo el pueblo cada martes y cada jueves. Hasta el año pasado transmitía mediante parlantes en la plaza. “Todo el pueblo se juntaba para no perderse detalle, con viento, lluvia o calor”, cuenta María Eugenia Moreno, la directora de la escuela. Ahora ya tiene antena, comprada con el apoyo de la comunidad.
Como Margarita, todos los chicos quieren llegar a la radio. “Pero ellos saben que no pueden hacerlo si no saben leer y escribir. Y entonces nos piden que nos apuremos a enseñarles, así pueden hacerlo”, relata Moreno. Margarita Caliva va a tercer año. Lee y escribe a la perfección. Su sueño de locutora fue enviado al concurso. Y resultó seleccionado junto con otros cuatro de la provincia.
Su pueblo y su escuela fueron elegidos para el acto de cierre del programa. Hasta allí fueron delegaciones de todas las escuelas de los alrededores, el gobernador, el ministro. Todos escucharon a Margarita: “En la radio me gustaría hablar de distintos temas, de enfermedades, hacer publicidad, mandar saludos, dedicar temas musicales y dar muchas noticias alegres. Cuando vuelva a salir en la radio le voy a pedir a mi señorita que me grabe, así me escucho y me corrijo en lo que haga falta”.
Más de 3 mil chicos escribieron su sueño para la convocatoria. Cada provincia eligió cuatro. El premio fue un grabador para cada escuela ganadora. Ahora, los chicos tienen que grabar su relato y enviarlo al ministerio nacional. Un jurado seleccionará uno por cada distrito. Esos son los textos que serán transmitidos en octubre y noviembre por las radios de todo el país.
A Amaná llegó también Raúl Rivero, de 9º año de la Escuela 349, de Los Bordos, en el departamento de Chamical. “Allí vivimos veinte familias, de condición humilde, muy distantes unos de otros –escribió–. Hoy la maestra nos dijo que pensemos en un deseo, un sueño que nosotros queremos que se cumpla, y de pronto se me vino a la mente lo que mi familia conversa a diario... ¿Qué podemos hacer para tener energía eléctrica en nuestras casas?”
“Me doy cuenta cuando voy al pueblo y veo cómo la gente soluciona sus problemas: enchufa la radio para escuchar las noticias, prende la televisión y mira sus programas favoritos, o por las noches prenden la luz y ya está todo claro, se pueden hacer cosas, leer...” Raúl contó que les piden 15 mil dólares para instalar el tendido. “¿Cómo vamos a pagar esa cantidad de dinero si sólo alcanza apenas para comer?”
“Cuando pensamos la consiga ‘Te cuento un sueño’, la incógnita que teníamos era qué tipo de sueños plantearían los chicos –cuenta Roxana Morduchowicz, responsable del programa–. Ahora vimos que mayoritariamente son sueños humildes, que reflejan la preocupación comunitaria. Es bueno ver que los chicos se preocupan por los demás, pero también es triste ver que están obligados a soñar con cosas que ya deberían tener.”
Como el sueño de los chicos de 7º de la Escuela Primera Junta de Cortaderas, en Tucumán. Un sueño, según contaron, que pasa de generación en generación: que el camino que lleva a la escuela sea pavimentado y tenga luz. O el de los de 7º, 8º y 9º de El Caladillo, en La Rioja, cuya ilusión es que la escuela tenga un transporte propio: “Algunos alumnos deben recorrer 15 a 20 kilómetros de distancia a lomo de mula, caminando o en bicicleta, mientras que el resto debe dormir en el lugar y dejar a sus familias toda la semana”. Más de la mitad de los chicos deja la escuela por eso.
Héctor Coria, que va a 6º grado de la Escuela Nº 368 de Jujuy, quiere ser un “jatún (gran, en quechua) escritor”. “Pero tengo que estudiar mucho para serlo y no tener errores de ortografía –confiesa–. Quiero que mis cuentos estén en las revistas y en los libros para que mucha gente pueda leer lo que yo escriba. Enseñaré a leer y a escribir a mi papá y a mi mamá y a la gente, como ancianos y ancianas que no pudieron aprender.”
Del otro lado del mapa, Cristian Alvarado, de la EGB Rural 25 Cacique Casimiro Biguá, en Estancia Glencross, de Santa Cruz, quiere cuidar ovejas: “Yo sueño con ser un gran ovejero. Parecerme a mi padre, rodeando las ovejas en el campo, faenar aquellos animales que por temporales o el ataque de algún perro bagual las dejó muertas o moribundas en estas pampas patagónicas”.
Los chicos de 5º año de la Escuela 507 de Medellín, en Santiago del Estero, tampoco son muy ambiciosos: sólo sueñan con las “maravillas que únicamente se concretaría con el regreso del tren. Es hermoso soñar despierto, pero más hermoso sería que se hiciera realidad”.
Por ahora, son sueños.