Lun 06.09.2004

SOCIEDAD

Frances pasó sin destrozos por Miami, pero ahora se viene Iván

El huracán rozó Miami sin provocar graves daños. Miles de argentinos entre los evacuados. Pasó Frances, pero aguardan lo peor: la llegada de otro huracán, el Iván, dentro de seis días.

› Por Pedro Lipcovich

Los habitantes de Buenos Aires fueron evacuados en su totalidad: no los de la Ciudad Autónoma, pero sí los de la “Pequeña Buenos Aires”, como llaman en Miami a la isla de Miami Beach, predominantemente habitada por argentinos. Afortunadamente, desde el mediodía de ayer los evacuados comenzaban a volver a sus hogares, por las calles cruzadas de postes caídos y árboles arrancados de cuajo, todavía bajo fuertes lluvias, mientras el huracán Frances se dirigía hacia el noroeste. Los daños todavía no fueron evaluados, y hasta anoche no se había informado sobre víctimas fatales en la Florida. La intensidad del Frances fue menor que la temida, pero el fenómeno se recordará como uno de los más grandes de la historia: tenía 600 kilómetros de diámetro y el “ojo” de la tormenta –ese sitio central engañosamente calmo–, de 100 kilómetros de diámetro, era tan grande que tardaba varias horas en pasar, por lo cual hubo que advertir reiteradamente a la población para que no saliera prematuramente a las calles que, después, la “cola” del huracán azotó con vientos de más de cien kilómetros por hora. Para colmo, dentro de seis días llegará Iván, que, con Frances y Charley –causante de 20 muertos, hace 15 días– sumará el mayor conjunto de huracanes de las últimas décadas.
“Sigue lloviendo y, hace unos minutos, los vientos eran tan fuertes que sacudían nuestra camioneta”, contó a este diario, a las 19.15 de ayer (hora argentina; 18.15 en Miami), el pastor argentino Gabriel Kost, en cuya iglesia evangélica se habían albergado algunos de los compatriotas que habían dejado sus hogares a partir del jueves, cuando se dio la orden de evacuación que se levantó ayer al mediodía.
La orden rigió para todos los habitantes de la “Pequeña Buenos Aires”, como llaman a la isla de Miami Beach, que se ha convertido en el barrio con más concentración de argentinos, seguido por “Pequeña Habana” –donde ya hay más argentinos que cubanos–. Desde allí, el compatriota Vicente Treves contó que “no hubo víctimas ni destrozos graves. Las autoridades se comportaron correctamente durante la evacuación, y no pidieron a nadie que mostrara sus papeles en orden. En realidad, el problema se va a plantear cuando se necesite mano de obra para reconstruir lo dañado y, ahí sí, va a haber agentes federales que chequearán la documentación, cosa que muchas veces no pasa en situaciones normales”.
Algunos no llegaron a evacuarse: “Estábamos a punto de evacuarnos –contó una argentina que vive en la costa de Bahía Biscayne– cuando se informó que el huracán ya había superado la latitud de Miami y el peligro disminuía; entonces decidimos quedarnos, pero agrupándonos varias familias en los departamentos más seguros: un gran peligro en los huracanes está dado por pequeños objetos que, llevados por el viento, atraviesan las ventanas como balas de cañón; desde 1992 se estableció que los edificios altos en zonas de riesgo cuenten con shutters, persianas especiales que resisten vientos de hasta 240 kilómetros por hora; pero no todos los condominios los tienen”.
A la mañana, los funcionarios advirtieron a los residentes que no salieran a las calles, ya que “el ojo de Frances puede tardar hasta cuatro horas en pasar, dando la falsa impresión de que finalizó la tormenta”.
Dos millones de personas permanecían sin electricidad anoche en la Florida, que suma en total 17 millones de habitantes. El Frances provocó destrozos desde Orlando hasta Miami, con ráfagas de hasta 200 kilómetros por hora. Anoche, su intensidad había decrecido hasta el nivel 1 dentro de la escala Saffir-Simpson, que tiene cinco niveles, pero los meteorólogos advertían que podía retomar fuerzas al volver a pasar sobre el océano, en el Golfo de México, en la noche de ayer, antes de llegar, hoy, al noroeste de Florida. El enorme huracán, que abarca un área de casi 300 mil kilómetros cuadrados, se desplazaba lentamente, a 14 kilómetros por hora.
El presidente George W. Bush le anticipó a su hermano Jeb, gobernador del estado de Florida, que pedirá al Congreso unos 2 mil millones de dólares para ayudar a ese estado a reparar los daños.Entretanto, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos anunció que monitoreaba la trayectoria de uno nuevo, el Iván, surgido frente a las Islas Azores, que tardará unos seis días en llegar a la castigada Florida.
Ayer al mediodía se reanudaron los vuelos en el aeropuerto de Miami. Y “recién esta tarde empezó a salir un poco de gente a la calle –contaba anoche desde Miami el pastor Kost–. Desde el jueves, todo había estado paralizado; se interrumpieron las clases, se cerraron los negocios, no se conseguía gasolina en las estaciones de servicio y el precio de las tablas de madera para tapiar ventanas subió de 12 dólares a 35. Pero lo peor de estos días fue la incertidumbre, que en realidad sigue, ahora, mientras se acerca Iván”.

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