SOCIEDAD
› UN INVENTO ARGENTINO ABRIO UN DEBATE SOBRE SEXUALIDAD
La argentinidad al palo
El novedoso artefacto es un pene con movimientos. Los sexólogos tienen opiniones diversas: para uno, el vaivén no es fuente de placer; para otra, más que el dildo, importa la base del aparato en contacto con la vulva.
› Por Pedro Lipcovich
Un nuevo invento argentino sacudirá al mundo. Se trata de un pene artificial –o vibrador o dildo o, en fin, consolador– provisto de un motor que le confiere un movimiento de penetración: entra-sale-entra-sale por sí mismo, rítmicamente, en el orificio corporal donde haya sido introducido. Al igual que, en sus comienzos, la máquina a vapor o el automóvil, el invento argentino está suscitando controversias. Un sexólogo y profesor universitario advirtió que el aparato se anota “en la mentalidad de muchos hombres argentinos, para quienes ‘cuanto más rápido me muevo, más te haré gozar’, y no es así: lo que produce el orgasmo en las mujeres es especialmente la estimulación del clítoris”. Sin embargo, la secretaria general de la Federación Sexológica Argentina, si bien manifestó sus dudas sobre la efectividad del implemento, opinó que su inventor “tendría que hacérselo probar a las sexólogas: por mi parte, en nombre de la ciencia, estoy dispuesta a prestarme”. La nueva tecnología viene a inscribirse en un creciente desarrollo internacional de estos implementos. Un aparato recientemente llegado al país, provisto de resortes internos, tiene por función desarrollar la musculatura vaginal, lo cual aumenta la calidad de los orgasmos de la mujer, además de aumentar el placer del varón. Determinados modelos de dildos ayudan a la estimulación del “punto G”, mientras que los tradicionales “vibradores” siguen siendo los mejores para la estimulación del clítoris. Y para los varones, “incluso los heterosexuales que se den permiso” –precisó la secretaria general–, la penetración mediante estos implementos permite alcanzar la “sensación mucho más profunda” del orgasmo por estimulación prostática.
El aparato argentino fue desarrollado por Eduardo Omar Gómez, integrante de la Asociación Argentina de Inventores. Consiste en un pene artificial como los que pueden adquirirse en los sex-shops, pero que va montado sobre una base en forma de prisma de bordes redondeados, de unos 25 centímetros de largo por 15 de altura y 10 de ancho, forrado en un paño suave, desmontable. En el interior de esta base se halla el motor que mueve el falo artificial. “La mujer se sienta encima de la base, o bien se acuesta con el aparato entre sus piernas, aprieta el botón y el aparato empieza a funcionar –explica Gómez–; puede moverse durante 40 minutos sin ‘cansarse’.” El prototipo se mueve a velocidad constante pero la versión comercial contaría “con regulador de velocidad: más rápido o más despacio”.
El aparato “funciona igual que el hombre”, destaca su inventor, quien, interrogado sobre los resultados obtenidos por el prototipo, contesta que “lo probó una amiga de mi señora y su testimonio fue muy positivo”. No hubo hasta ahora más ensayos porque “al no contar con un local donde el equipo pueda ponerse en funcionamiento, no les puedo decir a las mujeres ‘vengan a mi casa’”.
El problema es el capital para la producción en serie: “Necesito matrices, que son costosas, y maquinaria para la producción”, afirma Gómez y, como tantos empresarios argentinos, busca consuelo en el Estado: “Necesito apoyo económico del Gobierno para poder fabricar en escala, comercializar, exportar y así contribuir a bajar la desocupación”.
León Gindin, director del Centro de Estudio, Terapias e Investigaciones en Sexualidad (Cetis), se manifestó crítico: “El inventor cree que el movimiento coital es el que produce el orgasmo en las mujeres, pero lo que produce el orgasmo es la estimulación clitoridiana. Por eso, los implementos que se introducen en la vagina no son especialmente eficaces para el orgasmo femenino. Pero la mentalidad del varón argentino es que, cuanto más te la meto y cuanto más rápido la muevo, más te voy a hacer gozar”.
Según puntualizó Gindin, “los implementos que más sirven para contribuir al orgasmo femenino son los tradicionales masajeadores vibrátiles que pueden aplicarse directamente en la zona del clítoris. Los implemento intravaginales no son tan eficaces, aunque es cierto que, en el orden de estimular la fantasía, todo puede servir”.
Virginia Martínez Verdier, secretaria general de la Federación Sexológica Argentina –que nuclea a diversas entidades del área– prefirió no adelantar una opinión definitiva. “El inventor tendría que hacerles probar el implemento a las sexólogas para recabar opiniones. Yo por mi parte me presto a sacrificarme por la ciencia.” La investigadora se interesó, no tanto por el movimiento de penetración como por la base de apoyo del aparato: “Si funciona como una especie de almohadoncito, puede ser oportuna, en la medida en que haga contacto con la vulva y la entrada de la vagina”, porque, en los dildos convencionales, se trata de “una especie de pene que termina en la nada, y falta la estimulación que se produce en el contacto entre las pelvis, y por la cual muchas mujeres prefieren ubicarse arriba del hombre”.
La especialista distinguió entre “las mujeres que tienen o han descubierto su punto G y las que no. A estas últimas, la penetración en sí no les resulta especialmente excitante, a diferencia de la estimulación externa en la región del clítoris”. Los implementos de introducción vaginal, en términos generales, serían más interesantes “para las mujeres que tienen un punto G, estimulable en la vagina misma”.
Martínez Verdier recordó que el punto G “es una leve rugosidad, de unos dos centímetros de diámetro, en la parte superior de la entrada vaginal; se estimula por presión. Embriológicamente corresponde a un residuo de lo que es la próstata en el varón”.
Por lo tanto, el equivalente masculino del punto G es la región prostática, y aquí puede volver a entrar en acción el dildo. “Los varones que se permiten sentir placer con el ano, y esto es independiente de que su orientación sea heterosexual o no, para aquellos que se den permiso para tener sensaciones anales, la penetración anal, además de suscitar placer en el nivel del esfínter, estimula la próstata y puede disparar el orgasmo, acompañado de una sensación intensa y profunda”, explicó la sexóloga.
Volviendo a la mujer, el orgasmo en sí no importa si se desencadenó a partir de estímulos en el clítoris o en el punto G, implica contracciones en los músculos que rodean la vagina. “Ya hace un año llegó a la Argentina un dispositivo parecido a un dildo, que se introduce en la vagina y tiene por dentro resortes, de manera que puede ser comprimido por los músculos de la vagina, que así se ejercitan. En realidad, fue diseñado para ayudar a mujeres con incontinencia de orina, porque fortifica todos los músculos de la zona pélvica, pero los sexólogos lo usamos para los ‘ejercicios de Kegel’ que, al tonificar los músculos vaginales, permiten mejores orgasmos. Estos ejercicios pueden hacerse también sin el implemento.”
–Ese fortalecimiento de los músculos vaginales también va en beneficio del partenaire –señaló Página/12.
–Sin duda –contestó Martínez Verdier–, en la medida en que la mujer tiene mayor control de sus músculos vaginales, puede jugar a contraerlos, no sólo involuntariamente como en el orgasmo, sino también voluntariamente. Y el abrazo del pene por la vagina puede ser muy placentero para el varón.
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