Dom 21.04.2002

SOCIEDAD  › LA COMPETENCIA DE LOS ARGENTINOS QUE EMIGRAN GENERA POLEMICAS EN SANTIAGO

Cuando pa’Chile me voy

Empezaron a llegar en cifras importantes en el verano. Muy bien calificados, muchos se postularon y obtuvieron altos cargos. La polémica estalló cuando algunas empresas publicaron avisos pidiendo sólo argentinos y fueron multadas. Además, el gobierno chileno encargó a un especialista argentino un estudio sobre quiénes y cómo quieren cruzar los Andes.

› Por Alejandra Dandan

Sólo para argentinos. Los avisos se publicaron en Chile. Benetton y Telefónica salieron con ofertas de trabajo únicamente para argentinos. La convocatoria enfureció a los chilenos y disparó un debate que aún no termina. El gobierno de Ricardo Lagos multó a las compañías por “infracción gravísima” contra las leyes de trabajo y, de paso, encargó un estudio, por lo menos, extraño. El estudio fue pedido oficialmente a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), una de las entidades con más trayectoria en el estudio de fenómenos de migraciones que está conducida por Lelio Mármora, un profesor argentino titular de la Maestría de Políticas de Migraciones de la UBA. Las razones del diagnóstico no son muy claras, pero el gobierno de Lagos está preocupado por el aumento de argentinos decididos a mudarse para trabajar detrás de los Andes. Es ese terreno el que ahora parece sangriento. El índice de desocupación chileno pasó en dos años del 4 al 9 por ciento y hacia ese escenario avanza el nuevo flujo de emigrantes que busca una alternativa más cercana frente a las restricciones de Estados Unidos y Europa. En ese contexto los argentinos ahora son mirados como los más odiosos de una clase: llegan a negociar sueldos hasta un 80 por ciento más bajos que sus aspiraciones iniciales y, encima, de acuerdo con un estudio publicado el año pasado por la Celade, aterrizan en Chile con el índice de calificación más alto de América latina y el Caribe.
El 27 de enero la opinión pública chilena y distintas ONG pusieron el grito en el cielo. Dos empresas publicaron anuncios en los medios gráficos pidiendo argentinos. Una de ellas fue Trevisa, representante en Chile de Benetton. La otra fue Coasa SA, otra operadora de raíz extranjera pero distribuidora de celulares de Telefónica. De este lado de la cordillera nada se supo de todo aquello, pero en Chile generó urticaria.
–¿Y por qué pedían argentinos? –le preguntó este diario a Alessandro Dinoli Rodríguez, gerente general de Coasa-Telefónica.
–Había mucha gente con problemas laborales y ya habíamos lanzado un aviso previo sin la especificación, pero la respuesta fue mala.
–¿Ustedes supusieron mejores características entre los argentinos o especularon con los sueldos más bajos?
–Los sueldos eran iguales. Los argentinos son bastante más amplios para las ventas pero no puedo decirle eso: aquí se me complicaron las cosas con eso, no puedes poner un aviso así porque se llama discriminación.
Dinoli Rodríguez aprendió la lección. La incorrección política le costó a Telefónica una multa de 200 mil pesos chilenos (algo así como 50 dólares) y una campaña de desprestigio con vastas repercusiones.
Frente a la publicación ocurrieron varias cosas. Por un lado, se disparó una campaña de lógica futbolera reflejada en una encuesta del 6 de febrero lanzada por Internet. Como si todo se resolviera como en un partido entre River y Boca, la página del diario La Segunda preguntaba:
–¿Está de acuerdo con que se sancione a las empresas que soliciten trabajadores argentinos?
Y la respuesta fue un “Sí”, y de los más rotundos. La sanción fue aprobada por 65 por ciento de los 1118 votantes registrados por el contador de la página. Los votantes electrónicos ya contaban con un anticipo: la decisión del gobierno chileno. El mismo día que se lanzaba la encuesta, la Dirección de Trabajo aprobó las sanciones para las dos compañías. Chile consideró las convocatorias como “infracción gravísima” contra el artículo 2 del Código de Trabajo que castiga cualquier tipo de discriminación laboral. Cristian Melis actuó como fiscal y habló del tema como de un atentado hacia el proletariado mundial: “No sólo puede afectar a los trabajadores nacionales –dijo–, va contra los extranjeros que pudiendo optar por esos trabajos no pueden hacerlo”.
Pero ni las multas ni la lección pública sirvieron demasiado. Y en Chile aún se sigue buscando a argentinos, aunque ahora las empresas juegan a las escondidas.
¿Yo? argentino
La oferta de empleo sólo para argentinos se difunde por Internet y en la mayor parte de los casos las compañías mantienen sus nombres en reserva. Trabajando.com es uno de los sitios que canalizó cinco propuestas. La compañía maneja fuertes volúmenes de ofertas de empleo para varios países de Latinoamérica. Su socio fundador, Juan Pablo Swett, publicó las cinco ofertas que pedían sólo argentinos, pero como medida preventiva no mencionó a las empresas.
Este tipo de búsqueda selectiva comenzó a ser polémico desde diciembre. Hasta ese momento, de acuerdo con datos del Ministerio del Interior chileno, el número oficial de argentinos residentes (y por lo tanto legales) era de 44.760, algo así como 20 por ciento de los extranjeros. Pero eso cambió con la crisis argentina. Cuando en Buenos Aires comenzaban a tronar las cacerolas, en Chile empezaron a escudriñar cada milímetro de la frontera. La última semana del mes, la Unión Centro Centro (UCC) le pedió a Lagos una política de “puertas cerradas ante la eventual llegada masiva de argentinos por motivos económicos”. Esta reacción fue publicada días más tarde por La Tercera cuando el subsecretario del Interior, Jorge Correa Sutil, admitía el escozor por la avanzada transandina: “Lo que cabe en este mundo globalizado es mantener la política migratoria vigente, sin descuidar la preocupación por los efectos en el tema del empleo”.
Ninguno de estos fantasmas se agita en vano. El tránsito hacia el cordón cordillerano triplica ahora los números del año pasado. Guillermo Durriul, vicecónsul argentino en Santiago, advirtió el salto en los trámites de radicación. Entre el 1° de enero y el 16 de abril del año pasado hubo 50 argentinos que pasaron por el consulado para comenzar el trámite de residencia en Chile. Este año fueron 180.
El dato sirve a quienes analizan este nuevo proceso, pero aún no está completo. Aunque el Consulado argentino en Santiago es el más importante, es sólo uno de los seis extendidos a lo largo de Chile. Además, quienes viajan con el pasaporte a menudo no pasan por las sedes administrativas argentinas. Gestionan los papeles en el Departamento de Extranjería y Migración chileno y al cabo de unos tres meses obtiene un visado provisorio. Los datos del Departamento de Extranjería también registraron un aumento pero como no cuentan los que están en trámite, el total deja fuera el impacto de la crisis de diciembre. De acuerdo con esas estadísticas, las visas de residencia otorgadas a argentinos desde el 1° de enero hasta esta semana fueron 517. En el mismo período, el año pasado eran 480.
Sólo como ejemplo, desde ese momento, los postulantes argentinos en ofertas de trabajo pasaron de 2 al 15 por ciento. El año pasado, Trabajando.com, con 400 ofertas mensuales, recibía 400 curriculums argentinos al mes, desde diciembre la cantidad es de 3000. En la base de datos se acumulan unos 14.000 antecedentes de argentinos, un 30 por ciento de los cuales aún tiene empleo pero frente a la incertidumbre opta por una mudanza.
El tipo de inmigrante dispuesto a alistarse en el mundo trasandino tal vez tiene más calificación y ha gozado de mejores puestos de trabajo que quienes parten a Europa. Las estadísticas manejadas por Swett indican que una gran parte se postula para cargos ejecutivos y de gerenciamiento de empresas, en cargos superiores administrativos y de finanzas. También encontraron ubicación en el mercado de la ingeniería civil, uno de los sectores con menos rotación de personal; hubo convocados para operadores de centros de telecomunicaciones y telemarketing, y muchos pero muchos en promociones.
Este fenómeno fue creciendo en lo que ahora parece la prehistoria del proceso de inmigración anunciado en febrero como masivo, imparable, histórico. En un país con todos los índices precipitados, la única salida abierta parecía la de Ezeiza. Sin embargo, quienes viajaban a Chile no necesitaban ni siquiera pasar por el aeropuerto y tal vez por eso nunca fueron bien registrados por los indicadores de la Dirección Nacional de Migraciones. Así, el tránsito hacia las tierras trasandinas se hizo casi sin ruido, muy silencioso e imperceptible, como el camino zanjado por las termitas en alguna canaleta. Hasta que estalló.
–Si tengo que decirle cuánto aumentó, debería hablar de 700 o 600 por ciento, pero eso significa que pasamos de 1 a 20 radicaciones familiares por mes –dice ahora Enrique Melkolian, cónsul chileno en Buenos Aires.
Los odiosos
La cita pertenece a “Hormiga Atómica”, uno de los cibernautas convocados en un foro del Mercurio Online. 20-12-2001:
“Inmigración de nuestro país debería ponerse firme con la gente que quiera entrar, porque ya estamos llenos de peruanos, cubanos, argentinos y ahora con la crisis que tienen en este último país, van a llegar más hermanos argentinos a vivir a nuestro Chile lindo y a buscar pega, plazas de trabajo que debieran ocupar nuestros compatriotas”.
Este es uno de los puntos más críticos para los chilenos: pocos ven con agrado la cercanía argentina y la devaluación del mercado de trabajo. Juan Pablo Swett tiene un ejemplo paradigmático: el caso de un argentino que se postuló para cubrir un puesto gerencial de 15 mil dólares por el que le ofrecían 2 mil. Pero la mayoría de los casos son peores. Los argentinos que llegan a Chile suelen aceptar por 600 dólares puestos valuados en 3 mil. “No es que los empresarios chilenos paguen menos –explica Swett–, están contratando personas con un perfil académico mayor por el mismo salario.” Para el empresario, los argentinos aceptan este tipo de empleos como un primer escalón para lograr un contrato como acceso a la radicación.
Para Enrique Oteiza, especialista en movimientos migratorios, esta hipótesis es más compleja. Los buenos resultados que tienen los argentinos en el mercado chileno parecen coincidir, para el sociólogo, con la calificación. En un estudio de Adela Pelegrino publicado el año pasado por el Centro Latinoamericano de Demografía (Celade) con base en Santiago de Chile, se indica –dice Oteiza– que “Argentina tuvo siempre, en promedio, el flujo migratorio más calificado de América latina y el Caribe”. Una consecuencia es la inserción relativamente pronta en mercados formales de trabajo, incluso en el chileno.
En el foro, ahora contesta JC Jeanner: 9:20am, 20-12-2001, Chile. “Con razón la jueza Servini quiere llevarse a Pinochet para Argentina, así podrá ordenar ese país con mano dura”.

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