Mar 30.11.2004

SOCIEDAD  › UN CHICO DE 12 AÑOS FUE PROCESADO POR HURTO

El delito de recoger soja

Ni siquiera ladrón de gallinas: a Tato, un chico de 12 años, se le abrió una causa penal por robo de soja. Estaba en la playa donde funciona la planta Puerto San Martín de la cerealera Cargill recogiendo los granos que habían caído de la cinta transportadora que va desde la empresa hasta el muelle donde están las barcazas que se los llevan. Pero llegó la Prefectura y lo capturó, acusándolo de invadir la propiedad privada y sustraer la soja derramada.
Los argumentos esbozados contra el chico, Gustavo, al que le dicen Tato, tienen pies de barro. Es que cometía el presunto delito sobre la playa, un lugar de tránsito público. Además, la soja, al abandonársela, dejó de ser propiedad de la empresa. Por ello se teme que la acción tiene el objetivo dar un aviso contundente para alejar a los pobres de la periferia que llevan a la práctica una novedosa versión de la teoría del derrame.
La aventura de Tato se inició en la medianoche del 9 de septiembre, cuando junto con dos chicos de trece años se subió a una piragua con la proa puesta hacia el muelle por el que se van los alimentos de Cargill. Oscar Rinaldi, empleado de la empresa de vigilancia MFP, que custodia el predio, los vio “robarse” la soja sobre la playa y llamó a Prefectura, que tiene poder de policía en la zona.
Cuando llegó el móvil 201, los chicos dejaron las seis bolsas de 50 kilos que habían llenado y huyeron hacia la piragua. Tato no los alcanzó y se escondió en un hueco del muelle hasta que lo detuvieron. Pensaba ganar unas monedas vendiendo la soja a un criadero de chanchos.
Lo halló en su escondite otro empleado de MFP, Antonio Ayala. El chico tiritaba de frío. El ayudante Jorge Falcone, de Prefectura, labró el acta por hurto 48/04, que está en manos del juzgado de Menores
Nº 2, a cargo de Juan Leandro Artigas.
Ayer, en declaraciones a Radio 2 de Rosario, Artigas señaló que al chico se le hizo una “causa preventiva”. Contra lo establecido por la Convención de los Derechos del Niño, Tato tuvo que enfrentar al interrogatorio hecho por Prefectura de San Lorenzo sólo amparado por su retórica de púber. Dio los nombres de sus acompañantes, sus domicilios y contó todos los pormenores de lo ocurrido.
Los uniformados le preguntaron si sabía que estaba en una propiedad privada y que el ingreso y permanencia en ese sitio sin autorización era delito. Tato respondió que sí, que sabía, pero que lo único que buscaba era juntar el cereal tirado en el piso para irse por donde vino.
El juez Artigas indicó que la causa “no va a prosperar, el chico no va a ir preso”, y que “se hizo un escándalo de la nada”. La detención “preventiva” se realizó “porque era de madrugada y porque podía peligrar la integridad física del menor”. Por este fin altruista se le abrió una causa por robo a un chico de 12 años. “Durante las horas que estuvo demorado contó con buena atención: no hay ninguna denuncia del padre que diga lo contrario”, aclaró Artigas, quien descartó que Tato sea internado en un instituto de menores: “Si es un chico pobre, diremos al Estado que les dé una mano a sus padres”.
Desde Cargill, por su parte, contaron a este diario que la Prefectura “actuó de oficio”, y que la empresa “en ningún momento radicó una denuncia” sobre el presunto robo de cereales.

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