SOCIEDAD
› LA MORTALIDAD POR EL SIDA AFECTA A LOS PACIENTES MARGINADOS
“Se están muriendo los más pobres”
Un estudio revela que en el Hospital Muñiz los fallecidos habían abandonado el tratamiento o nunca lo iniciaron. Eran, en su mayoría, “homeless”, ex detenidos y usuarios de drogas. Hoy habrá una serie de actividades por el Día Internacional de Lucha contra el Sida.
› Por Mariana Carbajal
En momentos en que el sida se ha convertido en una enfermedad crónica, la epidemia está matando en el área metropolitana a enfermos en situación de marginación, golpeados por la crisis de los últimos años y que, aun cuando los cócteles antirretrovirales son gratuitos, no logran seguir un tratamiento por la fragilidad de su situación socioeconómica. Así lo revela un estudio realizado en el Hospital Muñiz, centro de referencia de la Ciudad y el Conurbano, que analizó las historias clínicas de los fallecidos a lo largo de diez meses: en el 60 por ciento de los casos, los pacientes nunca habían seguido un tratamiento y en el 40 por ciento restante lo habían abandonado. “A diferencia de lo que ocurre en países desarrollados, donde la hepatitis C es la principal causa real de la muerte de pacientes con sida, aquí se mueren porque están marginados socialmente: la mayoría son ex detenidos, homeless, travestis y usuarios de drogas intravenosas”, indicó a Página/12 el infectólogo Sergio Maulen, autor de la investigación.
“Es otra consecuencia del impacto de la crisis del 2001”, apuntó Maulen, médico del Muñiz. “Muestra cómo se está marginalizando cada vez más la epidemia”, señaló Claudio Bloch, director general de la Coordinación Sida del gobierno porteño. Otro dato que refleja que se está convirtiendo en una enfermedad de la pobreza, aun en el territorio más rico del país, es la tasa de mortalidad registrada por sida: en el sur de la ciudad –donde hay más población con NBI– es el doble que en el norte del distrito: más de 13 fallecimientos por sida cada 100 mil habitantes contra 6 cada 100 mil, respectivamente, según reveló Bloch a este diario.
Las estadísticas oficiales indican que desde enero del 2003 se notificaron en la Capital Federal 1726 diagnósticos de VIH, de los cuales 728 (42 por ciento) correspondieron a personas que residen en la ciudad: la mayoría está domiciliada en los barrios del sur del distrito.
El estudio realizado sobre los fallecimientos registrados en el Muñiz mostró que la edad promedio de muerte para los hombres es de 37,7 y la de las mujeres, de 34,8 años. El trabajo investigó de qué mueren los que mueren de sida. Maulen revisó cien historias clínicas de las 285 defunciones por sida ocurridas entre junio del 2003 y marzo del 2004 en el Muñiz, donde se atiende un tercio de los pacientes tratados en la ciudad. Del total de los fallecidos de cada mes, tomó las diez primeras historias clínicas para analizarlas en profundidad: el 78 por ciento residía en el Conurbano y el resto, en el territorio porteño. Entre los que figuraban con domicilio en Capital, Maulen encontró algunas particularidades: la mitad de ellos no tenía domicilio o vivía en la calle y algunos estaban detenidos en cárceles. “Sorpresivamente me encontré que aquí no se mueren por hepatitis C, como sucede en los países desarrollados donde, como en la Argentina, hay acceso a los cócteles antirretrovirales, sino porque están marginados socialmente”, señaló el médico infectólogo, a cargo del Area de Diagnóstico y Tratamiento de la Coordinación Sida del gobierno porteño.
Los fallecidos estudiados en la investigación resultaron ser personas de bajo nivel socio-económico, con instrucción primaria y desocupados o detenidos. “Si bien acuden al hospital, no realizan los controles específicos o no los sostienen periódicamente. La mayoría fallece sin tratamiento antirretroviral específico, ya sea porque nunca lo tomaron o porque lo abandonaron hace un tiempo. Otro dato significativo es que la mayoría tenía historia de consumo de drogas, actual o pasado. Las mujeres que no tenían esta característica eran parejas de usuarios de drogas”, revela la investigación.
“Hablé con médicos del Hospital Fernández y me comentaron que también observan la misma tendencia”, señaló Maulen. “Aun cuando los tratamientos son gratuitos, estas personas no pueden sostenerlos porque tienen tantos problemas, como la falta de techo o de comida diaria, que no pueden ir a buscar la medicación todos los meses”, agregó el investigador. Los cócteles antirretrovirales han transformado al sida en una enfermedad crónica. El último informe de Onusida –difundido una semana atrás– mostró que se produjo un descenso de la mortalidad en el país como consecuencia del acceso a los tratamientos. En la Ciudad de Buenos Aires, el perfil de la epidemia muestra una caída de la mortalidad del 60 por ciento entre 1996 y el 2002: “Cae entre quienes tienen acceso a los tratamientos y pueden sostenerlo. Pero más allá de que sean gratis, muchos no pueden ni siquiera pagar el colectivo para ir a buscarlos. Se están muriendo los más pobres”, advirtió Bloch.
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