SOCIEDAD
Misterio y sospechas rodean el crimen de una pareja, en Berisso
Sus cadáveres aparecieron enterrados en un descampado, en Punta Lara. Desaparecieron el viernes, cuando fueron a cobrar una deuda.
› Por Carlos Rodríguez
“Yo los reconocí, eran mis hijos.” Luis Basualdo confirmó ayer que los dos cuerpos encontrados en una cava de la localidad bonaerense de Punta Lara son los de su hija, Marcela Basualdo, de 28 años, y su yerno, Jorge Torres, de 36. La desaparición de la pareja, que vivía en Berisso, había sido denunciada el viernes. “El hombre presentaba huellas de un fuerte golpe en la cabeza y la mujer habría fallecido por asfixia por sofocación, pero se trata de una apreciación preliminar, porque todavía no tenemos el resultado de la autopsia”, declaró anoche a Página/12 el fiscal de la causa, Sergio Delucis. Con la aparición de los cadáveres, enterrados en la reserva natural de Punta Lara, cerca del Río de La Plata, se develó el destino final del matrimonio, pero permanece el misterio sobre los móviles del crimen y la autoría. Fuentes policiales aseguraron que las sospechas apuntan, hasta ahora, hacia Walter Olmos, un maestro mayor de obras que sería la última persona que vio con vida a la pareja, con la que mantenía una deuda. “Hasta ahora, sólo es un testigo”, dijo, sin embargo, el fiscal Delucis al ser consultado por este diario.
“Olmos declaró que estuvo el viernes con el matrimonio y que saldó con ellos una deuda de 4300 pesos que tenía. También dijo que la pareja era acompañada por dos hombres a los que mi cliente no conocía”, informó a la prensa Marcelo De Luca, abogado del maestro mayor de obras. “El hecho de que haya un hecho delictivo, es decir un crimen, no significa que Olmos esté como imputado. De hecho, yo no soy su abogado en esta causa, porque no está como acusado”, aclaró De Luca quien de todos modos se hizo presente en la zona donde fueron encontrados los cuerpos. El abogado, que dijo mantener una vieja relación profesional con Olmos, aseguró que aportaron a la Justicia un documento, supuestamente firmado por Jorge Torres, en donde se dejaría constancia del pago de los 4300 pesos adeudados.
“La policía hizo un rastrillaje por la zona y advirtió la presencia de tierra removida. Hicieron una excavación y aparecieron los dos cuerpos, que no estaban mutilados, estaban íntegros”, aclaró el fiscal Delucis. Los cuerpos fueron reconocidos por Luis Basualdo, padre y suegro de las víctimas, quien presenció las tareas que llevaron al hallazgo. “Yo reconocí que eran mis hijos y se lo certifiqué al fiscal, porque no podía seguir esperando un día más hasta que ellos concluyan las pericias”, dijo Basualdo ante los periodistas. “El que cometió el crimen tiene una mente enfermiza, porque no se puede asesinar de esta manera a dos personas que sólo querían progresar”, sostuvo Basualdo.
Los dos cuerpos habían sido sepultados juntos, en una misma cava de unos 40 centímetros de profundidad, y habían sido tapados con arena y tierra. La primera en aparecer fue la mujer, que tenía tapada la cabeza con una bolsa de nylon, que estaba atada al cuello con un piolín de albañilería. El hombre tenía “un fuerte golpe en la cabeza”, informó el fiscal Delucis. “Por el momento no podemos confirmar si tienen o no otras lesiones o heridas, porque todavía no tenemos el resultado de las autopsias”, insistió el responsable de la investigación. Los cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición, por haber permanecido varios días en un terreno húmedo y sometidos a altas temperaturas. Todo hace pensar que el crimen se produjo el mismo día de la desaparición, en otro lugar que todavía no pudo ser establecido.
“Fueron llevados a la morgue judicial donde se está haciendo la autopsia luego de un proceso de enfriamiento de los cadáveres”, comentó Delucis. Los dos cadáveres estaban vestidos y tenían la misma ropa con la que habían salido de su domicilio. Eso facilitó la identificación por parte del padre de la mujer. Los rostros “estaban irreconocibles por el estado de descomposición”, comentó uno de los investigadores. Al lugar del hallazgo se llegó luego de un intenso rastrillaje policial por tierra y aire. Lo que llamó la atención, además de la tierra removida, fue la presencia de vegetación que no es de la zona y que había sido usada para cubrir los dos cuerpos.
“Se supone que el crimen fue cometido en otro lugar, pero se ignora dónde pudo haber sido”, dijo el fiscal a Página/12. Ayer se realizó un allanamiento en la casa de Walter Olmos, el maestro mayor de obras que habría sido la última persona que vio con vida a la pareja y que para algunos, es el principal sospechoso. La casa de Olmos está en la calle 142 y 45, en el barrio conocido como Villa del Plata, en Ensenada. En ese lugar, la policía tomó muestras de vegetación y secuestró un par de botas, para hacer una comparación con los elementos reunidos en el lugar del hallazgo de los dos cuerpos. El auto en el que se movilizaba el matrimonio, un Renault 12 rojo, fue encontrado el lunes en La Plata y en su interior habían dejado una riñonera de Torres con documentos y 270 pesos en efectivo.