SOCIEDAD
› PRIMER DIAGNOSTICO SOBRE EL
ESTADO DE LA INFANCIA EN ARGENTINA
Para los niños la pobreza no es menor
Según un informe de Unicef, el 62,7 % de los chicos está bajo la línea de pobreza. La mitad de los indigentes no recibe ayuda social.
Aunque este año se registró una leve mejora, 6 de cada 10 chicos menores de 18 años, en la Argentina, están bajo la línea de pobreza. En total son 3.689.588 chicos. Entre los indigentes, casi la mitad no recibe ningún tipo de subsidios o ayuda social. Y el trabajo infantil de los menores de 15 años aumentó 26 puntos en cinco años. Esos datos son parte de las conclusiones más fuertes del primer diagnóstico sobre el estado de la infancia y la adolescencia en el país, que difunde hoy Unicef Argentina, en el marco de la presentación anual del reporte titulado sobre el Estado Mundial de la Infancia (ver aparte). La pobreza también es uno de los tres flagelos más críticos que afecta a la infancia en el mundo, además de la expansión de los conflictos armados y del VIH/sida.
Los datos mundiales son dramáticos: 29 mil niños se mueren cada día y 3900 lo hacen porque no cuentan con agua potable. Esas manifestaciones de la pobreza no están lejos del país: “Argentina comparte la amenaza de la pobreza en el mundo”, destacó Jorge Rivera Pizarro, director ejecutivo de la filial local de Unicef, consultado por este diario. “La pobreza no es un problema de falta de recursos en ninguna parte del mundo: nunca hubo tantos recursos, ni tanta producción de riqueza como en este momento. El problema es que nunca estuvo tan mal distribuida. Lo que falta es voluntad política”. Y en la Argentina, dijo, “es necesario hacer algún esfuerzo adicional en materia de recursos”.
El diagnóstico de Unicef Argentina demuestra que aún persisten los problemas estructurales que culminaron con el estallido de diciembre de 2001. “La crisis agravó la situación de los más vulnerables, particularmente los niños y adolescentes, y acentuó la inequidad y la exclusión que existía”, dice el informe. Las conclusiones son el resultado de una muestra elaborada con información del Indec, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2003 y 2004 y Siempro, el sistema que monitorea los programas sociales. El estudio tiene el status de “boceto” o adelanto de un estudio en preparación. El año próximo, por primera vez, el organismo hará un análisis del estado de la infancia y adolescencia en la Argentina.
Pero el “boceto” tiene adelantos. En un año, indica, hay menos pobres. En ese lapso, los índices de niños en condiciones de pobreza por regiones demuestran una caída de entre 1 y 3 puntos, si se compara el segundo semestre de 2003 con el primero de 2004. La zona del NEA pasó de 75,2 a 74,2 por ciento, y aún registra los valores más elevados. Le sigue el NOA, que pasó de 73,8 a 70,7 por ciento; el Gran Buenos Aires, que pasó de 65,7 a 61,9 por ciento; Cuyo bajó de 65,5 a 59,3 por ciento y la zona pampeana, que pasó de 60 a 59,6 por ciento. La Patagonia registra los valores de pobreza infantil más bajos, con 43,2 por ciento. Lo mismo sucede con los niveles de indigencia. Pero mientras en el resto del país decrecieron, en el sur se registró un leve aumento: de 2003 a 2004 pasaron de 18,5 a 18,7 por ciento.
Uno de los indicadores más críticos es el acceso de los indigentes a los planes sociales o subsidios: sólo 51,1 por ciento de los niños y adolescentes indigentes del país –indica el informe– percibe en sus hogares un subsidio o algún tipo de ayuda social. Según Unicef, el dato demuestra que los planes sociales no llegan al 48,9 por ciento de los más pobres. “No está llegando a los que debería llegar”, dijo Rivera Pizarro. “Los recursos que destina el país requieren un enderezamiento hacia la sustentabilidad y el desarrollo. Pasada la emergencia, ahora se busca corregir el rumbo en materia de política social y de infancia. Si se cumple como está previsto (la modificación de los planes) va a cambiar el sentido: de un bono a cambio de trabajo, se pasará a aquel a cambio del cual los padres deben cuidar a sus hijos.”
Otro de los puntos recoge las cifras del trabajo infantil. Según los datos, entre 1997 y 2002 el trabajo infantil aumentó 26 puntos en conglomerados urbanos entre los menores de 15 años: hoy son 31 por ciento, 1.939.288 niños.
La educación no se escapa de estos datos. Según Unicef, existe en la Argentina “mayor exclusión y riesgo educativo”. Un alta proporción de niños de 5 años no accede a la educación; 1 millón de chicos de 15 a 19 años están fuera del sistema educativo; 10,3 por ciento de adolescentes no empezó la secundaria y 1 millón de chicos tiene sobreedad en el sistema educativo, de acuerdo con datos elaborados por Unicef sobre la datos del Censo Nacional de 2001.
Los desagregados señalan que cada año 68.374 niños de 6 a 11 años dejan la escuela. La deserción aumenta entre los adolescentes más jóvenes y se triplica entre los mayores de 15 años. En la franja de 12 a 14 hay 146.949 que dejan la escuela cada año, y entre los que van de 15 a 17 las deserciones anuales suman 207.543. Los “abandonos” son más altos en provincias como Jujuy, donde de cada 100 niños que se matriculan –sigue el informe– sólo 46 terminan el polimodal, mientras que en Santa Fe terminan 72.
De acuerdo con compromisos internacionales, para el año 2015 el país debe aproximarse a la erradicación de la indigencia y el hambre. Según Unicef, para alcanzar esa meta “se necesita reducir cada año 2,6 por ciento la línea de indigencia”. Para ese mismo año, la meta se repite para la educación y en la erradicación del trabajo infantil. Para Unicef, en el Gobierno existe un avance hacia esas metas. Propuestas tales como las negociaciones con el Fondo Monetario para el canje de la deuda, demuestran la “voluntad política de contar con recursos adicionales para destinarlos al logro de la metas”, indicó Rivera Pizarro. La revisión de los resultados de los planes de emergencia sociales está evaluada como otro avance.