SOCIEDAD
› UN ESTUDIANTE ALEMAN MATO A 17 EN LA ESCUELA
Venganza escrita con sangre
Había sido expulsado de la escuela y al parecer quiso vengarse. Entró armado y mató a 17 personas, casi todos profesores.
Por John Hooper*
Desde Erfurt
Dieciocho personas murieron ayer en una escuela secundaria de Alemania oriental, cuando un ex alumno de 19 años atravesó el edificio con un revólver y una escopeta de caño recortado, en lo que pareció ser un acto de venganza por haber sido expulsado de la escuela hace dos semanas. Entre los muertos hay 13 profesores, dos alumnas, una secretaria de la escuela, un oficial de policía y el propio atacante, que se suicidó cuando se vio rodeado por la policía. El titular del sindicato de maestros alemanes consideró que fue “el día más triste para la escuela alemana desde 1945”.
Testigos horrorizados contaron anoche los sucesos en la escuela Johann Gutenberg, en la ciudad de Erfurt, Alemania oriental. Un estudiante que sólo se identificó como Félix dijo que oyó una conmoción justo antes del final de la cuarta hora del día. Algunos de sus compañeros dejaron el aula para ver qué estaba pasando y volvieron mudos y pálidos. El corrió afuera y vio a una de sus profesoras en el piso. “Salía sangre de su boca. Era como en la televisión, pero real.”
Otro profesor estaba tirado en el piso cerca de allí, y tenía convulsiones, agregó Félix. En ese momento vio a otros estudiantes que corrían fuera del edificio y oyó gritos: “Salgan, salgan”.
“Yo agarré mi bolso y corrí”, dijo Félix. El atacante estaba vestido todo de negro: guantes, gorra, todo era negro”, agregó Juliane Blank, de 13 años.
Una alumna de la escuela que no quiso dar su nombre contó: “Vi a una de mis profesoras tirada en un charco de su propia sangre. Entonces me di cuenta de que lo que pasaba no era ningún chiste”.
Algunos informes sugieren que el baño de sangre empezó cuando el atacante volvió a la escuela para presentarse a un examen de matemáticas. Pasadas las 11, en medio de la prueba, se levantó, dijo que no tenía sentido seguir escribiendo y abrió fuego. Siguió con la lluvia de balas por aproximadamente media hora, hasta que los comandos de la policía entraron en el edificio y lo forzaron a retroceder a un aula, donde más tarde se mató.
En medio del drama, un cartel escrito a mano que decía “Hilfe” (Ayuda) fue colocado en una ventana del cuarto piso. “Nosotros estábamos en clase, haciendo un trabajo, y oímos un sonido como de disparos –dijo Filip Niemann–. Bromeamos y la profesora sonrió. Ella nos dejó ir a ver qué pasaba y al salir del aula, a unos 3 o 4 metros de nosotros, había una persona enmascarada, vestida de negro, con un arma en las manos”. El adolescente contó que el atacante luego “preparó su arma y disparó. Vimos a un profesor caer al piso. Nosotros nos dimos vuelta y corrimos. Escuché a otros chicos contar que el tipo abría las puertas de las aulas y disparaba a los profesores”.
La matanza tuvo lugar el mismo día en que la cámara baja del Parlamento alemán aprobó una nueva ley de armas, que no satisfizo las demandas del gremio de la policía. Estimaciones oficiosas sostienen que el número de armas letales en Alemania llega a los 20 millones. Grandes cantidades entraron al país durante la guerra de los Balcanes. Un vocero del sindicato policial reclamó una fuerte campaña de registro de todas las armas de fuego y castigos más duros para la posesión ilegal.
El canciller alemán Gerhard Sch-roder dijo que su reacción fue de “indescriptible horror”. “Esto es tan increíble que excede la capacidad de imaginación –dijo–. Creo que todos necesitamos tiempo para procesar esto en nuestras mentes. Cualquier explicación que pudiera darse ahora no sería suficiente”.
“Si algo como esto pudo haber sido prevenido es una pregunta abierta”, dijo a su vez el ministro del Interior, Otto Schily.
Bernard Vogel, el gobernador de Thuringia, estado del que Erfurt es la capital, dijo: “Es increíble cuán cruel los seres humanos pueden ser. La matanza fue el último eslabón en una cadena de episodios en Alemania”. En 2000, un hombre armado mató a seis familiares en Salzgitter antes de entregarse a la policía. El mismo año, en Dortmund, el conductor de un auto mató a tres policías antes de suicidarse: había sido detenido por no usar cinturón de seguridad.
Anoche, seis de las víctimas de la balacera estaban en condición crítica, en un hospital. Muchos estudiantes estaban siendo tratados por el shock emocional. “Si yo hubiera creído en Dios, ya no creería más. ¿Cómo pudo dejar que sucediera una cosa como ésta?”, se preguntó el estudiante sobreviviente Niemann. “Lo que vi hoy quedará conmigo el resto de mi vida”.
* De The Guardian. Especial para Página/12.
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