SOCIEDAD
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Abandonar el economicismo
Por José Natanson
Política y gestión pública (Fondo de Cultura Económica) reúne cinco artículos de destacados especialistas latinoamericanos, que analizan los problemas de la reforma administrativa, desde diferentes ópticas, pero con un punto en común: coinciden en que la reforma del Estado no es, como sostenía el neoliberalismo, una cuestión económica sino un tema estrictamente político.
El libro fue editado por el Consejo Latinoamericano de la Administración para el Desarrollo (CLAD), un organismo público internacional que apunta a generar políticas vinculadas a la reforma del Estado y la administración pública. Está integrado por casi todos los países iberoamericanos, cuyos gobiernos designan representantes: en el caso argentino, el responsable es Alberto Fernández y su subsecretario de la Función Pública, Norberto Ivansich.
La última publicación fue coordinada por el director del Consejo Científico del CLAD, Luiz Carlos Bresser-Pereira. Ex ministro de Hacienda de Sarney, Bresser-Pereira es un destacado economista brasileño, de perfil político, que fue el funcionario de Fernando Henrique Cardoso.
En el prefacio, Bresser-Pereira explica que en el modelo clásico, descrito con profundidad por Max Weber, la burocracia se controlaba a través de la ley, la supervisión cerrada y la auditoría. A partir de 1980, muchos países, entre ellos los latinoamericanos, comenzaron ambiciosos procesos de reforma que buscaron descentralizar la toma de decisiones y adoptar nuevas formas de responsabilidad, como la introducción de mecanismos de mercado en el sector público y la gestión por objetivos.
El autor no lo dice, pero la Argentina fue un ejemplo nítido de estos experimentos, que tuvieron su punto más alto en la descentralización de la educación y la salud, auspiciadas por los organismos internacionales y con resultados –por decir poco– muy discutibles.
Durante los ’90, las reformas avanzaron al calor del Consenso de Washington. Bresser-Pereira –artífice de la neoliberal reforma del Estado de Cardoso– sostiene que, superado aquel momento, es necesario analizar el tema desde una nueva óptica. Su tesis, que cruza al resto de los artículos, es que hay que abandonar el enfoque economicista. “La eficiencia en la gestión pública es, esencialmente, una cuestión política. La administración pública no es un rama de la economía o de la administración de negocios, sino una ciencia política. La gestión pública avanzará en la medida en que lo haga la democracia”, explica el autor.
A diferencia de lo que ocurre con las obras colectivas, que a menudo parecen un rejunte apurado de trabajos, el libro del CLAD está integrado por artículos coherentes entre sí, que completan una mirada integral. Faltaría, eso sí, un capítulo de contenido más empírico, que redondeara los planteos analíticos con ejemplos y experiencias concretas.
Además del de Bresser-Pereira, el libro incluye un artículo de Nuria Cunill Grau sobre “los mitos a vencer” para democratizar la administración pública; otro del político estrella de la New York University, Adam Przeworski; y otro del argentino Oscar Oszlak sobre las privatizaciones y la regulación estatal. Finalmente, el economista Leonardo Garnier, ex ministro de Planificación de Costa Rica, analiza el espacio de la política en la administración pública y el paso del esquema de orientación desarrollista al neoliberalismo. El autor pone el foco en la responsabilidad de los organismos internacionales y cita un curiosoinforme del Banco Mundial, donde se responsabiliza a los gobiernos por los “excesos” en la reforma. “Como usualmente pasa con estos cambios radicales de perspectiva, los países (sic) tendieron a veces a pasarse de la raya”, cita Garnier. Y concluye: “No se trata de despolitizar la política, sustituyéndola por una decisión técnicamente óptica de asignación de recursos, independiente de los diversos conflictos de intereses y de las distintas visiones que existen en la sociedad sino más bien de hacer bien la política, combinando la buena técnica económica y gerencial con la consolidación de una cultura democrática”.