Jue 23.12.2004

SOCIEDAD

Ordenan a un padre que indemnice a su hijo por haber abusado de él

La Justicia dispuso que le pague 200 mil pesos. Lo había sometido a los 7 años. Ahora tiene 15. Es una sentencia inédita.

› Por Mariana Carbajal

En un fallo inédito, la Justicia le ordenó a un padre que le pague una indemnización a su hijo por haber abusado sexualmente de él. La resolución, dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, fijó el resarcimiento en 200 mil pesos en concepto de daño moral y psicológico. En el momento del abuso, la criatura tenía 7 años. “No se trata de compensar dolor con dinero, sino de otorgar al damnificado cierta tranquilidad de espíritu en algunos aspectos materiales de su vida a fin de mitigar sus padecimientos”, afirmó el tribunal. La sentencia reconoce que las víctimas de abuso sexual infantil padecen sus consecuencias traumáticas “durante toda su vida”. “Y no se trata sólo de la angustia, el desconsuelo y el intenso sufrimiento que trae aparejado el acto en sí, sino que se ve agravado en este caso por ser el propio padre el autor del hecho”, destacó el tribunal.
“Es la primera vez que prospera una demanda por daños y perjuicios en un caso de abuso sexual infantil contra un padre. Ya ha habido algunas sentencias en casos de mujeres víctimas de violencia conyugal”, comentó el abogado Juan Pablo Viar, patrocinante del menor. La víctima tiene hoy 15 años y continúa bajo tratamiento psicológico por las secuelas que le dejó el abuso sufrido ocho años atrás.
La sentencia fue dictada por unanimidad por la Sala M, integrada por los jueces Miguel Angel Vilar, Gladys Alvarez y Hernán Daray. “Escasos e incomparables son los casos en los que el daño moral es tan gravoso, donde se trastroca de tal forma el ámbito espiritual de la víctima que ésta se sentirá afectada durante toda su vida y en distintos aspectos sumamente importantes de ella, pues los casos de abuso sexual a temprana edad traen consecuencias luego no sólo en el ámbito sexual, sino también en lo social, en lo académico, etc.”, señala el fallo. Y pondera lo que significa para un nene “el inmenso y profundo dolor que produce el quebrantamiento de algo tan vital en la vida del ser humano como la confianza en el propio padre; y en consecuencia la pérdida de la relación paterno-filial”.
Los camaristas ratificaron así el fallo de primera instancia de la jueza en lo civil Adriana Rustan de Estrada. El padre deberá pagar a su hijo 180 mil pesos en concepto de daño moral y 20.000 por el daño psicológico. “La plata no me interesa. Mi intención siempre fue luchar para que lo que le pasó a mi hijo no le pase a nadie más”, indicó M.M., la mamá del menor, en diálogo con Página/12. La mujer tiene 32 años y es enfermera pediátrica. Sólo se la menciona por sus iniciales para preservar la identidad de su hijo.
El abuso, recordó la mamá, sucedió durante el régimen de visitas del que por entonces gozaba su ex marido para encontrarse con el niño. Según se probó durante el juicio penal, el padre “le introdujo el dedo en el ano” al chiquito de 7 años y “le exhibió el miembro viril” al menos en dos oportunidades. Por esos hechos fue condenado a tres años de prisión en suspenso por “abuso deshonesto calificado por el vínculo reiterado”, el 9 de junio de 1998, por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 19. Con esa sentencia firme, el abogado –un profesional reconocido por su compromiso en la lucha contra el abuso sexual infantil– sugirió a la madre iniciar la demanda por daños y perjuicios para sentar un precedente y abrir así un nuevo camino judicial en este campo.
El chico no ve a su padre desde hace ocho años, cuando un día se animó a contarle a su madre lo que el hombre le había hecho. “D. iba a primer grado, estaba muy retraído, la maestra me comentaba que tenía la letra cambiada, que hacía dibujos con connotaciones violentas. El me pedía llorando por favor que no lo llevara con el padre. Y cuando volvía de verlo vomitaba y vomitaba. Al principio, yo pensaba que era porque siempre lo llevaba a comer hamburguesas. Hasta que un día al regresar llegó a golpearse la cabeza contra la pared y mínimamente, después, contó lo que le hacía”, señaló la mujer, al borde de las lágrimas por el traumático recuerdo. Como suele pasar en estos casos, el padre había amenazado al niño con matar a su mamá y a él también si contaba lo sucedido, agregó M.M.
Con aquel hombre se casó a los 17 años cuando estaba embarazada. Tuvieron sólo un hijo juntos –el niño abusado– y se divorciaron al poco tiempo “porque él tenía actitudes muy violentas”. M.M. rehizo su vida, se volvió a casar y tuvo dos niños más. La familia vive en la ciudad de Buenos Aires.
Durante varios años, D. fue tratado por una terapeuta del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En la sentencia de primera instancia se enumeran las secuelas que le dejó el abuso: “En el tratamiento psicológico se pudo apreciar preocupación por los órganos genitales, conflictividad en la revelación del abuso, alteraciones en el área de la conducta (crisis explosiva, llanto inmotivado, terrores nocturnos, aversión a quitarse la ropa en ciertos lugares, agresividad, aislamiento y poco rendimiento en el colegio, temor generalizado a los adultos con autoridad, ideación suicida, somatizaciones con diarrea, vómitos y fiebre y permanente duda de ser creído)”. “Para mi hijo –destacó la mamá– el fallo es muy importante y tranquilizador, porque la Justicia le reconoce todo su sufrimiento.”

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