SOCIEDAD
› LA SONDA HUYGENS INICIA HOY
SU VIAJE HACIA UN SATELITE DE SATURNO
Misión titánica de una nave espacial
Titán, la luna más grande de Saturno, será el punto más lejano donde se pose una nave hecha por el hombre. Hoy comienza a separarse de la sonda Cassini. La misión de la NASA y la Agencia Espacial Europea indagará uno de los mundos del sistema solar donde puede haber vida.
› Por Federico Kukso
Podría ser un mundo bañado en océanos de metano y ráfagas de material orgánico. O no. Lo cierto es que a Titán, la anaranjada luna de Saturno, y uno de los cuerpos celestes más enigmáticos del Sistema Solar, le quedan apenas días para encontrar una manera de guardar sus secretos de los ojos, mecánicos y curiosos, de la sonda Huygens (NASA/Agencia Espacial Europea). Resulta que hoy, cuando en la Argentina esté todo listo para descorchar las botellas de Navidad, a eso de las 22.45, la pequeña navecita comenzará el lento camino de la independencia al separarse de su madre y nodriza Cassini (junto a la que hace siete años emprendió viaje con destino a Saturno), para finalmente, el 14 de enero del año que viene, sumergirse en la atmósfera de la más grande de las 31 lunas del segundo planeta más grande del Sistema Solar.
La maniobra de separación, que concluirá a la 1.08 de nuestra madrugada navideña, será un verdadero divorcio espacial, en el que la sonda –de 2,7 metros de ancho, 319 kilos y forma de platillo volador– saldrá expelida a una velocidad de 35 centímetros por segundo y girando como un trompo, luego de viajar 3,5 mil millones de kilómetros pegada al costado de la Cassini.
Así, una vez separada de su nave-madre, comenzará una marcha de tres semanas a Titán, que con sus 5150 kilómetros de diámetro es más grande que los planetas Mercurio o Plutón. Y cuando esté todo listo, comenzará el gran espectáculo: a las 7.15 de la mañana del 14 de enero, la Huygens se despertará de su letargo (cada seis meses los científicos la activaban para chequear sus instrumentos) y penetrará, a una velocidad de seis kilómetros por segundo (diez veces más rápido que los aviones Concorde), la neblina naranja que cubre completamente a Titán, que de ahora en más se convertirá en el mundo más lejano jamás tocado por un invento humano.
Los primeros tramos no serán nada suaves: luego de dos minutos a una velocidad de 1400 kilómetros por hora y alcanzando su escudo externo los 8000 grados, la Huygens desplegará sus paracaídas para amortiguar la caída y permitir que en el tiempo restante de descenso (unas dos horas y treinta minutos) las cámaras y otros instrumentos de la sonda analicen la composición química del aire y tomen fotografías del paisaje extraterrestre. Luego, se comunicará con la Cassini que retransmitirá los datos (a la velocidad de la luz durante 67 minutos) a la Tierra.
Pero tal vez lo más interesante del asunto es que, debido a su atmósfera impenetrable a la vista, nadie sabe con qué se encontrará la sonda Huygens cuando toque (si es que toca) suelo titánico. Puede que, después de todo, se encuentre con un escenario frío (180 grados bajo cero), rocoso y oscuro. O quizás, en vez de tierra se estrelle en un gran lago de etano o metano líquido y navegue a la deriva.
Tanto esfuerzo ingenieril (y financiero: la misión costó 3200 millones de dólares) lo vale. Muchos científicos creen, como lo hacía el fallecido Carl Sagan, que la espesa atmósfera de nitrógeno y metano de Titán –observada por los telescopios más grandes y que hace más de 20 años les impidió a las sondas Voyager ver su superficie desde el espacio– es similar a lo que fue primitivamente la de la Tierra (sin oxígeno), justo antes de que la vida apareciese, hace tres mil millones de años.
Las simulaciones experimentales hechas en laboratorios terrestres dicen más aún: aparentemente, hay una alta probabilidad de que en ese recóndito lugar del vecindario solar se sinteticen moléculas biológicas, capaces de conmover a los más fríos exobiólogos (o sea, aquellos científicos que, por el momento, imaginan cómo sería la vida fuera de nuestro planeta).
Es más: en el segundo satélite natural más grande del Sistema Solar, después de Ganímedes (luna de Júpiter), al parecer, también llueve. Mientras tanto, y hasta el año 2008, la Cassini, lanzada el 15 octubre de 1997, va a estar también muy ocupada: sus cámaras retratarán al detalle a los 16 satélites más grandes de Saturno (como Japeto que, curiosamente, tiene un hemisferio negruzco y otro de hielo brillante; o Mimas, en el que reluce un fastuoso cráter como la “Estrella de la muerte” de La guerra de las galaxias) y una docena de instrumentos (cámaras, sensores, espectrómetros) correrán el velo que cubre a los llamativos anillos saturninos, en las 76 vueltas planeadas al verdadero señor de los anillos. En 30 años de aventura espacial, se exploraron 70 mundos y aterrizaron naves en tres de ellos. Doce seres humanos fueron y volvieron de la Luna sanos y salvos. Asteroides, cometas y galaxias poco a poco pierden sus misterios. Casi todas las semanas alguien en el mundo se topa con un nuevo planeta extrasolar. En marzo del año pasado dos robots (que todavía siguen funcionando) descubrieron evidencias de agua en Marte. La duda ahora pende sobre Titán. Y recién, recién, apenas todo está empezando.
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