Mié 12.01.2005

SOCIEDAD

El síndrome Cromañón en las playas de Villa Gesell

Cuatro discos clausuradas. El gobierno local recuperó las atribuciones que hasta ahora descansaban en los bomberos, que habrían pasado por alto irregularidades que detectaron los inspectores.

Por Carlos Rodríguez
Desde Villa Gesell

El efecto Cromañón está pegando fuerte en toda la costa atlántica, incluyendo a Villa Gesell, donde cuatro boliches bailables fueron clausurados por no cumplir con las normas de seguridad. Es justo señalar que, como una excepción a la regla que dice que en el país todo está atado con alambres, en Gesell el tema de la prevención en los boliches y en los recitales de rock viene discutiéndose desde septiembre del año pasado y el 20 de diciembre de 2004, diez días antes del desastre en el barrio de Once, el Concejo Deliberante local aprobó una ordenanza que endureció las normas. “Recuperamos la potestad para controlar este tipo de comercio y antes de la tragedia habían comenzado las inspecciones, que ahora, por supuesto, se intensificaron”, declaró a Página/12 el secretario de Gobierno, Ricardo Cemborain. En la peatonal, este diario fue testigo de una polémica entre jóvenes sobre lo ocurrido en Buenos Aires, mientras aquí se confirmó la realización de una serie de recitales con la participación de Charly García, León Gieco y la Bersuit, entre otros artistas, aunque, para tranquilizar a las familias, los organizadores montaron un impresionante dispositivo de seguridad (ver aparte).
“Lo que pasó es culpa de los organizadores y del gobierno porteño; esto no pasó por una boluda bengala.” Luis Antonio Fernández, 20 años, oriundo de Morón, fue el primero que dio su veredicto sobre lo ocurrido en Cromañón. La charla, en plena peatonal, se armó a pocos metros de La Reina, uno de los boliches clausurados en Gesell. “El que prendió la bengala en un lugar cerrado, lleno de gente, es un loco, un tarado, pero también es culpable”, gritó Lucía Fuentes, 22, vecina del barrio porteño de Palermo. “Hay descontrol, siempre hay descontrol, pero los de la seguridad de Cromañón estaban más mamados que los pibes, no me jodas”, terció Juan Carlos Planes, 21, un chico de Córdoba que desde hace cuatro años vive en Buenos Aires. Todos admiten que están impresionados por la tragedia, pero no piensan en abandonar el rito del baile y los recitales. “Es nuestra vida”, aseguró Fernández.
“Yo no creo que haya miedo en los pibes al punto de que dejen de ir a bailar. Saben que lo que pasó fue un desastre que se dio por muchas cosas que se sumaron. En los últimos días fueron a bailar sin problemas y el ambiente estaba calmo, aunque se hablaba mucho del tema”, dijeron Juan Manuel y Carlos Alberto, dos tarjeteros de la disco Pueblo Límite, que está en la entrada a Gesell y que, según el responsable de prensa de la Secretaría de Turismo de la Villa, Jorge Ziampris, es “una de las pocas que tenía todas las medidas de seguridad en regla”. En el caso de Pueblo Límite, que tiene dos discotecas, cuatro restaurantes y un patio al aire libre, los controles habían sido realizados por personal de la Policía Federal.
No fue tan bueno el rol de los Bomberos de la Policía Bonaerense, de acuerdo con lo que dijo el secretario Cemborain. En tres de los locales clausurados se detectaron irregularidades que, de acuerdo con lo que evaluó el funcionario, no deberían haber sido pasadas por alto. “Es llamativo que los bomberos bonaerenses les hayan otorgado garantía de medidas antisiniestrales a lugares donde no hay salidas de emergencia, ubicados en primeros pisos, o en planta baja con salida a patios ciegos”, recalcó el secretario municipal. “Les comunicamos a los propietarios de los boliches que no pueden funcionar hasta tanto no realicen las modificaciones planteadas en la ordenanza.” Los lugares clausurados son La Reina, La Luna, Bocata y un sector de Kilómetro 20, cuatro de los principales lugares nocturnos de Gesell, en pleno centro.
De los tres locales sancionados, La Reina volvió a abrir favorecida por un fallo judicial dictado por el juez de Mar del Plata José Méndez Acosta.“El problema es complejo porque La Reina reúne características muy similares a las de República Cromañón”, dijo Cemborain. El funcionario aludió al hecho de que, teniendo capacidad para 390 personas, muchas veces ha llegado a superar las 1000. El municipio está en contacto con el juez para que revea su decisión, pero en los últimos días el local permaneció cerrado, a pesar del amparo judicial.
La nueva ordenanza municipal, que reintegra a la comuna local el poder de policía que antes ejercían las autoridades provinciales, fue llamada “Plan de Ordenamiento de la Nocturnidad” para el partido de Gesell. Para espectáculos, el tope horario es el de las dos de la mañana y el cierre de boliches bailables y similares fue fijado a las 7 de la mañana. A los pubs o restaurantes con shows en vivo se les prohibió cobrar lo que se llama “derecho al espectáculo”.
En lo que atañe a la seguridad, cada 50 metros cuadrados se debe contar con un matafuegos, y los locales que tengan más de 7000 metros cuadrados, tendrán que contar con un sistema de mangueras. “Lo ideal es lo que ocurre en Pueblo Límite, que tiene un sistema de agua propio, por si se corta el suministro de agua corriente y tiene doce salidas de emergencia, además del patio central que impide que se junte la gente que va a las dos discos que tiene el complejo”, recalcó el responsable de prensa, Jorge Ziampris.

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