SOCIEDAD
› LOS DATOS QUE LA SONDA HUYGENS ENVIO DESDE TITAN
Una luna con ríos de metano
El satélite más grande de Saturno está salpicado por pequeñas islas, entre ríos alimentados por lluvias de metano. Así lo revelan los datos enviados por la misión de la NASA y la ESA.
› Por Federico Kukso
Anaranjada, salpicada por pequeñas islas y con una red caprichosa de ríos de metano que la surcan como arrugas: así es en su superficie Titán, la ya no tan misteriosa luna de Saturno, que poco a poco se deja ver en las 350 fotografías que tomó la nave Huygens –de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA– hace una semana, cuando se zambulló con éxito en su densa atmósfera y tocó tierra casi sin despeinarse, a una velocidad de 4,5 metros por segundo. Si bien el procesamiento de todos los paquetes de datos que envió la sonda atmosférica desde una distancia de 1260 millones de kilómetros (casi diez veces el trecho que va de la Tierra al Sol) se completará dentro de diez o veinte años, ayer los científicos de la ESA y la agencia espacial norteamericana presentaron, en una conferencia de prensa realizada en París, las primeras conclusiones de las observaciones y los experimentos que realizó in situ la nave, ahora considerada pionera.
Son las primeras postales que llegan desde un mundo tan lejano, y cada una de ellas trae consigo una pequeña carga de conmoción. Es que la Huygens se encontró con un Titán, uno de los 31 satélites naturales del gigante –anillado y gaseoso– Saturno, parecido y a la vez distinto a la Tierra, con sus propios rasgos y caprichos: por ejemplo, sobre sus planicies arrecia habitualmente una espesa lluvia de metano. Y lo hace con copiosidad dado que, según revelaron los científicos europeos, desde hace millones de años la lluvia esculpe el paisaje dando forma a islas, canales, lagos y drenajes, tal cual ocurre en nuestro planeta. Si la Huygens hubiera descendido unas horas (o minutos) antes del momento en que finalmente lo hizo (el viernes 14 de enero pasado a las siete de la mañana, hora argentina), hubiese sido salpicada por gotas de metano.
Justamente, ésa es una de las diferencias con la Tierra: a través del cromatógrafo de gases y el espectrómetro de masas que lleva encima, la sonda descubrió en sus 150 kilómetros de descenso que la atmósfera titánica –una fábrica de moléculas orgánicas complejas– está compuesta básicamente por nitrógeno y, más que nada, por metano (el hidrocarburo más simple, que en nuestro planeta es el principal residuo gaseoso de la digestión de alimentos entre los animales) que después de condensarse, se manifiesta en forma de precipitaciones que erosionan todo lo que encuentran a su paso.
Y eso no es todo: los instrumentos registraron rastros de argón 40 en la atmósfera, un elemento químico que indicaría que Titán alguna vez sufrió de una portentosa actividad volcánica con expulsiones de agua congelada y amoníaco en vez de lava.
“Hay metano líquido en lugar de agua. Hay rocas de hielo (de metano) congeladas en lugar de rocas de silicatos. En vez de suciedad, hay partículas de hidrocarbonos cayendo en la superficie. Titán es un mundo extraordinario que tiene procesos geológicos como la Tierra, pero su química es totalmente distinta”, precisó el doctor Martin Tomasko, investigador principal del equipo que controlaba el instrumento que tomó todas las fotografías durante los 147 minutos que tardó en caer la sonda colgando de un paracaídas, y también después.
La ausencia de agua líquida –elemento clave para la formación de vida (según se la conoce hasta ahora)– es comprensible. Después de todo, en la superficie de la luna saturnina la temperatura ronda los -180ºC. Eso no prohíbe que haya vastos canales y lagos que, según explicaron los científicos, estarían secos y albergarían metano líquido sólo minutos después de una gran tormenta para luego filtrarse al interior del planeta, dejando en la superficie restos de compuestos orgánicos. Así, en apariencia, el paisaje de Titán no sería del todo húmedo sino más bien desértico, con un terreno de consistencia arcillosa. Como se ve, el metano es el ingrediente principal en la química titánica. Y los científicos ahora lo saben: se lamentan de no haber equipado la sonda con instrumentos capaces de “oler” la luna saturnina. De haberlo hecho, se hubiera espantado ante un paisaje de aromas fétidos y gases nauseabundos.
Pero pese a las aclamaciones de éxito, no todo salió de acuerdo a lo planeado: se perdió el experimento que analizó el perfil de los vientos y al final sólo se recibió la mitad de las fotografías pautadas. Aunque mucho no importa. Apenas fue un tropiezo en un nuevo “pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la Humanidad”.
Subnotas