Jue 27.01.2005

SOCIEDAD  › EX EMPLEADOS DE CROMAÑON SE
SUMAN A CALLEJEROS CONTRA VILLARREAL

“Era el tercero en la jerarquía”

La banda lo imputó de ser el jefe de seguridad y responsable de la salida cerrada. Ayer, Raúl Villarreal lo negó y se presentó como empleado de los Chabán. Ex trabajadores dijeron a Página/12 que “era otro jefe” y que efectivamente manejaba la seguridad.

Raúl Villarreal, uno de los hombres más allegados a Omar Chabán, intentó desligarse ayer de la acusación que los abogados de la banda Callejeros depositaron en la Justicia sobre él y su amigo preso: en una entrevista afirmó que la seguridad de República Cromañón no estaba a su cargo la noche trágica. Es más, destacó que la seguridad del local no era de su competencia. No obstante, en diálogo con Página/12, ex empleados del boliche incendiado denunciaron que Villarreal era el que generalmente daba las indicaciones a los cuatro encargados de seguridad del boliche. “Mandaba a que uno cuide el baño, otro la barra, uno la puerta y otro más daba vueltas entre la gente –señalaron–. Incluso aconsejaba la cantidad de personal que se necesitaba para un show y a algunos de esos (custodios) les daba indicaciones”, cuando la seguridad quedaba a cargo de las bandas que daban un concierto. Pero eso no es todo. Según los testimonios, Villarreal era “el tercero” en la jerarquía de la administración del boliche, debajo de los hermanos Omar y Yamil Chabán. “Era uno de los que hacían los números y para mí siempre fue otro jefe.”
Villarreal empezó a trabajar con los Chabán al poco tiempo de que abriera Cemento como encargado de la boletería. Pero su responsabilidad fue creciendo de tal modo que allí también “daba algunas directivas a los de seguridad. Y en las noches en que no vendía entradas daba vueltas por afuera para ordenar a la gente de la cola”, comentó un ex empleado de ese viejo boliche clausurado. En República Cromañón, “él era el que decía quién podía entrar y quién no. Cuando alguno de nosotros quería hacer que alguien entrara gratis, Omar (Chabán) nos decía ‘hablá con Raúl’”, recordó el trabajador.
El martes pasado, el baterista y el manager de Callejeros pidieron en la Justicia ser querellantes contra Chabán y Villarreal, a quienes acusaron de haber cerrado las puertas de emergencia. También argumentaron que Villarreal era el jefe de seguridad. Ayer, Villarreal –que se identificó como “peón de oficio”– quiso quitarse de encima los cargos y para ello apeló a una jerga particular: “Toda la seguridad estaba a cargo de la banda, que contrató a treinta personas: 25 masculinos y cinco femeninos (sic)”. “Si la banda maneja las entradas, la boletería, la seguridad, el sonido, las luces, está pasando todo por manos de ellos”, aseguró, aunque está claro que la boletería la había manejado Cromañón. Luego dijo que era “la persona que hacía las relaciones públicas”. Y relativizó la acusación de Callejeros: “Se puede decir lo que se quiera, están tergiversadas las cosas”.
El ex trabajador de Cromañón reflexionó: “Que yo sepa, nadie era encargado de relaciones públicas, Raúl era otro jefe más. Nos daba órdenes. Es más, una vez él fue quien me pagó. Para mí era un socio interno de los Chabán adentro del local”.
Según la opinión de otro de los trabajadores –que pidieron reserva de su identidad–, “Raúl dice que no era el encargado de seguridad porque en Cromañón la seguridad no funcionaba como tal”. Este comentario coincide con el de otros ex trabajadores, que afirman que los cuatro custodios del boliche no funcionaban como un cuerpo o un aparato de seguridad, sino que se encargaban de cuidar que el resto de los empleados no tuviera problemas con el público.
Mientras fue el encargado de la boletería de Cemento, Villarreal –el hombre que visitó varias veces a su amigo detenido– “hacía ‘el borrador de la fecha’, es decir que hacía los números con Chabán y el manager de la banda” (que eventualmente daba un concierto) para luego repartir los porcentajes de las ganancias. Pero en las malas épocas, cuando Cemento no convocaba ni a su habitual público y antes de que inaugurara Cromañón, Villarreal abrió una parrilla en la esquina de Solís y Caseros. Era uno de los administradores, recibía los pedidos de pollos, asado y ensaladas y sus empleados hacían las entregas a domicilio. Pero el comercio “cerró a fines de 2003 porque parece que los socios lo habían cagado”, sostuvo un ex compañero de trabajo. La autoridad de Villarreal llegaba a tal punto que, luego del infierno, mientras estaba sentado en una silla afuera del boliche, uno de los empleados se le acercó para pedirle permiso para entrar a buscar unas pertenencias porque la policía y los bomberos no lo dejaron. “Raúl dijo ‘déjenlo entrar’ y entré”, contó. Otra anécdota habla de su autoridad entre los Chabán: una noche, el cantante de una banda se acercó a la barra para pedir cervezas gratis y Yamil se las negó. Hasta que “llegó Raúl y le dijo ‘te metieron 2800 personas, dale unas cervezas’, y Yamil se las dio”. Pero Raúl también tuvo su porción dentro del negocio. “El 8 de diciembre hubo una fecha que armó Raúl”, contó la fuente. “Tocaban bandas chicas a las que se les cobra unos 250 $ para el alquiler. Esa noche la manejó él, no fueron ni Omar ni Yamil.”
En Cromañón, Villarreal “hacía las cuentas” dentro de la oficina privada que el mismo Omar tenía en el local incendiado y a la que un pequeño grupo muy selecto tenía acceso. En esa misma oficina, ubicada detrás de las boleterías de Cromañón, fue encontrado un borrador, publicado por Página/12 en su edición del 15 de enero. En ese papel –que es una pista sobre la que trabaja el fiscal de la causa– quedó asentado el presunto pago de coimas a la Policía Federal, puntualmente a “un patrullero de la séptima”, la comisaría bajo cuya órbita estaba Cromañón. Según un ex empleado de las boleterías, “a ese papel sólo pudieron haberlo hecho dos personas: Omar o Raúl, porque eran los encargados de llevar esas cuentas”.
También, en declaraciones radiales, Villarreal dijo que en la noche del incendio estaba “afuera, junto a la puerta” del local, “recibiendo y saludando gente” y que cuando comenzó el incendio “todavía estaba ingresando” público, al que estaban “cacheando” a medida que entraba. Pero, según un testigo, él fue uno más de los que superpobló el boliche, ya que habría hecho pasar a unas cuantas personas en momentos que el local “explotaba” de gente.
“El no puede salir a decir que era un empleado”, enfatizó el ex trabajador del local. “En todo caso, si era un empleado, ¿para qué sale a defender a un tipo que fue el responsable de tantas muertes?”

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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