En el Aeropuerto de Ezeiza se reanudaron ayer por la mañana las operaciones, que estuvieron suspendidas por más de cinco horas por el incendio que se produjo en una turbina de un avión de American Airlines que estaba carreteando para despegar con destino a Miami, con 216 pasajeros a bordo. El incendio se propagó al interior del avión y entre escenas de pánico, los bomberos y la tripulación hicieron posible la evacuación de la nave, que nunca despegó de la pista. Lo que pudo ser una catástrofe terminó con sólo cinco pasajeros heridos y con principio de asfixia. El estado de emergencia y alerta en el aeropuerto se estableció a las 22.55 del viernes y se levantó a las 4.30 de ayer.
El vuelo 908 de American Airlines tuvo que ser demorado 24 horas porque el Boeing 777 quedó envuelto en llamas cuando había iniciado el viraje para empezar a carretear por la pista principal. El avión es uno de los más modernos de la flota de la empresa norteamericana. Está totalmente computarizado, al punto que se autochequea en forma permanente y corrige posibles errores humanos. Se presume que los pilotos tuvieron un aviso inmediato del comienzo del fuego en una de las turbinas, lo que les permitió pedir auxilio antes de iniciar el despegue.
La tripulación, con la ayuda de los bomberos, condujo la evacuación de los 216 pasajeros, que se deslizaron por los toboganes de las puertas de emergencia. La celeridad con que se actuó no impidió que se registraran escenas de pánico. Cinco pasajeros sufrieron heridas, golpes y principio de asfixia. Fueron asistidos en el Hospital Zonal de Ezeiza, donde recibieron oxígeno y broncodilatadores, según informaron los médicos. Todos se encontraban fuera de peligro.
El accidente motivó el cierre del aeropuerto, que recién pudo ser reabierto a las 4.30 de ayer. La mayoría de los pasajeros, a pesar del susto, coincidieron en decir que la evacuación había sido “bastante ordenada” y que en la emergencia “en todo momento” recibieron la ayuda de la tripulación. Sólo uno de los usuarios aseguró que el operativo había sido “un caos porque nadie daba información y las azafatas corrían para todos lados, sin saber qué hacer”.